CAPÍTULO 23

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Narra Anthony

Después de aquel día, me ha quedado claro que ahora Natalie tenía una linda chica con quien pasar sus ratos. Siempre que paseaba por la universidad con mis dos mejores amigos, Alejandro y Mateo, podía encontrarme con este par, hablando en distintas áreas del plantel. Se veían muy bien juntos, podría decir que incluso Natalie se veía aún más radiante que antes.

Lo admitía, me encantaba ver a mi amigo divertirse con las personas, pues siempre pensé que Natalie dibujaba una línea imaginaria que separaba a las personas de él, haciendo lucir como un chico completamente solitario y sumergido en su propio mundo.

Verlo ahora con una chica, riendo de lo que sea que estaban hablando, me hacía sentir orgullo de forma casi extraña.

Nos hemos juntado estos días unas pocas veces, donde hablamos cosas del día a día, como nuestras dificultades en nuestras respectivas especialidades, y claro que no faltaba las conversaciones acerca de citas o consejos para atender mejor a una dama.

No era un verdadero experto como Natalie lo imaginaba, en realidad no podía darle consejos que no fueran basados en mi propio ambiente porque, sin duda alguna, no éramos para nada similares. Era en verdad tan difícil plantearle algo real y no palabras sin fundamentos.

Terminaba agotado de solo estar pensando tanto en cómo ayudarlo.

Así fue un par de días ¿qué digo días? ¡Fueron dos semanas!

Me encontraba ejercitándome en mi tiempo libre entre mis horarios académicos, porque había pasado un buen tiempo desde que pisaba estos lugares, incluso perdí un poco de condición.

Ahora todo se sentía mucho más pesado, esto se siente horrible~

—Carnal~ — llegó Mateo con tonos cantarines a lado de Alejandro, luciendo tan fresco como siempre. —Por alguna extraña razón sabía que te encontrabas aquí—

—No habías venido en un buen tiempo— habló Alejandro con la misma paleta de bola del mismo sabor.

—¿Qué hacen aquí? Pensé que irían a comer fuera de la universalidad— me levanté de mi lugar, donde estaba haciendo repeticiones de brazos.

—Ah, está al 3x2 las hamburguesas y hot dogs, así que decidimos mejor esperarte para pasar los tres juntos— contestó Mateo colocando una botella de té verde enfrente mío.

—Pero yo no suelo comer eso— tomé la botella para beber un poco, estaba sediento.

—Solo te necesitamos para ser la tercera persona, caray. Puedes pedir otro té o yo que sé, nos darás la hamburguesa a uno de nosotros— dijo Alejandro.

—Ese uno seré yo— susurró Mateo sin cuidado alguno.

—Ajá si ¿como no? Me lo dará a mí porque me he portado mejor que tú — atacó Alejandro.

—Chinga tu cola, los dos somos iguales— contraatacó.

—Ya quisieras ser como yo, pedazo de pendejo—

—BASTA, ni siquiera he dicho que iré con ustedes— Crucé de brazos mirando como un par de idiotas estaban a punto de iniciar una pelea si no fuera porque estaba yo.

—Oh, claro que irás — dijeron al unísono. Suspiré cansado, sin tener otra opción.

Estos dos son como la uña y la mugre.

Al llegar a aquel restaurante de comida rápida, los tres nos sentamos en una mesa vacía pegada a la pared. El lugar tenía un aroma exquisito que incluso podía percibirse a una cuadra de aquí. Había bastante gente por ser la hora del almuerzo, pero era un lugar donde este par de tontos amaban comer.

EL CHICO DE LAS ZAPATILLAS DE BALLETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora