CAPITULO XIII

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[La canción en multimedia es para una entrada muy BOOM así qué, abajo les voy a decir desde en que momento comienzan a reproducirla jiji]


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Narrador omnisciente.
Cada minuto que se pasaba dentro de Esparta era una preocupación latente para las dos personas que se encontraban alistándose en una de las bodegas bajo el Coliseo de Kratos.

Aleskander tomaba armas y las afilaba a la perfección mientras su semblante se mantenía serio. En ocasiones daba miradas rápidas hacia la mujer de su lado que se encontraba observando minuciosa y atentamente cada una de las armas que tenía frente a ella.
Jeydre no reconocía ni la mitad de los utensilios y mucho menos la función que daba. En su mente, los vagos recuerdos amenazaban con salir y la familiaridad que la envolvió al ver un centro de metal la hizo moverse de su lugar y tomarlo.

A unos cuantos metros, Ares caminaba de lado a lado tratando de calmar su ansiedad. Tomaba su cabello y lo peinaba en repetidas ocasiones con miedo a lo qué podría suceder; incluso él estaría dispuesto a morir ahí mismo para no exponer a dos de sus mejores soldados.

Aunque... francamente él sabía a la perfección que si algo le ocurría a Jeydre, él pagaría las consecuencias de ello y sería hombre muerto porque Jeydre era su responsabilidad.

Hizo una promesa. Y una que ni aún muerto podría deshacerse de ella, pues incluso en la muerte lo seguirían y lo harían pagar por sus errores, uno tras otro.

Jeydre dejó el centro en su sitio y comenzó a detallar las diferentes dagas, cuchillos, lanzas y espadas, dándoles pequeños toques intentando descubrir cuál sería el más favorable para ella.

-No tienes idea de cómo se utilizan, ¿verdad? -pregunta el semidiós sin siquiera mirarla.

-Nunca había visto tantas especies de armas, no conozco muchas de ellas-contesta seca en respuesta.

-Ojalá la seguridad que tenías hace unos momentos la tuvieses de conocimiento en esto.-la mira con poca paciencia- No sé porqué presiento que me vas a llevar a la muerte.

-¿Perdona? Según recuerdo yo no fui quien nos metió en este lío, y mucho menos seré la culpable si te pasa algo, ya te salvé una vez, no pienso arriesgar mi vida por ti de nuevo. -contesta ella con rabia acercándose a él.

-¿Y ahora la culpa es mía? ¡Yo no fui quien se metió al templo de Kratos ganándome su atención!

Grita exasperado acercándose a ella. Incluso las salas aledañas también eran partícipes de dicha discusión ya que los gritos podían escucharse incluso a kilómetros.
Jeydre da un paso hacia él, pero en cuanto se acerca, cae en cuenta que la distancia que los separa es muy diminuta.

-¡INTENTÉ ABRIRTE ESPACIO PARA QUE SALIERAS DE AQUÍ Y TE IMPORTÓ UNA MIERDA! -estalla-No pienso morir por ti, ni ahora ni nunca.

-Pues al fin en algo estamos de acuerdo-contesta el semidiós alejándose por completo de ella.

Kratos mantenía su risa victoriosa, pues para él no había mejor premio que ver sufrir a la chica -ahora mujer- que hace años se atrevió a hurtar su palacio; y además, vería cómo el hombre que se metió entre las piernas de su hija provocando deshonra pagaría por su cometido.

A unos kilómetros más allá, un pequeño dragón había emprendido su vuelo desde hace minutos pasando por un gran portal de protección de una isla desierta; hundiéndose en una niebla cegadora que convertía su vuelo aún más pesado.
Wypped movía sus alas con rapidez ignorando la niebla que poco a poco iba desapareciendo. No podía parar, alguien más continuaba encendiendo la llama para que el dragón siguiera su rumbo conduciendo también, a un pequeño ejército encubierto tratando de averiguar el porqué Wypped había permanecido más del tiempo establecido en piel y no en un andrajo.

E V A R B ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora