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—¿No te levantarás? Llevas toda la tarde acostado.

—No, odio levantarme.

—¿Tampoco te bañarás?

—Odio bañarme.

—¿Lavarte los dientes?—Seungmin gruñó, con el dolor de su alma tendría que mentir.

—También lo odio.

—¿Comer?

—Me aburro al masticar—su madre suspiró, entrando a la oscura habitación—No enciendas la luz, me gusta estar a oscuras.

—Pf, me alegra que algo que te guste además de Hyunjin—Seungmin se cubrió la cabeza con la almohada, tenía el rostro rojito.

Hasta su madre lo sabía y no el protagonista de sus sueños.

—¿Qué haces aquí? Hace un par de días me dijiste que irías con Hyunjin a una fiesta—sintió a su madre en el colchón reocstarse a su lado, tirando de a poco su brazo para abrazarlo—Dime qué pasó terroncito de odio.

—No pasó nada, ese es el problema—su madre le acarició la cabeza, juntando ambas frentes—Él ahora está en una cita, y me dejó aquí.

—¿Una cita?

—Sí, con un feo de su clase de arte—Seungmin imitó una cara de asco, causando la suave risa de su madre—Yo lo iba a invitar a la fiesta, como una pareja—lo último le salió como un susurró, le daba pena tener que estar contándole sus problemas a su madre.

—Lo sé, estabas nervioso por su reacción—recibió un beso en la punta del cachete—Hyunjin lo sabe, cariño.

—Si lo supiera me rechazaría como un buen amigo y no evitaría el tema, mamá—Seungmin se acomodó más cerca, el calor de su madre le tranquilizaba—Piensa que yo estoy con un universitario, le expliqué que no iría con ese hombre ni aunque yo fuese un mayor de edad, pero parece que se rehusa a ver que yo lo quiero a él. Es un ciego.

—Espera, me perdí—Seungmin también, no estaba seguro de nada—¿Qué universitario?

—Es una larga historia—no andaba con paciencia para contársela—En parte lo entiendo, estaba preocupado por mí.

—No entiendo—Seungmin le hizo una seña para que se callara, estaba inspirado.

—Pero le dije que debía buscar a otra persona para ir, alguien de mí edad, un amigo, alguien que tuviese la misma amargura en el alma.

—¿Y?

—La indirecta le resbaló como mantequilla—la carcajada de su madre le hizo reír, solo un poco—No es chistoso, es trágico.

—Perdón, perdón—a pesar de la oscuridad percibía la extensa sonrisa de burla de su progenitora—Creo que deberías ser más directo, digo, los dos.

—Es muy tarde—Hyunjin estaba en la cita, olvidando la promesa de odiar juntos, de envejecer en una casa de campo alejada de la sociedad para finalmente ser felices en su rancho repleto de vaquitas, perritos y caballos.

Se cancelaba su futuro de ensueño.

—Lávate los dientes por lo menos—Seungmin quedó con los brazos abiertos cuando su madre se levantó, estaba cómodo en su pecho—Pareces muerto, ponte de pie.

—¡Bieeeen!—su madre encendió las luces, ordenando rápidamente la ropa esparcida—Déjalo así, yo lo hago.

—Ahora, Seungmin—levantó las manos inocente, parándose para hacer caso a las órdenes—Odio que tengas tu cuarto desordenado.

—Ay, por fin tenemos cosas en común—fingió una melosa voz, juntando los labios en un puchero—Dos odiosos, de tal madre tal hijo.

—Silencio, ve a lavarte—Seungmin avanzó al baño, no entendía para qué debía arreglarse si ya era tarde, no es que fuese a salir solo.

Al llegar a la habitación se preguntó si debía acostarse a dormir o leer un libro, desde hace tiempo no lo hacía, estaba demasiado distraído por su relación con Hyunjin. Le haría bien tener la mente ocupada, no quería recordar o interrogar al cielo en qué andaba su mejor amigo, no le correspondía, además de ser increíblemente masoquista.

—¡Mierda!—un golpe en la ventana le sorprendió, estaba a punto de echarse a la cama a leer.

Se acercó lento, corriendo las cortinas para ver qué o quién había sido el del golpe en el vidrio. Se echó hacia atrás asustado, otra piedra había rebotado en el cristal.

La oscuridad del exterior no le dejaba ver más allá de su propio reflejo, así que la abrió con cuidado de que no le llegara una en la cara, era lo único que le faltaba para terminar la semana.

—Hola—Seungmin se apoyó en el ventanal, contemplando sorprendido la tímida sonrisa del apuesto chico en su jardín.

—¿Qué haces aquí?—tragó intranquilo, le temblaba la voz—Tengo una puerta, podrías tocar.

—Tu madre me dijo que escalar a tu ventana era más romántico—Hyunjin estiró las piernas, señalando inquieto la lisa superficie.

Seungmin no sabía cómo iba a escalar la pared.

—¿Estás loco? caerás—no, su madre era la loca.

—No negaste que era romántico—Seungmin notó la seguridad, Hyunjin estaba decidido a hacerlo solo porque así haría volar su corazón.

Hyunjin no necesitaba hacerlo volar, necesitaba amarlo, protegerlo y mantenerlo en un lugar seguro, cercano al suyo.

𝐡𝐚𝐭𝐞𝐫𝐬/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora