Abrí mis ojos de súbito al sentir como un trueno impactaba en algún lugar cercano a mi casa, la luz del relámpago llenó mi habitación haciendo que la oscuridad desapareciera por un instante, siendo remplazada por una estela morada, la cual en su corta estancia fue acompañada por un gran estruendo que me hizo dar un brinco sobre mi cama.
Fuera de la ventana podía escuchar como las gotas de agua caían en masa sobre el asfalto de la carretera, el sonido era constante y parejo, como si estas se pusieran de acuerdo y se fundieran en una gran banda sonora que acompañaba la noche furiosa, parecía que el cielo estaba triste y enojado, como si tuviera vida propia y llorara por los crímenes atroces que ocurrían en el pueblo y como si fuera algo contagioso también comencé a llorar. Lloré por las desaparecidas, por todo el dolor de sus familias y por qué tenía miedo de quien pudiera ser la siguiente víctima.
Otro relámpago volvió a impactar en algún lugar cercano, el fuerte ruido no se escuchó tan potente como el anterior, pero aun así hizo que volviera a dar un brinco y me distrajera de mis propios pensamientos. Mi respiración se volvió agitada y mi corazón se me quería salir del pecho, parecía que recién había corrido un maratón, pero no, todo se debía a los nervios y al potente ruido que había escuchado; sin duda, el cielo estaba de mal humor, a juzgar por el torrencial que caía de las nubes, parecía que se iban a caer en cualquier momento. En San José las lluvias solían ser así de potentes la mayoría de las veces, y estaba convencida de que el pueblo era como un imán gigante para los relámpagos.
El fuerte viento golpeó el vidrio de la ventana de mi habitación y esta se abrió de súbito ante el fuerte empujón de aquel bribón invisible que se coló en ráfagas sonoras a mi cuarto acompañado por unas cuantas gotitas de agua curiosas que entraron sin permiso a través del espacio cuadrado en la pared.
Las cortinas bailaron ante la invitación del viendo, como coquetas damiselas incapaces de resistirse ante los encantos de un apuesto caballero. Pero ahí estaba yo para impedírselo, me puse de pie, apartando las sabanas de mi cuerpo y colocando mis pies descalzos sobre la suave y cálida alfombra al pie de mi cama, las pelusas de esta me hacían cosquillas mientras que mis pies se deslizaban sobre la superficie peluda, pero ante mi cometido decidí ignorar estas sensaciones y me acerqué a la ventana para cerrarla de una buena vez.
Esta hizo un poco de resistencia ante la fuerza del viento, como suplicándome que le permitiera quedarse de esa manera un poco más, pero me neque; tomé uno de los bordes, apliqué un poco de presión para que cediera y una vez cerrada la aseguré para que no volviera a abrirse.
Estuve a punto de regresar de vuelta a mi cama, cuando otro relámpago volvió a aparecer llenándolo todo con aquella luz morada que iluminaba de manera instantánea los recovecos oscuros de la noche, la calle se llenó de esta y por unos segundos me pareció ver algo a través del vidrio de la ventana, debido a la rapidez de los hechos no pude fijarme demasiado, pero me pareció ver una figura humana parada en la acera de enfrente entre las sombras y las gotas de agua, la luz del rayo se marchó tan rápido como llegó, de manera imprevista y sin avisar, y no pude ver nada más, la oscuridad volvió a hacerse presente impidiendo llenar mi curiosidad y descubrir que había sido lo que creí ver.
¿Acaso alguien me estaba observando? ¿Qué tal si yo era la próxima víctima?
«Ya quisieras» Se burló la voz de mi conciencia
«Tú y yo sabemos lo poco popular que eres, si alguien decidera acosarte habría que tomarlo como un alago en lugar de un peligro»
La odiaba, odiaba que tuviera tanta razón, y odiaba que se burlara de mi en momentos donde no era factible su presencia, pero ahí estaba esa vocecita interna que se encargaba de lincharme y de hacer comentarios fuera de lugar cada vez que tenía oportunidad.
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Desaparecidas
Mystery / ThrillerMaggie Mendes es maestra en una escuela primaria de San José, un pequeño pueblo donde nunca pasa nada raro e interesante; todos se conocen, todos son cercanos, todos tienen la certeza de que viven en un lugar seguro; el pueblo se ha mantenido bajo e...