Agosto, 2019

957 93 8
                                    

¡Lo prometido es deuda!

Aquí tenéis el último "flashback" que por fin nos dará paso a llegar a la actualidad.

Espero no marearos mucho con los cambios de narradores, pero es que hay cosas que me gusta hacer desde el punto de vista de uno y otras del otro, sobre todo para que veáis lo que piensan. Aunque sé que seguramente más de una vez os gustaría pegarles a los dos.

Son unos cagados, unos orgullosos y unos tontos. Pero les quiero.




Hande


Estaba más nerviosa que las últimas veces.

Había venido a Berlín varias veces a visitar a Kerem desde que se mudó. Al igual que él había venido algunas veces a Milán para pasar unos días con su familia y amigos. No obstante, esta vez era distinto... ¡Porque me había graduado por fin!

Después de todo el esfuerzo y empeño que había puesto en los últimos años de carrera, había conseguido algo que en su día me parecía casi imposible. Y Kerem siempre fue la persona que más confió en mí en aquel aspecto. Más incluso que Layla y que yo. O, al menos, siempre lo exteriorizó más. Por lo que el primer pensamiento que tuve tras recibir mi diploma fue que quería y tenía que celebrarlo con la persona que más me había apoyado a pesar de los kilómetros que se habían interpuesto entre nosotros.

Pero también debía admitir que su partida había conseguido hacer que mi vida, de alguna manera, se enderezara más.

Le había dicho a Kerem que no hacía falta que fuese a recogerme al aeropuerto, ya que casualmente tenía una reunión bastante importante justo cuando yo llegaba. Pero sí que se había encargado de enviar a un amigo suyo de confianza —el cual ya conocía por veces anteriores— para que me recogiera y me acercara al apartamento de Kerem.

Cuando por fin llegué, me tomé la libertad de estar en su casa como si se tratara de la mía. No estábamos casados, pero era la condena con la que vivía desde que nos conocimos: todo lo mío era suyo, y todo lo suyo era mío.

Espero q cuando llegues tengas hambre... xq menuda cena he preparado —pulsé el botón de enviar.

Y eso de "cena" iba con segundas, porque me había comprado un conjunto lencero muy mono que quería estrenar con él.

Ah, eso entre nosotros tampoco había cambiado. A veces pensaba que íbamos a morir así, sin juntarnos pero sin separarnos, algo a lo que ya me había acostumbrado y que estaba dispuesta a aceptar. Aunque había ciertas cosas que seguían haciéndome sentir algo "dolida", como el hecho de que hubiese un pendiente sobre la mesita de noche de la habitación de Kerem.

Obviamente, yo no tenía ningún derecho a echarle nada en cara. Y menos cuando yo abiertamente seguía viéndome con otras personas y él lo sabía. Nunca había dicho nada al respecto, y yo no sabía muy bien si le molestaba, pero una parte de mí deseaba que lo hiciera. Al menos para no sentirme la única imbécil que estaba emocionalmente implicada en la relación. De hecho, ni yo misma quería aceptarlo, pero a veces, simplemente el pensamiento surcaba gratuitamente en mi cabeza.

Voy pitando —sonreí al leer el mensaje, y entonces corrí para cambiarme de ropa.



Kerem


PerenneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora