Capitulo I: El libro en el armario.

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"Y aquí estoy yo, escribiendo como me siento o cosas de mi vida, con el fin de desahogarme, entregando por completo a este significante cuaderno, ¿significante? Porque tengo en mis manos la vida de un ser vivo, un árbol, o tal vez varios, ¿Cuantos años tenías cuando te mataron pequeño? Reflexione sobre ello sintiéndome de alguna manera más afortunada de no ser un árbol, yo no quiero que me arrebaten la vida, a pesar de tener una vida aburrida. Así que llenare mi vida con la tuya, tratando de evitar que te mataran en vano".
      — ¿Qué haces? — Dice mi madre, apareciendo en el marco de mi puerta, alcanzo a percibir un destello de curiosidad en su mirada, ya que cuando sube, solamente estoy acostada viendo al techo con la mirada perdida.
      — Nada — Respondo tratando de no dar detalles sobre lo que significa la libreta en mis manos, debido que solo estoy sentada en la cama, aviento la libreta a mis pies mientras la pateo hacia abajo de la cama. — ¿Pasa algo?
      — Amm...si — Mamá parece dudar y perderse en sus pensamientos — Bueno nada malo, sólo necesitaba decirte que estés lista para las siete, la familia Ramirez nos han invitado a su pequeña fiesta de bienvenida, ya que tu padre acaba de ser parte de la empresa.
      Papá acababa de obtener un empleo de tiempo completo, ya que nos mudamos hace una semana, y nos estaba empezando a faltar dinero, lo suficiente para seguir viviendo sin problemas unos meses, pero a papá le gustaba tener dinero de sobra, no esperaba menos, viene de una familia ''ricachona'', en cambio, mamá viene de una familia promedio, aunque ella jamás ha trabajado, ni una sola vez. Desde que tengo uso de razón ella ha permanecido en casa.
      — Está bien, ¿Podrías cerrar la puerta cuando salgas?
      A mamá parece no gustarle mi respuesta cortante, pero no protesta al cerrarla. Me recuesto en el piso buscando debajo de la cama
      — ¡Ahí estas! — Digo para mí misma refiriéndome a mi libreta, la levanto y la contemplo por un minuto, mientras pienso si le seré fiel a este objeto o simplemente me aburriré y desharé de el después, como la gente suele hacerlo, hacerlo conmigo.
      Como es de costumbre, abro la ventana de mi habitación, la que da directo al pequeño bosque que esta frente de casa, me deslizo fuera de ella. Me recuesto en lo que viene siendo el techo del primer piso, me recargo en la ventana abierta y abrazo mi piernas, cierro los ojos, concentrándome en el frío viento que con suavidad roza mi piel y se escabulle por debajo de mi nuca, erizando mi piel de pies a cabeza. Amaba la sensación el aire en mi cuerpo.
      Volví a la realidad recordando lo que mamá me había dicho, entro a mi habitación de nuevo, volteo al reloj que se encuentra arriba de la puerta, seis con diecisiete minutos es la hora que marca, me doy media vuelta y con gran pesar cierro la ventana, dejando tan sólo el vapor de mi suspiro.
      Decido darme una ducha larga, mientras el agua corre por mi cuerpo, hago una imagen mental de lo que me espera en esa ''pequeña fiesta'', gente falsa e hipócrita, formal y aburrida, tener que sonreír como si estuviera contenta y complacida de estar allí, que de seguro los invitados no querían asistir pero lo hicieron para caer bien a su nuevo jefe. Me envuelvo en una toalla y salgo a mi habitación, cogo la bolsa de ropa nueva que mi madre me había comprado ese mismo día, y me aplico un poco de maquillaje.

Mas allá del limite - Mar VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora