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Le hervía la sangre de rabia, estaba tan enojado, como ese imbécil se hacía llamar tu esposo, como se atrevía hablarte así, no le daba vergüenza?
Toji estuvo al borde de golpear a Naoya ahí mismo, -sería muy malo que golpe su rostro? de igual manera podría noquearlo con un solo golpe- pensó mirando a Naoya.
—Papá no— susurro.
Miro a su hijo -como mierda sabe ese mocoso lo que quiero hacer?- pensó mirando a su hijo.
Toji te miro, mirabas el suelo, no hacía falta mirarte a los ojos para saber que estabas aguantándote las ganas de llorar.
Verte así y no poder hacer nada lo enfureció, desvió su mirada de ti y miro a Naoya y el seguía ahí, sentado como si nada, leyendo los papeles que estaban sobre la mesa.
Cuando te fuiste de la habitación, Toji tuvo que aguantarse sus ganas de golpear a Naoya por lo menos media hora mas. No le interesaba lo que hablaba, sabía que realmente Naoya le interesaba mas Megumi que hablar con el.
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Por fin termino esa estupida reunión, quería verte, sintió la necesidad de estar contigo y sabía donde ibas a estar, camino con rapidez por el jardín, llego al lugar y tenía razón, ahí estabas, sola.
Tus ojos rojos al igual que tu nariz, lagrimas caían por tus mejillas, mordías tu labio para no llorar de manera fuerte.
Una fuerte presión en su pecho se hizo presente al verte así, pensó que solo ibas a estar un poco triste, pero no pensó que realmente ibas a estar tan mal.
Al sentir su presencia, subiste tu mirada e hicieron contacto visual, no era tu mirada de siempre, esa mirada pícara que siempre le ha parecido tan llamativa e interesante no estaba, tus ojos estaba apagados.
Sin esperar se acercó a ti, no hablo, no sabía que decir. Simplemente te atrajo hacia el y te abrazo con fuerza, sintió como te acomodaste contra su cuerpo, dejaste tu mejilla en su pecho y lo abrazaste por la cintura.
Seguías llorando, tus sollozos eran retenidos por su pecho, Toji podía sentir como tu cuerpo temblaba contra el suyo, estabas indefensa y te aferradas a él.
Te tenia abrazada con fuerza, el no servía para consolar a gente, no sabía que decir, a si que solo se limitó a abrazarte. Te estabas calmando y él iba a tener que decirte algo y no tenía ni la menor idea de que podía decir para hacer sentirte mejor.
