Capítulo IV

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¡Hola chicas!

Disculpad la tardanza, dije que iba a subir capítulo ayer o antes de ayer y se me complicó un poco la cosa... Pero bueno, ¡aquí lo tengo!

Espero que lo disfrutéis ❤️ 

PD: No os olvidéis de votar los capítulos y, si podéis, comentar qué os aparecido o incluso sugerirme qué os gustaría que pasara (quién sabe, quizás me dais futuras ideas 😏)



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Capítulo IV


Febrero, 2017

Hande


Sentí  mi corazón encogerse cuando sus ojos se encontraron con los míos tras abrirle la puerta. 

A pesar de que me habría gustado mostrar más determinismo y dureza en mi actitud, ya era demasiado tarde. Estaba segura de que ya me había visto rendirme nada más encontrarme con su mirada. 

Apreté el pomo de la puerta con rabia. No tendría que haberle abierto la puerta, pues ahora sabía que no habría vuelta atrás.

—¿Qué haces aquí? —Le interrogué haciéndome la orgullosa, ignorando adrede la bolsa con el logo de mi pizzería favorita que cargaba en una de sus manos.

—Vengo en son de paz —comenzó, alzando entonces la bolsa para que entrara en mi campo visual—. ¿No irás a negarle la entrada a una pepperoni y a una cinco quesos, no?

Tras sostenerle la mirada durante un par de segundos, me aparté a un lado para dejarle entrar.

Lo observé adentrarse en mi casa como si fuera la suya, pensativa. Llevábamos un mes bastante intenso en el que cada vez que nos veíamos, por un motivo u otro, yo terminaba molestándome con él. Había intentado no darle vueltas a aquel hecho, excusándome simplemente en que era él que se comportaba como un crío y un verdadero egoísta. No obstante, tras una conversación bastante intensa con Layla, me había dado cuenta de que el verdadero motivo por el cual me había vuelto tan susceptible era porque ya no podía soportarlo más: estaba colada por él. 

Pero esto no era como otras veces en las que un polvo me servía para continuar con mi vida. Estaba coladita de verdad. Sentía un mariposeo constante en el estómago cada vez que me dedicaba una sonrisa vacilante o me soltaba cualquier tipo de comentario que se pudiese medio malinterpretar. Buscaba absolutamente cualquier cosa para crearme falsas esperanzas e ilusiones.

Hacía dos noches que nos habíamos peleado; o, más bien, que yo me había peleado. Y es que, hacía dos noches , había sudado de mi por completo para irse a pasar la noche con una alemana que le había presentado su hermano. 

Siempre le habían gustado las alemanas. Yo, muy a mi pesar, les estaba empezando a coger cierta manía. 

No era la primera vez que aquello pasaba, ni por su parte ni por la mía. Nosotros solíamos ser así: esporádicos, sin ningún tipo de plan. Pero, en algún momento de mi vida, yo había empezado a incluirlo en todos mis planes presentes y futuros, y las decepciones que me había estado llevando últimamente no hacían más que abrirse paso en mis pensamientos para darme una dura bofetada de realidad.

PerenneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora