Capítulo 3.- En Ésta No.

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"En ésta no, no me toca ser el que te ama, ni nos toca hacer juntos la cama, ni ver cuerdas de reloj

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"En ésta no, no me toca ser el que te ama, ni nos toca hacer juntos la cama, ni ver cuerdas de reloj. En ésta no no coinciden nuestros universos, ni podemos escribir un verso que describa nuestro amor. En ésta no, no nos toca caminar el mundo, ni viajar hasta lo más profundo de este cielo que se abrió. En ésta no, nuestra historia nunca comenzó..."

(Sin Bandera)

Después de aquel inesperado encuentro, y el regalo que ese osado chico le dio a Dove con su boca, apoyada en ese frio muro, durmieron un rato. Luego de algunos minutos, sobresaltado, al escuchar que estaba comenzando a llover, él abrió los ojos primero, muy despacio, se sentía agotado, y de algún modo, tan feliz, parecía un sueño.

Pero al girar la cabeza y enfocar la vista, supo que era verdad; ella dormía a su lado, y desde la cintura, la pegó más a él, olfateando el aroma de esa cascada castaña que flotaba a su alrededor.

Como pudo la arropó para que no sintiera frío, seguido de acomodar la cabeza en esa improvisada almohada, y se puso el otro antebrazo sobre la frente, mientras suspiraba.

Pese a que lo que estaba haciendo no era correcto, y ese prohibido encuentro con sabor a traición, estaba mal, no sentía culpa alguna; ni siquiera lo rasguñaban los remordimientos.

Esa pequeña princesa le gustaba mucho; le atraía de manera peligrosa, y aunque todavía no evaluaba los alcances de aquella infidelidad, solo quería estar con ella y nadie más.

Su vida estaba en orden, casi armada (Aun faltaba el matrimonio y los bebés para ser completa) con estabilidad en todos los sentidos, independencia, y libre albedrio. 

Pese al compromiso, Su, le dejó muy claro que antes de cuatro años de matrimonio, no le daría hijos, primero quería realizarse como profesional en la compañía donde ostentaba un cargo de alta ejecutiva, viajar por el mundo con él o sus amigas, ya que eso último era su debilidad. 

Ese argumento para hacerle el quite a la maternidad, era totalmente válido, y él no tenía derecho a cuestionarlo; sin embargo, secretamente él soñaba con tener un hijo, y si ese bebé era una niña, mucho mejor.

De pronto, giró la cabeza y así observar a  Dove. Al verla dormida, mirando hacia él, tranquila, serena, con el pelo enmarañado, la boca entre abierta, respirando despacio, le acarició un hombro lentamente, y comenzó a cuestionarse muchas cosas.

Cuando él veía a una chica linda la miraba, se daba vuelta en la calle, o en el gimnasio, no tenía nada de malo, las mujeres también lo hacen; después de todo, los ojos se hicieron para ver.

Pero lo que le ocurrió esa fría mañana en la estación de Cork, fue distinto a todo lo anterior, y es que cuando llegó al andén, estaba sosteniendo una acalorada discusión con su novia.

Ella le exigía que hicieran una gran fiesta en casa de sus padres para celebrar con bastantes aspavientos, el reciente compromiso, invitando a muchas personas para compartir su felicidad.

Relatos Eróticos Sin Final Feliz 2 : Cruzando La Línea de Lo Prohibido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora