Capítulo 8: Un caso sin resolver.

21 13 3
                                    


Me encontraba encerrada en aquella celda poco espaciosa con mi cuerpo sobre aquella cama tan dura y la cabeza apoyada en la pared. Una toz seca salió impulsada desde mis pulmones, mi pecho ardió ante este acto y se contrajo al dejar escapar el aire de aquella manera tan abrupta, el frio y la humedad habían provocado ese estado en mí, el dolor en mi garganta me indicaba que estaba próxima a adquirir un fuerte resfriado.

Ante la idea de una posible enfermedad estiré la manga del jersey que tenía puesto y escondí mi mano en su interior con la intención de buscar más calor dentro de esta, como si aquel acto pudiera servirme para algo.

Había pasado toda la noche en vela, el sueño se negaba a aparecer ante las incomodidades que estaba sufriendo, y no solo eso, la preocupación de lo que sería de mí también me afectaba, mi mente no paraba de gestionar las circunstancias en las que me encontraba, misterios sin resolver cabalgaban sin rumbo en mi cabeza y por más que quisiera darle una respuesta lógica a todos los acontecimientos, no podía, no sabía cómo entrelazar los cabos sueltos. Era como si nada tuviera lógica, como si nada tuviera sentido.

-Buenos días señorita Mendes. -Reconocí esa voz al instante, y me sonó un poco raro que utilizara ese saludo, ni siquiera me percaté de que ya se había hecho de día. Un sonido metálico lleno el silencio de aquella celda, las llaves repiqueteaban chocando unas con otras, y con el mismo hierro de los barrotes.

Un chirrido se escuchó cuando el sheriff Brandon abrió la reja y sus botas les dieron banda sonora a sus pasos. Yo ni siquiera le devolví el saludo, solo me limité a mirarlo con mala cara. -Su nuevo abogado la espera en la sala de visitas, pero antes es necesario que me dé una muestra de sangre, los peritos encontraron mucha sangre en la casa de Morgan, sabemos que parte de esta pertenece al perro, y según su declaración este mordió al supuesto encapuchado, así que queremos hacer una comparación, si su ADN no coincide, será liberada. -El sheriff sacó del bolsillo de su pantalón lo que parecía ser un kit médico diminuto, que consistía en una cajita metálica, en la cual, estaba segura, que llevaba todo lo necesario en su interior para el procedimiento.

Yo no dije nada, me quedé callada mirándolo con odio, depositando una mirada malévola en él, como si en verdad fuera una criminal que era capaz de acabar con su vida ahí mismo, como si en verdad fuera una persona peligrosa. Pero no lo era, puede que fuera un poco roñosa, malhumorada y un tanto maleducada en ocasiones, pero no era capaz de matar a una mosca.

«¿O sí?»

-Le advierto que, si no está dispuesta a colaborar, su negación puede ser mal vista por la corte cuando llegue el día del juicio, y su situación puede empeorar; ya conoce el dicho, el que no la debe no la teme, así que usted decide señorita Mendes. -Mi nombre bailó en su boca al final de la frase y aquello se sintió como una burla, como un recordatorio de que, ahí, en esa celda, bajo esa circunstancia no era más que un nuevo recluso del cual se podían mofar y esto no me gustó. nada, pero sabía que, si me defendía o hacía algo indebido, o que mínimo, no les gustara, me vería envuelta en una situación mucho peor que en la que ya me encontraba, y desde luego no quería eso, así que actué como el más obediente cachorro, y de verdad, odié eso de mí.

«No te preocupes Maggie, algún día nos vengaremos y este idiota, tragará lodo y será comido por gusanos cuando acabemos con su existencia»

Mi conciencia soltó la peor amenaza que pude idear, sonó tan macabra en mi mente que yo misma me di miedo.

-Haga lo que tenga que hacer. -Dije sin más, agotada con aquella situación; cuanto antes comenzara antes se largaría de mi lado y me dejaría en paz.

Desaparecidas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora