Capítulo XIII: Platiquemos.

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Ashton no sabía mentir, cuando eramos niños nos cubriamos las espaldas sobre las mentiras que les tirábamos como dardos consecutivamente a nuestros padres, somos niños mentirosos habría que admitir, si no creían en uno de nosotros el otro lo confirmaba "Si mamá, es  verdad, yo lo he visto" solíamos decir y parecía bastar.

En este momento lo veía debatirse sobre como iniciar la conversación pero yo tampoco quiero iniciarla, estaba totalmente en mi posición de como fue idea suya, el debía empezar, además, el arruinó las cosas no yo. Me dedico a observar con atención como dobla sus mangas y lame sus labios.

      — Lamento como se dieron las cosas entre nosotros Bren — Sus hombros se relajan, realmente sus palabras suenan sinceras y lo se por que a diferencia de nuestros padres nosotros si sabemos cuando decimos la verdad—, en ningún momento mis intenciones fueron alejarte o lastimarte, pero las cosas nunca salen como quieres, se que entiendes eso... como tu hermano mayor debí estar ahí para protegerte y lo hice, siempre desde las sombras ¿como te explicabas que te dejaran de molestar de la noche a la mañana cada persona que se interponía en tu camino o que mis padres nunca te lastimaron? Me encargue de eso, preferi mil veces tener marcas en mi cuerpo con tal de que el tuyo permaneciera intacto.
      — ¿Por que nunca me lo hiciste saber? — Ahora los papeles se invierten, yo siento mi garganta seca  — Ashton...
      — ¿Me hubieras creído? — Espera un segundo y continua — No era necesario que lo supieras, lo hago por gusto y satisfacción de que estés a salvo, no pretendía hacerlo para ganar algo a cambio.
      — ¿No te importaba que yo te odiara?
      — ¿Lo hacías? — Mis palabras sonaron agrias en su garganta y solo se dedicó a fruncir el ceño.
      — Bueno, no...no así. — Si Ashton, te odiaba a morir por que yo solo quería tu atención y pensé que no la tenia —Pero sentía resentimiento de que sólo nos teníamos el uno al otro y no podía o no sabia que podía confiar en ti para cualquier situación mala en mi vida.
      — Es eso Bren, que solo nos tenemos el uno al otro y no quería arruinarlo.
      — ¡Pero lo hiciste!
      — Aún quedan cosas que tienes que saber pero no puedo decir y eso, créeme que si lo arruinará.
      — Dilo — Siento como mis mejillas arden y solo quiero que de una sola vez lo diga, pero no soy buena intimidando.
      — No. No quiero alejarte de mí.
      — Lo estás haciendo.
      — Entiéndeme Bren, no puedo decírtelo ahora.
      — ¿Entonces cuando?
      — Entiéndeme....
      — Nunca he sabido como hacerlo.
      Deslizo la silla hacia atrás y Ashton trata de detenerme tomandome del brazo así que le quito bruscamente su agarre. Al salir choco con un mesero que casi hago que tire  la charola con platillos.
      — Lo siento. —Murmuro pero no me detengo para saber que es lo que dice. La gente se acerca hacia el como si algo grave hubiese ocurrido, la gente suele ser muy dramática.
      Abro la pesada puerta de cristal que da a la calle y me tropiezo con la personas que menos espero, Dwan, la chica chismosa del autobús.
      — ¡Hey!, ya no volvimos a hablar desde el autobús, ¿te molestó que tomara la hoja que arrojaste? Enserio disculpa. — Tenia unos ojos grandes y la luz reflejada en ellos le daban una especie de efecto lagrimoso.
      — No, no te preocupes, ¿puedes llevarme a un lugar? — No sabia por que se lo pedía a ella, apenas y la conocía.
      Veo como Ashton atraviesa las mesas dirigiéndose hacia mí..
      — Claro, ¿a donde?
      — A donde quieras.

