CAPITULO XIII

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IN FRAGANTI

Durante todo el día, Aliba permanece inusualmente callada, sigue dando órdenes, pero ya no con tanta energía, en su rostro hay unas terribles ojeras que delatan lo agotador que debió ser el día anterior, encargarse ella sola de la cocina. Sé que me observa de reojo, pienso que tal vez quiera disculparse por su juicio premeditado, pero ella no dice nada así que sigo con mi trabajo y la obedezco como siempre lo he hecho.

Me pregunto si ella ya tuvo suficiente, pero tampoco me confío, no olvido la advertencia de Selma y tampoco mi propia experiencia cerca de ella. Sé que puede debo tener cuidado y lastimosamente yo nunca he sido buena teniendo la guardia alta, me falta demasiada experiencia para ser una buena esclava. Me angustia pensar que, dentro de una década, tal dos, me convertiré en una versión de Aliba, intentaré ganarme mi lugar y lo defenderé con ahora ella lo está haciendo. O quizá, y si me resisto a cambiar y sigo como hasta ahora, invisible, pueda pasarme la vida trabajando de cualquier cosa, sin sobresalir. Tal vez como Lena o Felia, la misma Selma, no sería tan malo.

-Ayer no te vi, Charlotte, ¿dónde te metiste?- me pregunta Fermonn en la hora de la comida.

-Debía terminar algunas deberes- le respondo con una ligera sonrisa -Fue un pequeño descanso de la cocina.

-Eso está muy bien- parece que nadie se ha enterado del incidente del día anterior, a nadie en la cocina le convenía que se supiera, en especial a Aliba. Ninguna quiere ser señalada como una soplona, nadie las quiere, y yo tampoco quería estar en boca de todos como una posible ladrona, así que nos quedamos completamente calladas. Es la primera vez que estamos de acuerdo en algo.

El resto del día pasa más tranquilo de lo acostumbrado. Hay un silencio un poco incómodo y un poco tranquilizador en la cocina, no se dice más de lo necesario pero tampoco se prohíben las palabras. Aliba sigue escaldada de la reprimenda de ayer y Lena, que normalmente le sigue en su actitud despectiva, apenas le habla para lo necesario. Falia me ve con curiosidad, ya no ignora mi presencia como el resto de las cocineras y estoy segura de que en la primera oportunidad que tenga, conversará conmigo. Honestamente lo estoy esperando, ansío una charla cualquiera, sobre cualquier cosa. Un poco de compañía, lo más cercano a una amiga.

-¿Te importaría quedarte, Charlotte?- me pregunta Aliba intentando sonar desinteresada.

-No, vayan a descansar- salen en silencio, pero Falia me dedica una pequeña sonrisa antes de irse. Parece que no me he equivocado.

No tengo idea de por qué el Amo y la Señora se quedan hasta tan tarde, si yo pudiera, dormiría apenas se escondiera el sol, no me quedaría despierta en una sala de estar. Supongo que por eso ellos son los Amos y yo la esclava. Deben tener discusiones importantes sobre la Hacienda y su futuro, quizá sobre sus hijas y muy posiblemente sobre su futuro heredero. Me los imagino sentados en una habitación perfectamente decorada, debe ser más elegante que la anterior en donde estuve. Hasta ahora reparo que nunca supe el nombre de aquella Señora, ni siquiera el apellido del Señor, nada, creí que ya habría tiempo para saberlo, me equivoqué. Como sea, el Amo y su mujer deben estar riendo y hablando, manteniendo una charla importantísima que no les permite dormir pronto. Rodeados de velas mientras la chimenea le ofrece un calor reconfortante, se deben olvidar de la hora que es.

Me quedo sentada en la mesa de la cocina, las sillas siguen siendo demasiado incómodas, con un respaldo que parecía hecho para lastimar la espalda de cualquiera que decidiera recargarse, así que mejor me inclino en la mesa y trato de descansar. Mucho mejor. Apenas me llega el calor del fogón, no es suficiente para ahuyentar el frío que ya se cuela por las paredes de madera, sólo hay una vela y es más que suficiente para iluminarme. Todo está en completo silencio, algunos ruidos nocturnos de animales que no podría identificar, estoy en una realidad muy diferente. A unos metros, El Amo y su señora disfrutan del calor de su hogar, mientras yo lucho por ignorar el frío, deberíamos estar separados por muchas millas, y no por unos cuantos metros.

AL NORTE DE TUS OJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora