10. Lugares secretos, Antropofobia y Casi- Raptos.

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Miah

Los dias transcurrían en un silencio incómodo, desde hacia años estaba acostumbrada al silencio, pero ya no. Extraño la brisa fresca, y el rugir de mi motocicleta.

Mamá me dijo ayer que invitara al chico que conocí en el parque a comer, o al menos por un helado. Pero la verdad, es que; después de aquella pesadilla estuve pensando que quizá fuese ese sueño una predicción y verdaderamente me tengo que alejar de él. Él. Nunca menciono su nombre. ¿Como se llamaría?. Bueno ahora que lo pienso mejor yo tampoco mencioné el mio, no es de extrañar, estoy acostumbrada a guardarme las cosas.

Estaba verdaderamente aburrida, tenía más de una semana que no salía de mi habitación, comencé a usar la vieja mini-nevera, pronto terminaría el perodo vacacional y tendría que regresar al Instituto, cursos exhaustivos y al entrenamiento, mínimo debería disfrutar mis últimos días de vacaciones. Y la verdad no tenía con quien salir, o ir a dar una vuelta,mamá no estaba, y Ackerley está de campamento.

Quizá sea un buen momento para visitar a papá, tal vez lo confundí con alguien aquella vez.

Me di una ducha rápida y me vestí algo que quizá le hubiese gustado a papá. Descolgué mi chaqueta del perchero y tomé las llaves. Manejé prudentemente hasta el cementerio.

Después de caminar algunas hileras de lápidas, la encontré. Me cruzo de piernas frente a su lápida, y deslizo una y otra vez mi pulgar sobre mis botas de combate, pensando que decir, hacía tiempo que no venía, tal vez esté molesto, tal vez ni siquiera le interese. No lo sé.

-Uhmm. ¿Papá? lamento no haber venido desde hace tiempo, te he echado de menos- se me quiebra la voz- Siempre anhelo verte una sola vez mas.... Yo, bueno las cenas no son lo mismo sin tus chistes con la comida de mamá, creo que comienzo a acostumbrarme a tu ausencia, no se si es lo mejor, tú dímelo- cada segundo es torturante esperando una señal, aunque sea la más mínima, de mi padre, mientras mis lágrimas caen sobre el pasto. Mientras cierro los ojos con fuerza escucho un fuerte ventarrón haciendo que mi cabello se arremoline sobre mi rostro, arrastrando las hojas de los árboles detrás de mi.

-Está bien- asentí sonriendo con lágrimas en los ojos- Siempre me dijiste que pasara lo que pasara, siempre fuera fuerte y con una sonrisa en el rostro ¿No es así? Trataré, me esforzaré, te lo prometo- me levantó, me seco las lágrimas y me sacudo la ropa.

Di media vuelta y un respingo -casi lo olvido- saqué su pipa de mi bolso dejándola junto a su lápida. Siempre he pensado que papá fue una persona muy sabia, y su epitafio, aunque parezca muy simple, siempre me ha gustado:

"La muerte no era tristeza y oscuridad, sino un océano infinito de luz y de amor"

A papá le gustaba escribir en sus tiempos libres, cuando era pequeña, me dijo que si algún día moría; le prometiese que ese sería su epitafio, yo hice que esa promesa se hiciera realidad.

A él le encantaban las cosas simples, siempre he creído que tuvo el don de reconocer las cosas bellas, lo percibía en las cosas que otras personas despreciaban.

Caminé pateando de vez en cuando el pasto, mientras caminaba distraídamente leyendo algunos nombres en las lápidas.

-Mira quien está aquí- una divertida voz hizo que soltara un grito ahogado, llevándome la mano al pecho.

Aquel chico extraño. De nuevo.

-¡Casi me matas del susto!- reclamé empujando su pecho, instantáneamente se llevó las manos a la cabeza.

-¿Te dan miedo los cementerios acaso?- dramatizó.

-N-nn-no- Balbuceé ¿Porqué estaba balbuceando?- ¿Y tu que? ¿Me encuentras por casualidad siempre? ¿Estás siguiéndome o algo así?- dije escéptica.

Hasta que la muerte nos una. -EN EDICIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora