CAPÍTULO 12

16 0 0
                                    

Lo primero que sintió en cuanto supo la noticia del regreso de su padre fue miedo de volver a los infiernos. La fantasía que rondaba hace días en su cabeza tomó forma y se atrevió a comunicárselo a su hermano. En consecuencia, él le consiguió una plaza en el prestigioso instituto La Élite.

Ahora se encuentra vagando por los pasillos para encontrar el despacho de la directora.

—¿Necesitas ayuda? —la intercepta un chico de pelo largo y un estudiado flequillo que provoca sensación de despeinado.

—Buscaba el despacho de Vera Maroto —responde Lu, percatándose del aire familiar que le evoca el chico—. ¿No serás tú Manuel?

—¿Manuel Esteve?

Ella asiente.

—Creo que nos hemos visto alguna vez, cuando solíais quedar los cuatro —le explica Lu.

—¿Los... los cuatro? —titubea él.

—Sí, Ana y tú, Marina y mi hermano. Lo siento —se disculpa, no quería ponerlo en un compromiso—, no quería recordarte a Ana, sé que ya no estáis juntos, pero...

—No te preocupes, está superado —contesta el chico sin darle importancia.

—¿Y qué haces por aquí? —cambia ella de tema.

—Estoy haciendo prácticas, vengo todos los miércoles.

—Ey, Gon —los interrumpe otro chico de semblante casi idéntico—, muy bien la clase de hoy. Tu propuesta del canelón de chocolate blanco me ha recordado mucho a uno de mis platos de la final.

—Gracias —responde el aludido, rojo como un tomate.

—Un momento... —murmura la chica, observado a los dos alternativamente— ¡Eres Manuel! Soy Lu, la hermana de Jacobo —se presenta.

—¿Ah, sí? —responde el verdadero Manuel— Hace mucho tiempo que no lo veo. ¿Cómo le va todo?

Ella le explica brevemente su situación familiar, hasta que Manuel la interrumpe con delicadeza:

—Siento cortar así, pero tengo que irme ya, que no quiero perder el tren.

—¡Un placer haberte visto! —exclama. Y en cuanto ha desaparecido, se dirige hacia Gonzalo—¿Por qué has fingido que eras él?

Gonzalo arruga la frente y le responde en tono serio.

—El despacho de la directora está al final de este pasillo, la segunda puerta a la izquierda.

Acto seguido, se marcha de su lado. Lu, confundida y preocupada por el chico, prosigue con su tarea. Vera tarda unos minutos en atenderla, tiene a su hermano al teléfono.

—¿Tú que hacías en los ratos libres en la universidad? —le pregunta Eliot a su hermana— ¿Leías algún artículo en la cafetería, fumabas en la puerta de la facultad o avanzabas faena en la sala de ordenadores?

—¿Y ese interés por mi época universitaria? —se extraña Vera.

—Estoy en el campus de Poblenou —confiesa.

—¿Qué haces ahí?

—Es una larga historia, si todo va sobre ruedas ya te la explicaré. Te dejo, que me toca hacer el paripé.

Vera resopla, su hermano es único. Suena raro lo que le ha contado, pero sabe que no le está mintiendo. Parece en mucho mejor estado.

Le da paso a Lucía Azcárraga y pasan una agradable charla sobre el funcionamiento del instituto.

ReconstrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora