Capitulo V: ¿amigos?

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Abro los ojos ya que tengo la sensación de que alguien me observa, al abrirlos me topo con unos ojos verdes amielados que me observan desde la barra donde hace unos minutos yo me encontraba. Debido la incomodidad de lo penetrante que es su mirada, observo mis manos, tengo una marca de nacimiento justo en la palma de la mano, una mancha café en forma de triangulo.
Miro de nuevo hacía la barra, ahora es él quien la desvía. Sigo observándolo hasta que el voltea hacia mí, nuestros ojos se encontran, esta vez no siento incomodidad, se siente...tranquilidad. Es como si me transmitiera confianza. De repente sale deprisa.
   Me quedo esperándolo toda la noche a ver si vuelve, su expresión antes de irse es en lo único en que pasa por mi cabeza, de enojo.
    Durante toda la noche pasan personas de traje con copas delgadas y finas ,dentro un contenido un tanto extraño, el sabor...como lo que me había dado Chris, solo bebo por beber ya que después de 6 copas ya no siento la lengua.
   Voy agarrar la séptima copa con un contenido amarillento cuando alguien me lo arrebata.
    — ¡Hey! eso mío —  Las palabras suenan arrastradas. —  Oh, Buh, eres tu...
   — Si, Buh para mi ¿Qué crees que estás haciendo? — Chris suena irritado.
   — Que te importa, vete a servir bebidas.
   — Eres de menor de edad, no deberias emborracharte, si sigues haciéndolo tendré que decirle a alguien.
   — No suenas agradable.
   — Tienes razón pero aun así eres menor de edad.
   — ¡Para de gritarme Chris! — Me llevo ambas manos a mis oídos, habla tan fuerte que me palpita la cabeza, no sé porque lo hace, no le he hecho nada malo como para que me grite, debe callarse si no quiere una patada en sus partes.
   — No te he gritado — Me observa detalladamente mi rostro, como si hubiera un rompecabezas el cual no encontrara manera de unirlo — ¿estás bien?
   — Creo que vomitare... — Ahora me encuentro corriendo hacia el baño. Me detengo ante una puerta y la abro, comienzo a expulsar todo lo que puede haber en mi estomago...se oye que abren la puerta y en un instante unas manos sujetan mi cuello, me sobresalto hasta que me doy cuenta que de nuevo es Chris, sólo sosteniendo mi pelo.
   — Soy yo... — es una voz ronca, una voz que me gusta.
   — Quisiera responderle pero mi boca no para de expulsar todo, por un instante me preocupa quedarme sin intestinos si sigo así. Me levanto, creo que he acabado, entonces me doy cuenta que estoy rodeado por hombres, no porque se hayan preocupado por la chica que esta vomitando como una manguera, sino porque estoy en el cubículo de hombres...y caigo en cuenta que no he vomitado en una tasa de baño, lo he hecho en...mas vomito-sorpresa.
   — Lo lamento... — Les digo a los hombres antes de salir. — Chris, no tenias porque hacer eso.
   —¿Hacer qué?
   — Sabes a que me refiero, estar ahí...mientras vomitaba, es asqueroso.
   — La verdad no creí que resistieras, pensé que antes de llegar a la puerta estarías inconsciente, no te dejaría inconsciente, rodeada de hombres. Pudo haber sucedido algo no muy bonito.
   — ¿Así eres siempre? — No puedo evitar sonreír.
   — ¿Así como?
   — Preocuparte por extraños, quiero decir.
   — Depende del extraño — El también sonríe.

« Todo esto es estupido, pero me hace sentir bien »

   — ¿Amigos? — Estira su mano en espera de que yo la estreche.
   — Tal vez — Trato de no mostrar la sonrisa que se dibuja en mi cara.
  — ¿Lo dudas? ¿Después de lo que hemos pasado todo el día? — parece asombrado pero su cara no demuestra enojo, solo ojos burlescos.
   — Noche — le corrijo y continuo — además, debes ganarte mi confianza.
   — Una chica difícil, me gustan los retos — sonríe plenamente. — aunque si te pones a analizar esta noche, ya hemos pasado por dos etapas de amigos, pelea y estar en momentos difíciles.
   — Bueno, me parece justo, amigos aunque aún tienes que ganarte mi confianza.

   Hablamos toda noche sobre cosas vagas, jugaba soccer, tiene un hermano varón aunque tiene su propia habitación, hacia mucho énfasis en ello. Al despedirnos quiso intercambiar teléfonos, le dije que averiguara el mío si tanto le interesaba.

Mas allá del limite - Mar VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora