Capítulo 1: Desaparecidas.

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-Buenos días queridos habitantes de San José de las Lajas- Habló la perra de Mónica a través de la pantalla del televisor. Otra vez usaba ese conjunto de falda y bléiser púrpura que le daba un tono amarillento a su piel. ¿Pero a quién le importaba eso? Desde luego a nadie le preocupaba que su piel tuviera la coloración de una cáscara de plátano, todos hacían más énfasis su espléndida cara y su cuerpo curvilíneo.

«Algunas personas habían sido dotadas con belleza exterior y un selecto grupo, con belleza interior, ese tipo de belleza que no se podía ver, pero que sí se podía sentir»

Dijo mi conciencia imitando las palabras de mi fallecida madre, y no pude evitar rodar mis ojos, como si estuviera cansada de escuchar esa frase, como si ella estuviera justo a mi lado repitiéndola una y otra vez.

La pantalla mostraba que Mónica se encontraba junto a la alcaldía del pueblo y varias personas la rodeaban queriendo saber la noticia de primera mano, todos tenían cara de curiosidad, y eso era muy común. Nunca pasaba nada interesante, todos vivíamos bajo las rutinas implantadas por el alcalde y hasta ahora todo marchaba bien, pero hace un par de días, desapareció una jovencita del lado sur, y todavía no daban respuestas sobre el caso, esto tenía al pueblo revuelto, algunos estaban eufóricos por la noticia, otros preocupados, y yo, bueno, yo estaba normal, calmada, seguramente la chica había decidido escapar de casa, ya saben, uno de esos dramas adolescentes, todos lo hemos hecho alguna vez, y los que no, lo han planeado.

Puede que la chica estuviera con algunas amistades o con algún novio; a mi parecer, todo era demasiado exagerado; por favor, habían pasado solo dos días y el pueblo parecía estar en un completo apocalipsis. Algunos establecimientos cerraban más temprano de lo normal, todos tenían cerradas las puertas y las ventanas de sus casas y el alcalde había establecido toque de queda, todo esto por una niña estúpida que quería llamar la atención.

Quise relajarme un poco ante los acontecimientos y tomar un sorbo de mi café ayudó, el líquido caliente entró por mi organismo haciendo que se disipara toda incomodidad a causa de las recientes noticias, a lo mejor mi reacción no era la mejor de todas.

«¿Dónde está tu empatía?»

Me pregunté a mí misma; odiaba esa vocecita en mi interior que me decía que hacer.

«Sé buena. Compórtate. Aleja esos pensamientos impuros.» Eran las frases que más se repetían, pero sobre todo la que más odiaba era: «Eso no le agradaría a tu madre.» Esa frase, esa estúpida frase era la que me hacía retroceder enseguida de mis deseos carnales y hacer su voluntad. ¿Cómo podía una persona tener tanta influencia aun estando muerta?

Mi pobre madre, cada vez que me acordaba de ella, venían a mi mente las imágenes claras de su muerte, un hecho demasiado fuerte de asimilar y luego de cinco años seguía consumiéndome por dentro, atormentándome en las noches como fantasma del pasado que se negaban a dejarme en paz.

-Estamos en la alcaldía para buscar noticias sobre la desaparición de Sofía Rose Grandon -Habló la castaña una vez más interrumpiendo mis pensamientos.

En ese memento la cámara proyectó las imágenes correspondientes al establecimiento, las paredes estaban pintadas de un amarillo mostaza qué hacía resaltar el color marrón de las ventanas y las puertas de aquel lugar. Aquel edificio antiguo que consistía en solo dos pisos siempre era pintado con los mismos colores, así como todos los establecimientos pertenecientes al gobierno, más de una vez los habitantes habían insistido en cambiar esos colores tan tétricos por otros más alegres, pero el alcalde insistía que eso solo generaría más gastos y el fondo no podía permitírselo, solo era una tonta escusa, pero bueno, supongo que la política funciona de esa forma.

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