7. Wolfrick, Sus Ojos, y La chica misteriosa de Riverside.

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Miah

Frené de golpe.

Me caí de la motocicleta y me raspé la rodilla. Arrastré mi moto hasta el borde de la acera, cojeando y en el parque me senté debajo de las acogedoras copas de un árbol que no sabría decir que era, ya que las lagrimas me nublaban lo suficiente la visión.

Alaska se acercó a mi; aturdida, ella no había sufrido el impacto, sin embargo, por la expresión en su rostro noté la empatía en su interior, la compasión hacia mi.

Me estrechó entre sus brazos, y me susurro algo al oído que no logre descifrar. Se fue caminando.

Y no pude mas.

Lloré, lloré demasiado.

Lloré mas de lo que debía.

Mi padre trabajaba para el gobierno, tenia alta jerarquía, el sabia muchas cosas que no debía saber, y un dia sin más, lo mataron. Ni siquiera pudo despedirse.

Sentía la cara húmeda y caliente.

Mis lagrimas caían una y otra vez, sin sentido.

Me dejé caer entre las plantas y dejé que me arrullaran, con el movimiento del viento.

Dormí aproximadamente dos horas o más.

Me paralicé hecha un ovillo, estaba demasiado cómoda para moverme.

Solo quería dormir.

Recuerdo cuando me arropaba. Hasta el pecho, mi madre lo hacia hasta el cuello y era asfixiante.

Me incorpore y me senté de nuevo.

Mi cara sobre mis rodillas dobladas. Parpadeando espantaba al sueño.

Me tallé los ojos y me pellizque el puente de la nariz, era una vieja costumbre que me heredó mi madre.

-Hey!- Una voz me sacó de mi aturdimiento, era cálida y reconfortante.

Wolfrick

Levantó la mirada, y percibí algo.

Era tan bella, se podía ver el infinito a través de sus ojos.

Su cabello azabache al igual que sus ojos, enmarcaba sus rasgos, serios, atractivos e imponentes.

-¿Necesitas ayuda?- Pronuncié cautelosamente, estrechando mi mano- No luces muy bien, ¿Sabes?- Probé.

-No te importa- Respondió seca.

Me secó a mi tambien.

¿Cual era su problema? Solo quería ayudar.

-Lo siento, al menos no me dejes asi- Dije señalando mi mano aun no tomada con mi cabeza. Vaciló unos segundos y la tomó, tiré de ella para ayudarla a incorporarse, y lo hizo.

-Disculpa- dijo mirándome a los ojos, viendome el rostro, su mirada podría absorberme de pies a cabeza.

Soltó mi mano se dio una sacudida en la ropa, que tenia algunas hojas secas adheridas. Y se montó en una motocicleta "semi-aparcada"-lanzada sin descuido- En la acera del parque. Aceleró y se fue.

Hasta que la muerte nos una. -EN EDICIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora