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Togami se encontraba en la biblioteca de su casa, había invitado a Naegi a su mansión y estaba buscando algo para que Naegi no se aburriera.
Encontró un libro indicado y se dirigió a su dormitorio, Naegi estaba sentado en su cama enviando un mensaje de que llegaría tarde a casa.
Naegi dejó su teléfono en la mesita de noche de Togami, este lo miraba fijamente.
-Naegi, te traje esto, supuse que te gustaría.- Le entregó aquel libro y el contrario lo miraba con brillitos en los ojos.
-Gracias Togami-kun, no tenías que hacerlo- Dijo el castaño sonriente, el más alto lo miraba embobado, era demasiada ternura para él. Inconsientente, Togami se fue acercando a Naegi, quien lo miraba nervioso. Togami tomó a Naegi por los hombros, lo acercó más a él envolviéndolo en sus brazos, sintiendo la necesidad de protegerlo.
El otro correspondió conmovido por la acción del rubio, sonriendo con sus ojos cerrados.
Se separaron sonriendo y se recostaron en la cama de Togami y durmieron abrazados.
Naegi olvidó decirle a su madre que dormiría en la casa del más alto, pero eso no importaba en ese momento, nada importaba, sólo esa pareja de tórtolos.
