Capìtulo 12

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STEPHANIE

Cojo aire y mis pulmones se llenan de aire puro y limpio. Miro a mi mano que esta enlazada con la suya en un agarre fuerte, un agarre que parece que nunca vaya a soltarse.

Su perfil es simplemente perfecto, una nariz puntiaguda, unos pómulos altos y fuertes y los labios más bellos y carnosos que he visto. Él se da cuenta de cómo mi mirada se embriaga de todo él, un atisbo de sonrisa aparece provocándole un hoyuelo que me haría pararlo ahora mismo para mordérselo si pudiera.

Hoy es un día tranquilo, Kempner Park es indudablemente mi sitio favorito del mundo. Saber que llevo toda mi vida viviendo en Galvestone y nunca haber venido aquí hace que me dé cuenta de que estado perdiendo mucho tiempo de mi vida, mucho tiempo que no podré recuperar...pero ahora, que estoy aquí con Adam, como si no hubiese ninguna preocupación, solo andando por la hierba entre árboles y arboles enormes, sentir su aliento en mi cuello cuando me rodea, sus brazos abrazándome fuertemente....hace que valga la pena todo.

Él me besa en el cuello y me encojo ante sus labios fríos, siento su sonrisa aparecer por mi reacción y necesito verlo, sus ojos azules calmados provocan la típica subida de mis pulsaciones al verlos, las puntas de su pelo negro perfectamente alborotado sobresalen del gorro gris que lleva, esta horriblemente guapo, y las mujeres se han dado cuenta-por supuesto-,los pantalones que trepan por sus piernas perfectamente tonificadas y la chaqueta que abraza su ancha espalda provocan que las mujeres no puedan evitar darse la vuelta al verlo pasar ,soltando sonrisitas tontas o miradas de fóllame si puedes aunque yo esté perfectamente al lado de él, pero le da igual ,solo me mira a mí, solo me besa a mí, solo me abraza a mí.

Es mío. Sonrió.

-¿Por qué sonríes?

-¿Tiene que haber una razón?

-Supongo que sí...aunque me gustaría que no, así podría verte sonreír más veces.

Y encima si dice estas cosas....

Cojo su labio inferior entre mis labios, tirándolo, mi lengua entra en su boca a por ella. El gruñe satisfecho y yo tiro más de su labio. Adam me rodea con un brazo, su otra mano traza mi barbilla, mi cuello, la clavícula...

-Eres preciosa.

Nuestros labios se juntan en un golpe, ahora calientes, húmedos y seguramente hinchados, pero nos da igual, preferimos todo eso a nada.

Quiero decirle lo hermoso que es, quiero decírselo... 

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-Aquí está, como nueva-dice el encargado.

Adam coge su guitarra, que ahora tiene nuevas cuerdas y por lo que veo está más oscura que antes. Tras el paseo recogemos su guitarra cerca de la Avenida Norte donde vive Adam, la tienda escondida entre tiendas de tattos y 24 horas esta alborotada de todo tipo de instrumentos, baterías, pianos, guitarras eléctricas y todo tipo de accesorios que necesites, seguramente los encuentres aquí.

Miro las paredes llenas de fotografías de cantantes, Jimmy Hendrix, The Doors, Bob Marley y muchos más adornan el establecimiento, sin quitar a las perfectas guitarras, todas relucientes y de todos los colores y tamaños. Una guitarra me llama la atención, no es la guitarra en si lo que hace que me acerque más a ella si no la escritura negra sobre ella.

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