Diez minutos entre calles, arboles y pláticas para nada aburridas, descubrí que me caía bien.
      — Llegamos.
      — ¿A donde?
      — A la casa de un amigo, es donador de órganos, salte del carro ya.
      Comenzó a reír cuando notó mi cuerpo rígido y la cara pálida.
      — Rayos chica, relajate, es mi casa.
      Caminé despacio detrás de ella para captar cualquier movimiento que me indicara que sí corría peligro, aunque a este punto ya era tonto hacer algo al respecto. Pero al abrir la puerta con su llave morada, un olor a galletas desprendió de la puerta y dos cabezas asomaron por la cocina.
      — Llegaste cariño, ¿quien es ella? ¿Nueva amiga? Luce preciosa. Mucho gusto soy su mamá, Lía — Quitó su guante para saludarme, su sonrisa era encantadora. — El es mi esposo, Lith, saluda cariño, ven aquí.
      — Lo siento, cuidaba que las galletas no se quemaran ¿te gustan las galletas?
      — Mucho gusto señores, y si...
      — Okay, mamá y papá, basta. Estaremos en el ático — Me interrumpió Dwan halando de mi brazo.
      — ¿El ático? — Mi voz sonó mas temerosa de lo que esperaba.
      — Si, ¿te gusta jugar a la ouija?... es broma, lo convertí en mi cuarto. —
Estoy segura que mi suspiro fue tan dramático que vi rodar sus ojos.
       — ¡Bienvenida a mi cueva! Puedes dejar tus cosas donde quieras. — Sin siquiera quitarse los tenis se tiró a su cama — ¿cuál era la prisa por salir de allí? ¿Algún acosador frustrado?
      Parecía divertida ante la posibilidad de que existiera un acosador frustrado, escalofríos recorrieron mis piernas ante dicha idea.
      — Solo un hermano frustrado.
      — ¿Tienes un hermano?
      Casi me sentí ofendida por su reacción, como si estuviera segura de  que estoy totalmente sola en el mundo.
       — Si, ¿por que tanto asombro?
       — Pareces una chica solitaria.
       — Si tengo un hermano y también tengo dos amigos en la escuela.
       Sus ojos entrecerrados me indica que no me cree al principio pero entorna una sonrisa y me avienta el cojín morado con letras tejidas.
       — Desde ahora 3 amigos.
       — Me parece bien — Los toquidos de su puerta hace que las dos en sincronía giremos la cabeza en dirección a su puerta que yace abierta y su madre se asoma por ella.
       —Las galletas están listas, no se vayan a enfriar, se las dejaré aquí. — Las colocó en la cama con dos vasos de leche, me hizo sentir tan pequeña y hasta un poco de vergüenza, al cabo de unos tres minutos recogiendo calcetines y ropa sucia se retiró con una sonrisa.
      — Mi madre no quiere aceptar que tenga 16, y que ya no soy una niña. — Toma una galleta y hace una expresión de total disfrute — Pero están jodidamente buenas y no soy buena lavando mi ropa.
      Pasamos la noche hablando de nuestros padres y cosas extrañas que nos hayan pasado con ellos, riendo de las anécdotas y sonrojando de las vergüenzas.
Concluimos con que ya es tarde y si puede llevarme a casa, es  divertida y quiero creer que podríamos ser buenas amigas.
      Se detiene frente a mi casa y nos miramos como queriendo decir algo pero ninguna se atreve.
      — Te veo mañana en el autobús Dwan.
      — Te veo mañana en el autobús Brenald.
      Salgo del carro, antes de meter la llave en la cerradura volteo y ella hace una señal con las luces del carro, sonrío y entro en la casa.
      Las luces están apagadas y el silencio se esparce en la habitación como una capa ligera de humo blanco.
      — Disculpa, las cosas no salieron como planeaba, es difícil para mi y para ti, lose. — Ashton saltó del sillón hacia mi y se paró a unos cuantos centímetros enfrente de mi.
      — ¿Y nuestros padres? — Pregunto con indiferencia tratando de evitar hacer contacto visual con él, sus ojos eran intimidantes, un azul que te absorbía.
      — No están. Escuchame Brenny — Y me toma por la barbilla para encararlo —, enserio intento arreglar las cosas entre nosotros.
      — No importa, da igual, te irás.
      — No, no lo haré.
      Entonces dirijo mis ojos hacia el,  en unos días se iría a la universidad lejos de aquí, eso lo sabia desde hace mucho.
      — Creí que ese era el plan.
      — Si me iré sabiendo que las cosas entre nosotros no están bien, incluso si se que sientes una pizca de odio hacia mí no lo haré.
      — No te odio Ashton.
      — Quiero que sigamos hablando, para mi las cosas no quedaron claras.
       — Para mi tampoco, pero enserio necesito dormir ahora.
       — Entiendo. Antes que nada, discúlpame de nuevo. Descansa Brenny, si necesitas algo, solo háblame. — Se acerca más, sus labios se acercan lentamente y por un instante creo que va a besarme, mi corazón late deprisa y estoy en shock. Su rostro se ladea y me da un beso en la mejilla. — Te quiero, nunca lo dudes.
       Sube las escaleras de dos en dos. Y yo me quedo plantada ahí mismo, un poco confundida por que me siento extraña de una buena forma, casi feliz por lo que pasó, pero no se a que exactamente se deba el sentimiento.


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⏰ Última actualización: Jan 04, 2019 ⏰

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Mas allá del limite - Mar VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora