Cap. 23

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Cancion: Bring me to life - Evanescence


Jensen
Al llegar a Boston le informé a Erika que podía tomarse el día libre. Una sugerencia que ella no aceptó, alegando que necesitaba ir a la oficina a resolver unos pendientes. Insistí un poco sin mucha suerte, ella se negó a aceptar mi ofrecimiento. Al final dejé de insistir y le propuse que nos cambiáramos de ropa y fuéramos juntos a la oficina, ya que yo también debía ir. Otra sugerencia que no aceptó.

Al llegar a nuestro edificio cada quien se fue a su propio departamento, yo vine a la oficina en mi auto y ella lo hizo en taxi.

No me ha dicho si acepta la relación sexual o no y no quiero insistir, ella me dirá que sí o que no cuando se sienta lista, aunque tal vez podría darle algunos incentivos. Espero que diga que si, lo deseo mucho.

Refriego los ojos para aliviar el cansancio. Algo normal luego de la tarde y noche que pasé junto a Erika. Esa mujer es dinamita pura, no me importa que tenga marcas en los brazos y en la espalda por sus uñas. Lo peor es que una noche no me alcanza, necesito más de ella. Es como mi versión femenina en la cama.

Levanto la mano y miro la hora en mi reloj pulsera, las siete de la tarde, ya es hora de que me vaya a casa, tome un baño y me acueste a dormir. Tal vez tenga suerte y me cruce a Erika, pues ella dejó la empresa hace más de una hora. No es que sea un acosador, simplemente escuché a mi asistente hablando con ella por teléfono, Erika le dijo que se estaba yendo de la oficina, pero que se pondrían de acuerdo para ir de compras el sábado.

Tiro la silla hacia atrás, me coloco de pie, aflojo la corbata al mismo tiempo que tomo mi saco y abandono la oficina sin molestarme en colocármelo.

Al salir del edificio saludo a la guardia de seguridad, subo a mi auto y conduzco hasta mi departamento. Al llegar entro en el ascensor y, mientras llega a mi piso, deseo encontrarme a Erika, no me molestaría repetir lo de anoche.

Cuando llego a mi piso mi sonrisa se borra al ver a Sabrina de pie en la puerta de mi departamento. ¡Mierda! Olvidé que había quedado en verla y mi teléfono se quedó sin batería, me olvidé de cargarlo, así que no vi los mensajes que seguramente me envió.

Luce un pantalón de vestir blanco, una remera de seda azul sin mangas, zapatos negros y su bolso negro de algún diseñador. Como de costumbre está perfectamente maquillada. Su cabello rubio y largo cae por sus hombros en ondas que debió llevarle un rato largo hacerlas.

Al llegar a ella sus ojos se iluminan, intenta abrazarme, pero aparto a tiempo para sacar las llaves de mi departamento.

Estoy agotado, ahora de solo pensar en estar con Sabrina me agoto más. En la cama es complaciente, no se queja para nada y está dispuesta a hacer lo que le pida, creo que porque Erika es todo lo contrario es que me enloquece tanto. Mi vecina le gusta hacer las cosas a su manera, me desafía y no necesita que le diga cosas como que buen trasero tiene o lo hermosa que es, como me sucede con Sabrina.

Erika es segura de sí misma, conoce su cuerpo y no le importa pedir lo que quiere; Sabrina es insegura, hace lo que le pido, pero no da sugerencias. Es como que quiere complacerme todo el tiempo, eso no me disgustaba hasta haber estado con Erika. No debo estar comparándolas, nunca es bueno comparar a dos personas.

Abro la puerta e ingreso seguida de Sabrina, que deja el bolso sobre el sofá y se sienta con confianza. Algo normal, pues generalmente hacemos eso, pedimos algo de comer, nos acostamos y ella se va en la madrugada por miedo a que su marido regrese antes de algún viaje. No me molestaba nunca, al contrario, era mejor para mí.

Me quito la corbata y comienzo a desprenderme la camisa sin molestarme en ir a la habitación

Solo quiero darme una ducha e irme a dormir. Tengo que decirle a Sabrina que se vaya.

-Te llamé y tu celular me daba apagado. -me dice.

-Es que apenas llegué de Miami tuve que ir a la empresa y mi celular se quedó sin batería. Entre una cosa y la otra no recordé cargarlo. La verdad estoy cansado.

Camino a mi habitación y termino de quitarme la camisa

El ruido de los tacones retumbando en el piso se cuela en mi habitación.

-¿Fuiste por trabajo a Miami? —me quito el reloj pulsera, lo coloco sobre la mesa de noche y procedo a desabrocharme el cinturón.

-¿Desde cuándo debo darte explicaciones?-me giro y la enfrento.

– Tienes rasguños en la espalda, Jensen.

-Sí. ¿Y?

-Estuviste con una mujer, ¿verdad?

-Sí. ¿Y cuál es el problema? Nunca hablamos de exclusividad y tú tienes esposo.

Se cruza de brazos y suelta un suspiro.

-Llevo meses sin estar con mi esposo en la cama, creo que por eso se buscó una amante y no me importa. Estoy deseando descubrirlo y que me pida el divorcio, de esa forma puedo sacarle algo.

-¿Por qué me cuentas eso? No me importa tu relación con tu esposo. Eso es cosa de ustedes.

-Es que desde que te conocí todo cambió. Sé que no quieres una relación, pero nos entendemos, tal vez podríamos... -se aproxima y apoya sus manos sobre mi pechoQuiero estar contigo, Jensen, sin tener que esconderme.

Aparto sus manos y me alejo.

-No me vas a decir que estás enamorada de mí y que quieres dejar a tu esposo por mí porque no creo poder lidiar con eso.

-¿Sería tan malo?

-Si porque yo no te amo y no soy hombre de relaciones. Cuando estuve en Londres me acosté con otras mujeres

-¿No estarías dispuesto a intentarlo?

-¿Tener una relación? No, son demasiadas complicadas. En todo caso quisiera tener una, sería al lado a una mujer independiente que vaya a la par mía y con la que pueda tener buena relación en la cama y fuera de ella.

Hasta que seas mia (Saga Hasta Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora