Capitulo IX: El chico de la banca.

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Tenia que volver allí, «una casa abandonada para una chica abandonada.»

Un homicio, si. La idea resultaba repulsiva, pero se podía limpiar, si de nuevo y esa casa podía ser mía, cuanta posibilidad había para que alguien de diera cuenta de una casa abandonada en el bosque.

Esa noche dormí como me permití, aun así desperté justo a tiempo para ir a la escuela. Bañarme a temprana hora de la mañana me hacia sentir despierta.

Agarré mis cosas y me preparé para caminar hasta la parada del autobús. Como vivía muy adentrado, cerca del bosque, la carretera quedaba casi a unos 13 minutos caminando.

Mucho antes de llegar ahí noté algo extraño, alcanzaba a percibir una sombra en el lugar que había estado vacío los 2 años de escuela, un chico en la banca. Me detuve a un costado, estaba leyendo, cerró el libro con su dedo dentro para detener la página que leía y levantó la cabeza hacia mí.

-¿Hay alguna razón por la cual debería sentirme acechado?-Dijo con una voz gruesa, y unos ojos grises que me dejaron perpleja.

-¿Quien eres?- Mi voz salió en un susurro, y ese era el resultado de no haber hablado desde que me levanté.

-¿Quien eres tu? Me has observado cierto tiempo para ponerme nervioso- volvió su vista al libro.

No supe que contestar, no tomé en cuenta el tiempo que estuve parada a su lado, la idea me resultó imposible de ignorar, sentía la cara hirviendo de vergüenza, voltee alrededor viendo que el autobus se acercaba.

-Alen Surn...¿tu eres?- Su mano estirada hacia mi, sus ojos miraban fijamente los míos y una sonrisa divertida apareció en sus labios, removió su cuerpo sobre la banca para estar un poco más de frente.

-Brenald Reesh.

Sorpresa se reflejaba en su cara, cerró el libro de golpe y subió al autobús, quizá esta vez tener un amigo no me vendria mal, lo observé sentarse con un chico de cabello risado. Y yo me senté con una chica pelirroja, comencé a sacar mis audífonos cuando ella lo detuvo antes de meterlo en mi oreja, instantáneamente dirigí mi mirada hacia ella, la cual me dio una sonrisa tímida.

-Ya casi acabas ¿no?

-¿Que?-Creí perderme la mitad de la conversación, porque no entendía a que se refería.

-Ah si, lo siento, a veces hablo a medias como si la gente tuviera idea de lo que trato de decir, me refería a la escuela.- pareció incomodarse y bajó la mirada.

-Si, salgo en 5 días...no te había visto en este autobus.

-Bueno, llevo aquí un mes, es decir aquí en la ciudad, no me sorprende que no me hayas visto me siento allá- levantó la vista y señaló al fondo- hace días...- comenzó y sus mejillas enrojecieron- tu tiraste una bola de papel, y lo que escribiste me atrapó, creeme yo no soy chismosa, no hago cosas así, y no lo hubiese hecho de no ser que la curiosidad me tentó, todo el trayecto a la escuela estuviste con la mirada ida, realmente parecía que estabas concentrada en algo y de pronto tomaste un cuaderno, escribiste, te concentraste en el centro de la hoja y finalmente la arrojaste, entonces la tomé y la leí, lo siento.- Pareció arrepentida y yo sólo alcé las cejas.

-Esta bien- le di una media sonrisa.

Su sonrisa se agrandó -Me alegra que no estés molesta, me llamo Dwan ¿eso significa que seremos amigas?

Me detuve a pensarlo un momento, «ser o no ser, esa es la cuestión » amigos, es una palabra más difícil de lo que la gente cree.

Amigos es, confiar, algo que en mucho tiempo no he hecho, además, apenas la conocía, eso nos convertía en conocidos. La observe sin contestar, no quería parecer cruel, aunque lo era y lo sabía.

-Tal vez- Le contesté a Dwan antes de bajar.

Incluso fuera de la escuela escuché el ring de la campana, caminé apresurada a la clase de matemáticas la cual transcurrió en números y ecuaciones que no entendí. Al terminar, fui al baño, las voces de chicas eran muy fuertes, y pasé de largo, no me gustaba entrar cuando había gente allí aunque lo único que iba hacer era perder tiempo.

Era hora de entrar a la clase de arte, la maestra ponía todos los días una melodía de fondo la cual parecía droga auditiva pues te daban ganas de dormir o te inducían profundamente en la clase.

-¡Chicos! Ya casi salen de segundo grado, pero no se libraran de mi pues les daré el año que viene- Se escucharon quejas en todo el salón y la profesora solo sonrió, realmente no nos quejabamos, adorábamos a esta maestra aunque no hicieran sus trabajos, desde luego que yo los hacia, mi calificación es lo único a lo que le ponía empeño.

-Poemas...poemas ¿Que son los poemas señorita Frebert?

La chica morena de al lado se enderezó diciendo «Los poemas son como piezas de rompecabezas, palabras del corazón que buscan un corazón donde acomodarse»

-Muy apropiado poéticamente señorita Frebert.-Sus ojos se detuvieron en mí - Señorita Reesh, ¿podría leer su poema para nosotros?

-Yo no escribo poemas maestra Hunderberg.

-Entonces se quedan en su cabeza, escriba uno.

Me quedé observándola incrédula, ¿quería que escribiera un poema justo en este instante?¿Con todos observándome? Aun sonreía y podía escuchar como decía "Anda, escribe uno".

Como si me leyera la mente dijo-Anda, escribe uno, ¡y todos, hagan uno para el lunes! Será su calificación. -Cambió de melodía y caminó hasta su escritorio en el cual se recargó observándonos.

Mas allá del limite - Mar VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora