14. Memorias 2 Wolfrick.

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¡WARNING!: Antes de leer, ve por soda y palomitas, ya que éste capitulo contiene muuucho salseo, y es un poquito extenso. QUEDAS ADVERTIDO.

Wolfrick se encontraba de pie en el umbral.

Esperando.

Esperando.

Esperando a Millicent. Millicent, la chica que le daba las instrucciones.
Ayer habían sido dos. Ahora no sabía que sería.
De la oscuridad emergió una chica delgada de ojos ámbar contoneando sus caderas.
-Hola, ¿Que tal?- saludó esbozando una sonrisa.
-Entra- respondió él con tono sombrío.
Millicent dejó escapar un suspiro de resignación encogiéndose de hombros.
-Vamos hombre, no seas maleducado- susurró ella al pasar por su lado.
Él bufó entrando con ella a aquella siniestra casa.
Cuando él cerró la puerta, ella aún seguía de pie.
-¿No me invitarás a que me siente?- preguntó ella con un puchero.
-Déjate de rodeos, ¿Quieres?- atajó él.
Ella se acercó a él con una sonrisa amarga, estaba tan cerca que él dió un paso hacia atrás.
-Esto es por lo de ayer- pronunció ella con suavidad sacando un sobre de nómina de su bolsa- Disfrutalo- añadió guiñándole un ojo.
-¡Ah!- exclamo dando varias zancadas hacia atrás- Mas tarde, traeré los datos y tu otro pago por adelantado- puntualizó.
-Byee- se despidió cerrando la puerta tras de si.
Wolfrick quedó totalmente impactado. ¿Por adelantado? Nunca le habían pagado por adelantado. Salió soñoliento a comprar víveres. Pensando en sus planes para con el dinero. ¿Que haría con todo aquello? Se preguntó.
Al regresar aparcó el coche. Y en cuanto entró al domicilio supo que algo andaba mal.
Algo. Algo debía delatar a aquel tipejo que había tomado la elección de intimidar fastidiosamente a Wolfrick. De quien sospechaba de la muerte de su esposa.
Olive Eisenhower era codiciosa, y le fascinaba robar aunque tuviera dinero de sobra y fuera muy avara. Bill Eisenhower, su esposo, desconfiado por naturaleza: sospechó de Wolfrick, y claro nadie estaría en el derecho de culparlo. Wolfrick, el chico extraño con pinta de malandro del número 7 de la calle Neagh, él que nunca salía y siempre está haciendo quien sabe qué hasta altas horas de la noche con las luces encendidas. Cualquiera desconfiaria de él.
Sobre todo Bill.
Claro está que Wolfrick no había asesinado a dicha mujer.
Al ir a su habitación con la brillante idea de dormir una larga siesta antes de que Millicent llegara. Wolfrick siente un escalofrío que le recorre desde la vertebra hasta la nuca. Alguien había estado allí.
En cuanto se acostó sobre la colcha desnuda, escuchó un crujido.
Un papel estaba debajo de la almohada. El cual rezaba: >>Sé qUieN eReS & lO qUe hiCiSTe vOy uN PaSo Delante dE Ti<< Con letras recortadas de periódico.
Wolfrick no sabia a que se refería. Y no pido conciliar el sueño, fue a su caja fuerte y guardo el dinero restante de la paga de Millicent, y trató de distraerse viendo series de sus favoritas. Sin embargo, la persona que intentó intimidarlo; no lo logró.
Los minutos caían como gotas de espesa miel. Y la ansiedad de Wolfrick volvía. Hasta que llegaron las 7:00 p.m; y el timbre sonó. Y apareció Millicent, como era de esperar. Radiando como siempre, y como era usual: Wolfrick la recibió con desprecio, omitiendo comentarios a causa de las miradas lascivas que le lanzaba ésta.
-¿Y que has hecho con el dinero?- preguntó ella despatarrándose en uno de los sofás, no sin antes mirarlo de arriba a abajo. Si él le decía que había comprado lo que fuese, físico. Ella le diría que se lo mostrara, y si le decía que no lo había gastado, ella le pediría un préstamo.
-Le hice un regalo a alguien- mintió.
-Vaya, ¿Un regalo tan caro? ¿Quien es la afortunada?- preguntó con voz gélida.
-A Doreen- respondió cortante.
-Ah- ella dio un suspiro de impaciencia- Tu querida hermana- enfatizó la palabra >>Querida<< rodando los ojos.
Se hacia notar que Millicent y Doreen nunca se habían llevado, ya que, Doreen es muy celosa y Millicent muy... Bueno ya la conocen.
-¿Y bien?- tajó Wolfrick, de verdad que nadie con decencia quería a esa mujer.
-¿El que?- desperezó ella.
-¿Se te ofrece algo mas?-
-Ehh- vaciló- Los datos- dijo haciendo una mueca esperando la reacción de Wolfrick.
-Ah- Él comenzó a balancearse sobre los talones- Eso- añadió.
-Si, Por aquí lo tenia- dijo ella rebuscando entre papeles y tickets dentro de su bolsa. Después de búsquedas vagas e innecesarias. No estaba la carpeta con los datos. Todo estaba calculado.
Millicent maldijo entre dientes.
-¡Los he olvidado!- exclamó.
-Lo que me faltaba- murmuró él.
-Lo lamento, podría traértelos dentro de 2 semanas-
-¿Que?- bramó exaltado él. Pero una chispa de esperanza nació dentro de él- ¿Al menos me darás la pasta?- preguntó con un dejo de esperanza.
-¿Que? ¡No! Warren me mataría- soltó ella- Asi que no te trepes por las paredes. Sin datos no hay paga, eso ya lo sabes- finalizó guiñando un ojo.
-Vaya, no creí que siguieras las reglas- la tentó él.
-El dinero y los datos están en mi casa, chico- ella alzó una ceja- No me visitas, no hay plata- ésta vez levantó amabas cejas.
-Vamos en mi moto- propuso él. Aunque no era del todo una propuesta como tal: Millicent no se lo pensó dos veces para asentir enérgicamente con la cabeza dando saltitos.
-Únicamente para ir por el dinero- aclaró éste.
-Por supuesto- sonrió ella. Millicent sabía lo que tenia que hacer y como comportarse. Tenia que fingir.
-Espérame afuera, ¿Okey?- sugirió Wolfrick.
Ella se limito a encogerse ligeramente de hombros. Aunque la brisa matinal la helaría.
En cuanto ella giró el pomo de la puerta desde fuera sintió un arremetido sentimiento de culpa.
Wolfrick no tenia idea de lo que le esperaba. De lo que un hombre obsesionado es capaz de llegar a hacer.
Tomó un abrigo y con desgano salió por el umbral de la puerta.
Miró a Millicent que estaba demasiado pálida y se pregunto que le pasaba.
-¿Te encuentras bien?- preguntó Wolfrick con un hilo de preocupación en la voz.
-Claro- respondió ella sin mirarlo con voz temblorosa- Sólo es el frío-.
>>Estúpido<< se dijo para si Wolfrick.
>>Debí traerle algo con que cubrirse, se ha de estar congelando<<.
-Aguarda- dijo Wolfrick sin resuello.
Echo a andar rápidamente por la casa y encontró un bonito abrigo de un azul eléctrico que nunca le había quedado mas que demasiado pequeño. Ideal para Millicent.
Salió con las llaves de la motocicleta y el abrigo.
-¿Millicent?- vaciló al no verla.
-A-a-Aqui- Wolfrick corrió hacia la voz poniéndole el abrigo sobre los hombros. Él la precedió hasta la motocicleta.
Pasar zumbando por entre los autos siempre fue divertido. Con el rebelde cabello de el rozando las mejillas de Millicent, haciéndole cosquillas.
-Es aquí, ¿Cierto?- pregunto con Wolfrick con seguridad bajando la velocidad considerablemente frente a una casa muy ostentosa y antigua.
Como no dijo nada, él se limitó a bajar de la moto un poco más alegre que antes.
Obtendría su dinero, y ésta vez tenía planes distintos.
En cuanto entro al hogar detectó un leve tufo a perfume varonil y madera rancia.
¿Había estado Millicent anteriormente con alguien? Y a pesar de eso. ¿Se le seguía insinuando a Wolfrick?
Dejó de pensar y colgó su abrigo en la percha principal. La chimenea tenia brasas que aun humeaban levemente.
Wolfrick comenzó a detectar un ambiente tenso, y sintió el impulso de salir corriendo de aquella casa en ese mismo instante pero necesitaba su dinero.
-Ponte cómodo- sugirió Millicent devolviéndole el abrigo prestado cariñosamente sobre el regazo.
-Tengo la garganta seca. ¿Tienes algo de...- Wolfrick no tenia la garganta seca pero si una sensación de desasosiego.
-¿Té?- vaticinó ella.
Él se limitó a sacudir brevemente la cabeza de arriba a abajo.
Y ella se introdujo en la cocina, saliendo rápidamente con una taza humeante que contenía un liquido amarillento.
Él vaciló unos segundos y después se llevó la taza a los labios.
-De los datos- aclaro él.
-Si- asintió vigorosamente.
Un sorbo.
Dos sorbos.
Tres sorbos.
Un largo trago.
-Eh, Millicent, me siento algo...-Avisó Wolfrick.
-¿Mareado?- intervino un hombre de aspecto severo con cejas espesas y mirada dura.
Un hombre llamado Bill.
Millicent trató de escabullirse entre las sombras.
-Bue-bueno ya t-te he a-ayudado- tartamudeó la chica intentando zafarse de aquella incómoda situación.
-No has terminado- dijo amablemente el hombre sin despegar la vista de un Wolfrick mareado de aspecto ausente.
-Ya lo traje, ahora dame mi pago Bill- dijo Millicent con voz firme.
-DEBES TERMINAR LO QUE HAS EMPEZADO MILLICENT-vociferó Bill- Eres tan culpable como yo- señaló con una sonrisa maníaca y una voz suave.
-Millicent, ¿De que habla este hombre?- terció Wolfrick confundido.
-Okey, pero se hará ya- aseguró Millicent haciendo caso omiso a los gemidos de Wolfrick, la bebida estaba actuando.

Hasta que la muerte nos una. -EN EDICIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora