CAPÍTULO XIV

10 1 0
                                    


UNA RUTINA PELIGROSA:

-Ofelia-una lavandera- dijo que el Amo y su Señora discutieron ayer- me dice Falia mientras me acerca todos los platos sucios para que pueda lavarlos. Es un día después de que entregaron las mantas.

-¿Te dijo por qué?

-Fue culpa de Aliba- Falia se asegura que no haya nadie cerca y continua con su relato – Resulta que, tal como lo había supuesto, Aliba siempre fue la encargada de poner las mantas en nuestras camas, cada año. Y parece que no le pareció que el Amo pusiera a Fermonn a cargo de eso, así que se quejó con la Señora, que le reclamó al Amo... dicen que pelearon muy fuerte, que los gritos se escuchaban hasta afuera. A la Señora no le gusta que se metan en asuntos de la Casa Grande, la considera su territorio.

-No sabía nada- me avergüenza pensar que mi favor fue el causante de la pelea entre el Amo y su mujer. No dejo de recordar su expresión de la noche anterior, fatigado, y fue por mi culpa, lo hice enfrentarse de nuevo con la Señora de la Casa. Sabía que era un asunto que nos involucraba a ambos, pero le costó todo a él y no a mí.

-Si quieres saber mi opinión- Falia no esperó mi respuesta -Aliba provocó problemas innecesarios, no es la gran cosa poner las mantas en la cabaña, yo no lo creo.

-También pienso lo mismo- le digo.

No recordaba el embarazo de la Señora, lo había olvidado hasta que Falia me contó de la pelea en la Casa Grande, quizás el Amo se veía tan derrotado porque no le gusta discutir con su mujer, menos ahora que está de encargo. Quizá el encuentro de ayer, cuando él se presentó en la cocina, fue una especie de despedida. Se terminó de cerciorar que no soy para nada valiosa junto a su esposa, que no valgo las peleas con ella.

-¿Todo está bien, Charlotte? – me pregunta Thomas. Los dos estábamos en la cabaña, solos, el resto ha terminado su comida y se han marchado.

-Sí – le dedico una sonrisa y observo nuestras manos entrelazadas.

-¿Él no se ha presentado de nuevo?

-No, la cocina ha estado tranquila – le dedico una sonrisa -Realmente no creo que el Amo se vuelva a parar por ahí, tiene cosas más importantes de qué preocuparse.

-Discutió con la Señora, eso es lo que debería preocuparle.

-¿Te enteraste?

-Pelearon en la entrada, yo estaba cerca. Parecen tan infelices que no se creería que tienen tanta riqueza. Estuvo de mal humor todo el día, le gritó a todo mundo, incluido a Fermonn.

-No debe ser fácil lidiar con todo al mismo tiempo – Thomas no pareció aprobar mi comentario, pero no dijo nada más al respecto.

-Quizá en un par de semanas, pueda convencer a Fermonn de que me permita volver a visitarte en la cocina.

-Es mejor que nos quedemos así, Thomas, es más seguro-

-Por ahora sí, tienes razón.

-Será mejor que me vaya, no quiero que nadie venga a buscarme.

Thomas me abraza con fuerza y me siento segura en sus brazos, siento que todo valdrá la pena y que están justificadas mis mentiras. Es mejor que no sepa de la vista del Amo la noche anterior, ni mucho menos que yo fui la razón de la discusión que le tocó presenciar, estoy segura de que algún día comprenderá y perdonará mi falta de sinceridad. Si llegamos a ser felices. Nunca he sido buena imaginando algo, no puedo imaginarnos diez años después a Thomas y a mí, pero eso no significa que no anhele estar con él. Porque sí lo hago, quiero creerlo, aunque no pueda imaginarlo.

AL NORTE DE TUS OJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora