Capítulo 14 Parte 01: El Túnel de Rainscars

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Año 1098.

Día 17 del Primer Mes de Primavera.

?????? – Syver.

Narrado por: Alisha Hudson.

Hace aproximadamente 11 años, cuando mi vida era más sencilla, y vivía en las lindas colinas de Syver, alejada de los poblados, rodeada de Lanudas y pasto, en la granja de mi madre, recuerdo haber salido con Robbie a pastorear a las Lanudas de la colina de vuelta.

Él era hijo de una familia de granjeros, igual que yo. Su madre, se dedicaba a cultivar zanahorias en un enorme huerto cercano, y él, a menudo nos visitaba a mi madre y a mí, para ver clases de violín con nosotras. Claro que, en ocasiones las clases de violín se prolongaban y terminaban con ambos deslizándonos por las colinas, recolectando flores, o correteando lanudas por la pradera.

Una tarde en particular, encontramos una abertura en la cerca de las Lanudas, y nos adentramos a la arboleda con mi lobo de pastoreo para verificar que ninguna Lanuda había escapado.

Robert y yo corríamos entre los árboles, con sonrisas en nuestros labios, mientras yo sonaba el silbato con el cual llamábamos regularmente a las Lanudas.

Escuchamos entonces el crujido de unas ramas, acompañado de un frenético aleteo. Robbie escuchó el sonido, y curioso como de costumbre, corrió en la dirección de aquel aleteo.

—¡Oye! ¡¿Adónde vas?! —pregunté corriendo tras él.

Escuchamos el característico gañido, y supimos el origen del sonido —: ¡Es un halcón! —dijo él.

Corría por la arboleda cual veloz gato, y yo, torpemente trastabillaba intentando seguirle el paso. Cruzamos entre los árboles siguiendo la dirección del viento, y finalmente, nos topamos con un arce campestre pequeño, en cuya rama, se encontraba un halcón. A juzgar por su plumaje, debía tratarse de un ave muy joven.

—¡Alisha, su pata! —exclamó él, lleno de preocupación.

El halcón tenía su pata atorada entre un delgado espacio entre la rama y el tronco del árbol. Parecía haber estado luchando para liberarse, ya un buen rato, ya que tenía ampollas. En cuanto nos vio, el halcón aleteó ferozmente en un intento de escapar, pero fallando. Sus plumas revolotearon y cayeron alrededor.

—Tenemos que ayudarlo —dijo Robbie sin pensárselo dos veces.

—De acuerdo, pero, ¿Qué hacemos? —pregunté dubitativa—. ¿Hay algo donde pueda subirme? Si lo intento yo, quizá...

—Está muy alto —indicó de inmediato—. Y el árbol no es tan grueso como para treparlo. Alisha, necesito que me cargues.

—¿Qué vas a hacer? ¿Vas a intentar sacarlo tú solo? —cuestioné intuyendo su plan.

—Levántame, por favor —respondió con determinación en su mirada.

—P-pero, es un halcón, ¡No puedes acercarte a él sin protección! —volví a cuestionar, preocupada por él.

—¡Será rápido! ¡Mira cómo está su garra! —señaló las ampollas de su pata—. ¡Si la dejamos forcejear más tiempo, podría perderla! ¿Sabes lo que eso significa para un halcón? ¡Va a morir sino lo ayudamos!

Casi por inercia, obedeciendo a sus palabras, lo levanté. Él se aferró a la rama como pudo, y acercando su mano, lentamente intentó liberarlo.

—Vamos amiguito, —lo tranquilizó Robbie, tendiendo su mano libre en dirección al halcón—. Estate quieto, no te haré daño.

El pájaro atacó a Robbie con las garras y el pico, y éste retiró la mano —Shhh, tranquilo, soy tu amigo, intento ayudar.

El halcón chilló de nuevo, e intentó atacarlo; sus ojos rojos relucían en orgulloso desafío, y a Robbie no le quedó de otra que esperar que el ave se apaciguara para volverlo a intentar.

Mastema I: Alianza de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora