CAPITULO IV

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Jeydre.

—Tampoco debes preocuparte por nada. Voy a estar bien y si no soy una de las seleccionadas intentaré en otras partes —resoplé cansadamente— si te soy honesta... me da miedo. No las estúpidas pruebas, si no verlos, madre. Según lo que siguen contando las personas, nunca se deshicieron de tu cabeza y si está ahí... no soportaría verte de esa manera —aseguré en voz baja hablando hacia el inmenso mar frente a mí como si en realidad alguien estuviese escuchándome.

Ojalá mi ansiedad redujera y lograra sentirme tranquila, pero no es así.

Quisiera adelantar el tiempo y omitir éste día, pero, aunque pudiera hacerlo sé que no puedo huir siempre.

Tengo que afrontar todo aquello que temo. Especialmente por mí.

Tomo una bocanada de aire y salgo del bosque a paso rápido dirigiéndome nuevamente al pueblo en busca de lo que necesito para hoy.

Debía comenzar a alistarme desde hace un rato, pero en cambio, vine al mar tratando de dejar ir todo temor aunque eso me llevo más tiempo de lo esperado.

Matthew salió temprano hacia Evarb para estudiar el terreno y las pruebas a las que nos enfrentaríamos.
Aunque Aleskander me dijo algo sobre ellas, no podía evitar poner en duda su palabra. Es verdad que no tenía malas intenciones, podía presentirlo. Algo en mi decía que él no se encontraba en el bosque por maldad, pero me resulta imposible confiar en la palabra de alguien que apenas conocí. Le hice creer que logramos tener un lazo de confianza y ahí fue cuando comenzó a hablar y era lo que necesitaba en ese momento, información.

Hoy es el día. Empiezo a mentalizarme mientras entro a mi cabaña en busca de lo que llevaré de atuendo hoy y cuando lo encuentro, lo tomo algo temblorosa y comienzo a ponerlo sobre mi cuerpo.

Me enfundo mis botas de combate desgastadas tomándome un par de minutos más al abrocharlas. Quiero retrasar lo inevitable pero no puedo permitir que el miedo se adueñe de mí y la única manera de domarlo es hacer aquello que temo.

Me planto frente al pequeño trozo de Cristal para ver mi reflejo y podría jurar que en otra vida fui una guerrera muy poderosa.

Matthew logro conseguir algo de vestimenta decente de acuerdo a la ocasión. Lo mío consistía en unos pantalones de piel ajustados color negro, la parte de arriba era un chaleco también de piel con cuello circular que se pegaba hacia mí como si fuera una segunda piel.

Tomo el cinto y lo coloco exactamente en la línea de mi cintura haciendo que ésta se vea aún más pequeña. Paso el chándal negro en la parte derecha de mi hombro pasando también por debajo del cinto y ajustándolo en su totalidad.

La parte de arriba del atuendo llevaba unas pequeñas hombreras de metal oscuro que me daban aún más el aspecto de guerrera. Coloco los guantes negros en mis manos y visualizo nuevamente mi reflejo.

A Matthew debió costarle una fortuna conseguir esto, pero era justo lo que necesitaba para llenarme de valor.

Sentía mi cabeza al mil por hora visualizando todos los escenarios que podrían ocurrir y todos eran míos perdiendo el control. Me daba miedo desmayarme, recordar a mamá o perder los estribos al ver a los causantes de su muerte.

No tenía miedo de pelear o de hacer las pruebas. Tenía miedo que descubrieran quién era mi madre y que quisieran matarme por eso.

《 Han pasado años》

Si. Pero dudo que el Olimpo olvide algo.

Cierro los ojos alejando todo pensamiento de mi cabeza y tomo mi cabello desde arriba para comenzar a trenzarlo.

E V A R B ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora