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[In-Game]

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Un chico castaño se despertaba con pesadez en la cama de su habitación, una habitación que el denominaría una prisión, después de sonar el clásico anuncio matutino el chico ojiverde se encaminó hasta el baño, donde consideró simplemente lavarse el rostro y continuar con la rutina, pero lamentablemente cuidaba detalladamente su higiene, antes de hacerlo regresó a la sección principal de la habitación, buscando en su closet ropa limpia, buscó por un corto tiempo adicional y finalizó su elección.
Su clásico atuendo que llevaba todos los días desde que lo habían llevado a ese macabro y espantoso lugar, al juego de matanza.

Se frotó los ojos y se estiró un poco para así regresar al baño, abrió el agua de la ducha y acomodó lo que iba necesitar para arreglarse después de terminar de ducharse, pero al estar concentrado en sus propios pensamientos y ser hipnotizado por el sonido del agua cayendo y golpeando el suelo no se percató de el sonido de alguien adentrándose en su cuarto.

El heredero al notar que nadie se encontraba en la cama y por fin darse cuenta del sonido de la ducha abierta, decidió entrar al baño cometiendo el grave error de no tocar la puerta antes de entrar, se encontró con el ocupante del cuarto ya casi completamente desnudo en frente de las puertas de la ducha.
—¡Carajo!– El ojiazul se da la vuelta después de haberse quedado paralizado por unos degundos debido a la impresión. Al escuchar el insulto, el ojiverde se volteó inmediatamente para ver con una tremenda expresión de incredulidad al chico alto que ahora yacía parado dándole la espalda, aparentemente sosteniedo su mano en su ... entrepierna.
—¡¿Qué haces aquí?! Salte de aquí, ya– El chico más bajo aunque sin ser visto cubrió su parte íntima, intentando no sonar tan histérico como ya lo estaba.
El ya mencionado entró a la regadera para no desperdiciar más agua de lo que ya había hecho, sintiendo como las gotas lo golpeaban suavemente, al ver como en vez de salir el rubio se acercaba más a él, entró en pánico y se apegó a la pared, sobresaltándose un poco al sentir lo fría que se encontraba, al reaccionar se dio cuenta que el rubio se encontraba parado frente a él con el miembro erecto, desnudo.

—Oh, mierda ¿yo hice eso?– El más bajo preguntó en voz alta, sintiendo cómo sus mejillas comenzaban a arder debido a la vergüenza y confusión.
—De verdad que sí, tienes un cuerpo tan...provocador, tan hermoso– El ojiazul acarició cada centímetro del cuerpo del más bajo con deseo y lujuria, haciéndo que el mencionado tuviera escalofríos y dejara salir un silencioso jadeo que delató que él también había caído bajo el efecto de la excitación. Lentamente sus caras comenzaron a acortar su distancia, uniéndo sus labios en un beso que buscaba con gran desespero calmar el hambre de ambos, pero eso no era suficiente para ninguno.

El rubio volteó al castaño, haciendo que quedara mirando la pared, con dulzura pero bastante pasión comenzó a acariciar los glúteos del ojiverde, sacándole continuos jadeos y suspiros cargados de excitación. Al sentirse tan desesperado, ahora lo que rozaba contra la piel del castaño no eran las manos del heredero, sino su miembo.

Al sentir ese tacto ambos de sentían cada vez más desesperados.
—Mételo, mételo ya– El afortunado chico chilló con anhelo, el joven con lentes sin meditar ni pensarlo dos veces acató su órden, yendo tan lento como se permitiera a sí mismo. El castaño gemía y sollozaba, combinando el dolor con el placer que sentía.
El rubio en cambio trataba de contenerse, lamiendo y dejando cuantas marcar pudiera en la espalda y parte trasera del cuello del chico de ojos verdes. Cuando ya habían pasado unos pocos minutos el rubio comenzó a moverse con suavidad y cautela, sentía como las estrechas y calientes paredes del chico más bajo abrazaban de una forma maravillosa su miembro, haciéndole más complicada la tarea de no lastimarlo.

Al pasar un minuto el ritmo aumentó, se movían más rápido y los sonidos obscenos igualmente incrementaron, en aquel baño únicamente se escuchaban los gemidos, jadeos y lloriqueos de los chicos acompañados por el agua cayendo sobre ellos.
Llegaron a un punto a que las embestidas adaptaron un ritmo más brusco y con más velocidad, volviéndolos locos a ambos.
—Mierda, mierda me vengo Togami– El más bajo gritó, las lágrimas en sus ojos caían incontrolablemente, finalmente sintió como un líquido caliente y espeso llenaba su interior, al mismo tiempo que el suyo ensuciaba el suelo.

—Ugh, y yo solo quería bañarme ¿era necesario todo esto?– Interrogó el afortunado, sus piernas estaban temblorosas, y al estar ya en la ducha aprovechó para limpiarse los fluidos que habían en su cuerpo.

—Totalmente– El heredero cargó en sus brazos al ojiverde, dejando un suave beso lleno de ternura en su frente.

under the effects of erotism; naegami.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora