Pesadilla

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Izuku corría desesperado entre los árboles, esquivando pequeños troncos y ramas que se encontraban esparcidos por el suelo y amenazaban con hacerle caer. Por sus rosadas mejillas caían saladas lágrimas que empañaban su visión y dificultaban su avance por el frondoso bosque.

Midoryia no tenía ni idea de cuánto tiempo había estado corriendo y tampoco le importaba. Su mente estaba inundada por pensamientos caóticos y oscuros que amenazaban con arrebatarle la cordura, susurrándole una y otra vez cosas que era incapaz de procesar en ese momento. Por eso corría, escapaba de la realidad que le había tocado afrontar.

Atrapado en sus pensamientos e inundado por la desesperación, el pequeño peliverde fue incapaz de esquivar una prominente raíz que sobresalía de la tierra, cayendo así al suelo. Intentó levantarse pero sus esfuerzos fueron en vano ya que todas sus extremidades dolían y su cuerpo parecía no querer hacerle caso. Agarrándose con fuerza la camiseta que llevaba, comenzó a gritar en frustración, incapaz de contener por más tiempo todos aquellos sentimientos que amenazaban con destruirlo. Por su cabeza pasaron todos los acontecimientos de aquella noche, provocando un aumento en los desgarradores gritos que, sin darse cuenta, Izuku estaba emitiendo.

Después de unos minutos, cuando el cuerpo del pequeño estaba completamente entumecido y sin energía, cesaron los gritos, siendo sustituidos por débiles sollozos.
-Mama... Ma...ma...
El pecoso se sumió en un pesado sueño, plagado de pesadillas.

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Midoryia despertó con lágrimas en sus ojos. La muerte de su madre había ocurrido cuando él tenía apenas 6 años y a menudo tenía pesadillas con ese día. Resignado se limpió las lágrimas con el torso de su mano y trató de incorporarse, notando un agudo dolor en su pecho y espalda. Paró en seco y desistió del intento, paseando la mirada por la habitación en la que se encontraba, dándose cuenta de que estaba en la enfermería de la prisión. Frunció en ceño e intentó recordar lo que había pasado el día anterior. Sus ojos se abrieron con sorpresa cuando por fin recordó cómo había sido atacado por un preso y defendido por otro...

Su mente daba vueltas intentando encontrar una explicación al comportamiento del preso que le había ayudado. Cualquier otro se hubiera unido a la paliza que le estaban propinando pero no Bakugou; él lo había salvado y no solo eso, le había curado y llevado a la enfermería. Observó sus vendajes, todavía conmocionado por los recuerdos y algo cruzó su mente por un momento; la imagen de un niño rubio de ojos carmesí que le ofrecía la mano para levantarse.

Izuku se quedó quieto, intentando retener esa imagen en su cerebro pero le fue imposible. Era tan difusa y había pasado tan rápido que le costaba creer que hubiera sido real, así que se tranquilizó diciendo que seguramente se lo había imaginado como consecuencia de la conmoción que había sufrido por las heridas y golpes. Sin embargo, no se quedó del todo tranquilo ya que ese niño tenía un increíble parecido a Katsuki, el preso que le había salvado de una posible muerte.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una puerta que se abría, por la cual entró la enfermera de la prisión, una joven de melena corta castaña, mejillas hinchadas y rosadas y ojos de color ámbar.

-Veo que ya estás despierto. A tus compañeros les gustará saber que estás bien, llevan horas preocupados.

-Ah, hola Uraraka.

-Vengo a cambiarte los vendajes y limpiarte las heridas, asi que si me permites...-Uraraka se acomodó en una silla al lado de la cama en la que se encontraba tendido el pecoso y se puso manos a la obra- los cortes no tienen mala pinta y al parecer el cristal no tenía ningún tipo de enfermedad conta-

-¿Qué ha pasado con Bakugou?

-¿El preso que te trajo aquí? La verdad que no tengo ni idea, estaba más preocupada por tu condición que por él pero deberías agradecerle, hizo un buen trabajo limpiando las heridas y puede que sea gracias a él que no has necesitado una transfusión de sangre...

Izuku había dejado de escuchar a la castaña hace rato y meditaba de nuevo sobre el parecido entre el niño de ojos rubíes y el rubio que lo había salvado. Que lo conociese explicaría en cierto modo el sentimiento de calidez que le invadía cuando lo veía y sus razones para salvarlo de desangrarse pero dejaba muchos más interrogantes como el porqué no tenía recuerdos suyos ni había pensado en él en toda su vida hasta ese preciso instante.

-Ya he terminado. Deberías quedarte en observación por un tiempo, para poder reaccionar si los cortes se abren de nuevo y desde luego debes tomarte un tiempo antes de volver al trabajo- Uraraka se disponía a irse cuando se volvió de nuevo hacia Izuku- por cierto, me ha dicho Denki que te diga que el preso que te atacó ha entrado en aislamiento esta misma mañana y que permanecerá ahí una semana y media. No tienes que preocuparte más por él.

-Gracias Uraraka.

La puerta se cerró tras ella cuando salió, dejando al herido solo con sus pensamientos. No pasaron apenas 15 minutos cuando la puerta volvió a abrirse. Midoryia iba a replicar, molesto por la interrupción cuando divisó una cabellera rubia y unos ojos rubíes.

-Veo que la bella durmiente ha despertado.

-Llamame así una vez más y acabaràs con mi puño en tu cara.

Bakugou soltó una carcajada y se acomodó en la silla que había sido previamente ocupada por la enfermera.

-Unas gracias no estarían mal-agregó el rubio.

-Tienes razón, lo siento. Mi madre solía llamarme así y desde que ella no está, se me hace imposible escuchar ese apodo.

-Lo siento, yo...

-Te conozco, ¿Verdad?

Izuku formuló su pregunta fijando sus enormes ojos esmeralda en los rojizos que centellearon por un instante.

-¿Te acuerdas?

-Entonces es verdad...

-Izuku, he venido a por tí.

Con un rápido movimiento y aprovechando la confusión del pecoso, Bakugou aplicó un paño bañado en cloroformo en la nariz y boca del contrario, haciendo que todo se tornara negro para él. Lo observó dormido durante unos segundos y se obligó a levantarse de la silla. Debía actuar rápido si quería que todo saliera bien. El rubio sacó de su bolsillo un pequeño transmisor y se lo llevó a la boca mientras miraba con ternura al peliverde desmayado.

-Kirishima, avisa a todos, comenzamos.

Hasta el final (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora