cheers! © namjin

00 - Prólogo.

—¡Golpeala, carajo!

—Cállate imbécil, él sabe lo que hace.

—Está dándola vuelta hace veinticinco minutos. ¡Anota!

—Ya anotan, ya anotan. Seokjin es el mejor y no dejará que les ganen por un mísero punto. El equipo de porristas va bien, pero debes ir a decirle al líder Namjoon que preparen la ovación cuando Jin anote.

—Entendido.– asintió y comenzó a bajar de las gradas entre toda la gente hasta llegar al grupo que gritaba y para su parecer decían incoherencias en modo de aliento.– Hey chico!

—Sigan, sigan!– gritó hacia las chicas que hacían la pirámide sonrientes, pero volteó a ver al hombre que lo llamaba a unos metros y apretó los labios.– Sigan, vuelvo en un segundo. Jackson tú mandas.– señaló al chico el cuál festejó, y trotó hasta el tipo castaño cruzado de brazos que miraba el partido haciendo muecas.– ¿Y bien?

—Si, umh tú eres el capitán de las porristas ¿no?

—En realidad somos los, porque hay hombres también y-

—Como sea, preparen la ovación más grande para cuando Kim anote.

—¿Kim Jungwoon?

—No idiota, Seokjin, el mejor jugador del equipo y capitán. ¿No es obvio?

Namjoon frunció el ceño y miró a la cancha, dónde él chico que todos adoraban corría felizmente para atrapar el balón y sus amigos y todo el público lo alentaban.

Chistó.

—Olvídalo viejo. Sólo es Kim Seokjin, ni que fuera la gran cosa.– volcó los ojos y se dió media vuelta frustrado, dispuesto a volver.

—Espera! Si lo hacen... podría garantizarles más reconocimiento que él. Incluso todos ustedes tendrían la oportunidad de hablarle, ¿qué dices?

Namjoon frenó sus pasos y bajó la mirada, abriendo un poco más sus ojos.

Su corazón latió cuando mencionó "hablarle", y lo odió por eso.

Si, él detestaba a Kim Seokjin. ¿Por qué el tipo tenía tanta popularidad y cariño? Era un engreído que no merecía nada de lo que tenía por tramposo.

Pero su corazón pensaba lo contrario, y se emocionaba cada que lo veía sonreír al ganar un partido y festejar como un niño.

Desde que lo conoció quiso hacerle la vida imposible, y quizás, esa era la oportunidad de oro.

—Le haremos la mejor ovación a ése imbécil. Créame.

—¡Hey idiota! ¿Por qué no me alientas en ningún partido?!

C H E E R S !

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