Capítulo 4.- Solo Tú y Yo Aceptamos El viaje.

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"Recuérdame cuando mires a los ojos del pasado, cuando ya no amanezca en tus brazos, y que seas invisible para mí, para mí. Recuérdame amándote, mirándote a los ojos, atándome a tu vida. Recuérdame amándote, esperándote tranquila (O), sin rencor y sin medida. Recuérdame, recuérdame. Que mi alma fue tatuada en tu piel..."

(La Quinta Estación)

De manera muy especial, si quieres, puedes buscar en mi lista Spotify: Cruzando La Línea de lo Prohibido. O en YouTube. La maravillosa e inolvidable: Recuérdame, en la voz de la bella Natalia Jiménez  & Marc Anthony . Y así te pueda acompañar hasta el final de las primeras líneas, sino te alcanza, ponla de nuevo. Como una forma muy humilde de agradecerles a todos mis lectores de Latinoamérica. El contexto lo justifica.  Y como la canción del capítulo anterior, si nunca la has oído, vas a emocionarte, como yo lo estoy ahora al escribir estas líneas.

[Cork.Irlanda]

Solo había pasado un mes desde que Dove y Jensen habían dejado de verse, pero debido a sus tristes circunstancias parecieron años.

No podía arrancarlo de su alma, ni de sus pensamientos, cada vez que estaba bajo el chorro de agua, un acalorado flashback de su apasionado encuentro sexual, la azotaba, sentía claramente las manos de Jensen apoderarse de su piel, sus pechos, sus pezones, y recordaba la forma tan exquisita en que recorría su vientre con la lengua o una de sus grandes manos, sin dejar ni un espacio libre.

Deseaba poder decirle que él vivía siempre en ella, día y noche, en sus sueños, en todos los segundos que corrían, en cada lágrima que derramaba, justo como en ese momento.

Porque como en una amarga película, los imaginaba corriendo por el verde campo cerca de la línea férrea, muertos de risa ocultándose el uno del otro, mientras Jensen alzaba las cejas y mordía su labio porque estaba por atraparla entre sus brazos.

Y de pronto todo se nubló, aun sin entender por qué, nunca más lo volvió a ver, la sonrisa y los ojos de su chico bonito se perdieron de su alcance, y para colmo ella siempre estaba pensando en el pasado reciente, el mismo que no la dejaba vivir el presente, porque los recuerdos felices se transformaron de un segundo para otro, en dolorosas añoranzas que le sacudían el corazón.

Bebiendo su propio llanto al irse a la cama cada noche, porque el destino no quiso unirlos otra vez. Aunque lo creían indestructible, de algún modo, el hilo rojo se tensó tanto que al final se rompió.

Ella tomó la decisión, ella fue la que disparó primero, pensando que eso sería lo mejor ¿Para quién? Se cuestionaba un tanto arrepentida, porque en su fuero interno, solo vivía esperando su regreso, ojalá parado frente a su puerta, aunque le tomara toda una vida, ya que con su marcha se había llevado no solo la alegría y las risas que en ese momento estaban rotas, también su corazón y hasta el brillo de sus ojos, puesto que desde esa despedida en la estación se habían apagado.  Pensando que aquel hombre que cumplió su más grande anhelo de mujer, también lo quebró estrellándolo contra el muro de todos sus sueños.

Preguntándose una y mil veces, si eso que sentía era amor, o solo apego, él fue tan dulce, tan considerado, pero al mismo tiempo, tan apasionado, tan fogoso, la hizo vibrar, volar, haciendo que incluso llorara en medio del acto, pero no de tristeza, sino de alegría ya que él, entre besos y caricias la hizo sentir una mujer completa, deseada, llamativa. Jensen Thomas Smart, el único de muchas cosas en su vida.

Ella, seguía con la misma y tediosa rutina, trabajando en la mercería de 8 a 4, luego al mercado para ayudar a sus padres hasta las 6, y de ahí directo a casa, para cooperar con la cena. Los fines de semana eran un asco, trabajo en la granja por la mañana y por las tardes, todas las películas más tristes que pudieran existir en el mundo, comiendo helado, llorando a mares hasta quedarse dormida.

Relatos Eróticos Sin Final Feliz 2 : Cruzando La Línea de Lo Prohibido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora