Capítulo 08 Parte 03: Fracaso

96 7 314
                                    

Año 1098.
Día 15 del Primer Mes de Primavera.
Colinas Gorgón, Legienn – Syver.
Narrado por: Alisha Hudson.

La batalla procedía en Legienn mientras estos campos eran bañados de sangre.

A lo lejos pude ver a uno de nuestros acorazados, con varias lanzas atravesando su espalda, tendido sin vida en el suelo. Por otro lado, se encontraban tres de nuestros Rangers terrestres aplastados por rocas. Dos de nuestros partesanos fueron alcanzados por lanzas y yacían muertos, y dos Kiddos corrían desenfrenados, pues sus jinetes habían muerto y ahora ellos no tenían guía. De nuestro grupo de 28 guerreros, ahora quedaban solo 19, y sin embargo… La mayoría de los cadáveres tendidos en el suelo, eran de Ciervos.

Porque como he dicho ya otras veces, en Syver los Rangers son entrenados para desempeñarse como expertos, reduciendo el número, elevando la potencia del entrenamiento. Los Rangers que nos acompañan podrían estar solo un poco por debajo del poder de un Cavallier, por lo que barrer con grupos de ciervos fue tedioso, pero no imposible.

Eso, aunado al hecho de que cuentan conmigo limpiando el terreno con remolinos, con Chris desenfrenada asesinando todo lo que digne a cruzarse en su camino, y a Charlotte y Tanith rematando y dirigiendo el combate.

Chris había comenzado a arrojar estrellas de hielo, supongo que, para descansar de la lucha física, y era igual de certera que siempre. Su armadura, contaba con una adaptación en las musleras, que le permitía crear las estrellas de hielo en sus muslos y no en los reversos de su mano con la hebilla de sus guantes. Esta mejora le permitía arrojar más estrellas a la vez, o poder arrojarlas usando una sola mano.

Claro, que esas estrellas eran solo una cobertura que le permitía descansar un poco, porque no era capaz de matar con ellas en la mayoría de casos. Pero, contaba también con el brazalete que Brendan le regaló (que por alguna razón no noté que traía) con el cual arrojaba estrellas de hielo de gran tamaño, que sí que eran capaces de perforar profundamente a sus víctimas.

Pronto, los ciervos pasaron de ser más del doble que nosotros, a estar igualados en cantidad. Era evidente quienes eran más fuertes.

Uno de los Lanceros, montado en su Kiddo, condujo Eolion a su lanza de justa, y la arrojó haciéndola girar cual taladro, y cruzando de este a oeste, la lanza hizo estragos en las líneas enemigas.

Los ciervos no tenían roles definidos, no estaban organizados, solo eran una ola de tipos rudos atacando… Era sencillo romper sus líneas y barrer con ellos.

En este momento no era capaz ni siquiera capaz de asimilar lo que sucedió, no podía sentar cabeza en el hecho de que asesiné a un gran grupo de personas, porque cuando intentaba pensar, otra horda se acercaba.

—¡Ven aquí, maldita! —exclamó uno de ellos mientras arrojaba su lanza—. ¡Te mataré!

Esquivé su lanza deslizándome con las botas Flotteur, sin dificultad, y luego conduje Eolion a mi hacha pesada, para así potenciar la acometida de mi hacha sobre su armadura. El tajo fue certero y profundo, seguido de un ruido gutural extraño y varias salpicaduras de sangre… Y la lista de víctimas sigue creciendo.

No dejo de preguntarme porqué están tan retorcidamente furiosos con nosotros… ¿Por qué me maldijo como si me odiase desde lo profundo de su corazón? ¿Qué les hicimos, la gente buena de Syver, para merecer este cruel trato?

No era capaz de llegar a una respuesta, no podía detenerme a pensar ahora… Seguro mi conciencia me lo reprochará después, tal vez este no es el camino correcto, pero no tengo otro camino a mi disposición.

Todo alrededor era un caos, era un escenario terrible y grotesco… Me dolía ver tanto odio, tanta muerte.

Pero en medio del caos, un hombre permanecía impasible sobre el carromato de carga.

Mastema I: Alianza de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora