CAPÍTULO 19

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⚠️ Advertencia. Modismo vulgar mexicano.


Narra Natalie

Estoy justo parado enfrente de aquella escena.

Agentes uniformados y perros policías habían llegado al instituto en una especie de investigación.

Esos casilleros los conocía bien. Números familiares. Eran de Dylan y Tod.

Todos los estudiantes eran curiosos igual que yo. No podían creer que esos chicos tenían secretos en sus casilleros. Incluso las cámaras estaba rotas, era posible que ellos estaban en una red de narcotráfico.

No quería pensar mucho pero... espero que no me lleven como un testigo. Tenía tanto miedo.

Los perros había encontrado droga y armas en sus casilleros. Eso alarmó a toda la escuela. Cuando supe de eso, mi cuerpo entró en frío sordo.

Pensaba demasiado. Todos los posibles resultados.
Estaba temblando.

Entre toda la multitud, mi brazo fue jalado de repente, sacándome de esa masa.

—¿qué haces ahí, pequeño? —

Anthony había sido quien me sacó de ese masa de gente. Mi tonta torpeza provocó que golpeara con su cuerpo, él me sostuvo por un instante.

—Sueltame— salí de ese pequeño e incómodo momento.

—¿y eso? — dijo un chico que yacía a un costado de Anthony. Este, junto con su otro compañero fueron a ver la escena anterior. Me dejaron solo con el chico.

—¿Los conoces? — preguntó.

—¿¿¿E-E-EHH???

Había entrado en una especie de pánico. Anthony lo notó y trató de calmarme tomando mis hombros.

—Tranquilo, tranquilo... ¿Qué sucede? ¿Por qué actúas de esa forma?

Estaba tartamudeando mucho. No quería que Anthony pensara que ellos tenían alguna especie de relación conmigo. No quería ser testigo ni nada por el estilo.

El chico tomó mi muñeca y me llevó a un lugar en donde hay menos gente. Él pensaba que mis nervios era por eso.

—Natalie, tranquilo… — me dijo con más suavidad.

—… Esos chicos... Ah— tragué saliva un poco duro —¿Son malos? —

Era un poco ridículo preguntar eso. Yo sabía todo lo que había pasado por ellos. Humillación. Desvelos cada noche. Pesadillas. Duras palabras y al mismo tiempo, duros golpes.
No era un gran secreto, pero era mi problema, no suyo.

—¿tú que crees? Esos chicos tendrán su merecido. Por todo lo que han hecho—. De alguna manera sentía esas palabras de otra forma. No comprendía a qué se refería. Pienso que es una especie de coincidencia.
—Tranquilo… — subió sus manos para dejarlas ver. Sus palmas estaban limpias. Me dio una extraña necesidad de tomarlas.

No lo pensé, ni siquiera estaba seguro de cómo fue. Había tomado ambas manos y las había entrelazado. Anthony estaba paralizado, mirando ese roce entre ambos con sorpresa, sin siquiera parpadear.

Mi ataque de pánico regresó y de un jalón separé aquellas manos de las mias.

—OH CIELOS, PERDÓN, YO SOLO- NO SÉ, FUE, NO LO PENSÉ- DE VERDAD LO SIENTO — decía muy rápido.

Mis pies se movieron solos y escapé como siempre de aquel. Me sentía tan avergonzado de lo ocurrido que no me digné a mirarlo de nuevo. Él se quedó quieto, de pie en la misma posición.

EL CHICO DE LAS ZAPATILLAS DE BALLETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora