CAPÍTULO 32

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Narración general.

Pétalos de rosas blancas sobre los pies, una suave brisa de aire, rayos del sol tenues golpeaban sus rostros, el padre que daba las palabras con voz cansada frente a las dos personas que estaban por unir lazos por siempre; la situación perfecta. Elian miraba a su casi esposo con un brillo único sosteniendo en sus manos un pequeño ramo de flores del mismo color que los pétalos del suelo; y Damián, quien miraba con una pequeña expresión de nervios, vestía de negro a juego con la novia hermosa frente a él, con sus manos sudorosas y un corazón agitado. El señor en medio de ellos comenzó los votos obteniendo por parte de ambos la aceptación de que estarían juntos por siempre y al darse un pequeño beso, el flash de una carama se hizo presente capturando el momento único en sus vidas.

Elian miraba la foto enmarcada que estaba colgada en la sala de su casa, sonreía felizmente al ver lo bien que salían ambos, como la pareja perfecta que ella siempre deseó. Pronto, escuchó la campana del horno y corrió a sacar los pequeños panecillos para decorar. Era de noche, su marido llegó a casa después de un día agotador tratando de ganarse el puesto de presidente de una empresa que le iba bastante bien últimamente. Elian lo atendió como ella mejor sabe hacerlo, preparándole la cena y haciéndole presente como una buena esposa, pero al ver que Elian era melosa de nuevo, sobrepasando los límites que habían trazado, Damián se apartó de ella sin cuidado alguno.

Damián era un hombre de negocios no extraordinario, aunque su belleza resaltaba entre otros hombres y su forma tan caballerosa de tratar a las damas, fue el anzuelo perfecto para esposarlos. Las juntas directivas a altas horas de la noche eran normales entre ellos. Elian esperaba todas las noches por él.

En días libres, como todo hombre invitaba una tarde a sus colegas para comer y conversan cosas que no eran siempre negocios. Para ellos, Elian Darben era una mujer muy codiciada, la dama perfecta para todo hombre. De esta forma, creyó que era feliz, ya que era la única vez en donde veía a Damián reírse y jugar con sus colegas.

Medio año de esta forma, siendo melosa y el otro marcando la línea, reuniones en casa en la oficina de su marido, Elian llevando aperitivos a sus colegas de negocio, recibiendo buenos halagos de parte de los otros hombres, era una especie de rutina que creó Elian sin que Damián se diera cuenta, pero parece que solo a Elian le importaba. Al final de cada reunión, los participantes se retiraban, todos excepto uno que se quedaba a solas con Damián en su oficina, mientras Elian atendía a los demás en la sala de la casa.

"Sus aperitivos estuvieron increíbles hoy también, señorita Darben"

"Hoy se ve hermosa, como siempre"

"Eres una buena esposa, envidio mucho al señor Damián de tenerla a usted"

"Tan buena, como siempre"

"Tan dócil, me encantaría que fuera mi esposa"

Halagos y cumplidos, el motor exclusivo de Elian. Y por supuesto, nunca falta el último, el señor Gael. Un hombre que es fiel a Damián desde que se casó con él, su mano derecha, el hombre que ayuda en la organización de los planes de la empresa, único en su puesto, no se retiraba sin antes darle un tierno beso en su dorso de la mano felicitándola por su arduo trabajo en la cocina y en las necesidades de su esposo. Elian disfrutaba tanto crear deliciosos postres pequeños que encantaban a los varones que llegaban y se retiraban de su casa, usando sus manos para crear tartas de fresa, pan sabor limón, tartaletas de piña, pastelillos dulces, galletas, todo lo que le hacía feliz dedicado a su esposo a quien atendía en lo que sea que él quería.

Sin embargo, Elian ignoraba un hecho de suma importancia acerca de la unión entre Damián y ella, pues todo este pequeño escenario que parecía un cuento dulce creado por la propia Elian, era menos que eso. La relación era unilateral, puesto que la chica que era fabulosa en repostería amaba a Damián como el chico ideal y único para ella, pero ese hombre, cuya responsabilidad afectiva era nula, no la amaba por el simple hecho de haberse casado por compromiso familiar. Es muy común este tipo de acciones entre familias prestigiosas, así que Damián estaba consciente de que todo esto no era más que negocio, pero por supuesto que se sentía mal con la mujer que se le iluminaban los ojos cada vez que lo veía. Apreciaba a Elian como mujer, pero esto era lo que menos quería. De todos modos, no podía hacer algo contra las familias, mucho menos si la propia hija estaba moviendo las cuerdas.

EL CHICO DE LAS ZAPATILLAS DE BALLETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora