No me culpo por amarla.

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Hola chiquill@s, espero que estéis bien, aquí tenéis otro capitulo.


Han pasado unos días y no veo a Mercedes, los días se me pasan muy lentos, la añoro, las clases se han suspendido, no se hasta cuando, Nicanor solo sale de la casa para ayudar a las personas del pueblo e insistido en ir ayudarlos, pero como buen hombre machista que es, no me deja poner un pie fuera de la casa, que suficiente tiene como para estar pendiente de mi afuera, insisto que ya no queda agua, solo barro y los destrozos de algunas casas.

Hablamos poco, últimamente esta bebiendo mucho y lo mejor que puedo hacer es no decirle nada, viene cansado y solo me limito hacer los quécheres de la casa, para que cuando venga solo tenga que servirle de comer, viene demasiado cansado para insistirme y yo lo agradezco. Solo salgo a la puerta de la casa para limpiar la puerta que aun no queda limpia del todo o simplemente no quiero limpiarla a la perfección, ya que son los únicos minutos que puedo salir y sentir el aire fresco.
Las horas se me pasan lentos, intento distraerme, me quedo en la sala leyendo y haciendo punto cerca del teléfono, nadie llama... bueno ella no llama, no puedo querer mas salir de esta casa, quiero sentir su calor junto al mío, llevo solos unos días sin verla y mi cuerpo la pide a gritos, pienso en sus labios rosados y carnosos, me relamo, cierro los ojos e intento visualizarla, cuando entre aquella mañana a la aula, donde la vi por primera vez a la luz del día, donde me perdí en sus ojos verdosos, en como me miraba, como si fuera su enemiga y como pasaba los días y me hacía mas su aliada, en como me llamaba la atención y no hice nada por pararlo, mi cabeza siguió pensando en ella, hasta visualizarla la primera vez que la tuvo entre mis brazos, en como torpemente la hice el amor, como si fuera la primera vez que lo hacía, como mis manos y mi cuerpo temblaban.

El calor aumentaba, aquella mañana se había duchado y puesto un camisón ya que no hacía mucho mas en el día, cambio de postura al sentir como un calor comenzaba a crecer y su interior comenzaba a humedecerse, se mordió los labios, se movió un poco, cerro sus piernas con fuerza, su interior salto inmediatamente.

¿En que momento la mire con otros ojos?- me preguntaba una y otra vez, mire por la ventana intentando buscar esa respuesta y distraerme -Imagino que me gusto desde la primera vez que la conocí, solo que mi ser no dejo pasar ese sentimiento e intente esconder lo que yo un día fui o lo que siempre fui.

-¡A quien voy a engañar!, yo siempre supe mi secreto, que lo quisiera esconder, era otra historia- cerré de nuevo mis muslos, me gustaba ese sentimiento, sentía como mis mejillas cogían temperatura, cerré los ojos.

-¿Barbara?- le llamo Nicanor desde algún punto de la cocina.
-¿Si?- sobresalta -¿ocurrió algo?- se reacomodo y cogió su libro.
-Podrías decirme como va el hervidor del agua, quiero beberme un té antes de irme.
-Tu como siempre Nicanor... llevamos un año acá y aún no aprendes- suspira, sonríe y se dirige a la cocina.
-Bueno Bárbara, en cambio yo hago otras cosas... tengo otros labores- la hace un sitio.
-Tendrás que aprender si algún día me voy- dijo sin pensar, prendió el fuego y lleno la tetera.
-¿Como?, ¿Cuándo te vayas?, ¿Y donde te irías si se puede saber?, tu sitio es conmigo- contesta un poco enojado- Eres mi mujer.
-Bueno no voy a irme, me refiero cuando estas acá un día y yo este ocupada en clases, o tenga que irme de viaje a Chillan- lo coloca en el fuego- me refería que tienes que aprender algunas cosas para poderte defender si pasara algo, no tendría que pasar nada por lo general- le sonríe- mira ahora tienes que esperar que se caliente y cuando pite lo apagas- le señala.

-También tiene razón, igual no se me da mal algunas cosas.
-Yo no dije que fueras completamente inútil, mírame a mi, no soy una total ama de casa, cada uno tiene sus fuertes, yo nunca me imagine llevar una casa... y cuando te conocí tuve que aprender muchísimas cosas- sonríen.
-Tan jóvenes que éramos- se acerca para tomarla en sus brazos.
-Muy inocentes aún- le acepta el brazo.
-Igual no lo hemos echo tan mal, ¿no?

Contra viento y mareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora