Distracción

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I

***

(P.D.V. Joseph)

Me observaban con recelo, reflejando en sus ojos el temor que sentían hacía mí. Pero aquello no me importaba, mis compañeros de instituto no son malas personas, solo ingenuos, y supersticiosos.

No me provocaban ningún sentimiento, todo siempre se torna igual, Nadie me incentiva ninguna emoción sentimental.

<<Sin humanidad>> recuerdo las palabras de mi madre, al ver mi mirada vacía hacia ella.

Había sido criado con ese propósito. "No sentir nada". En aquella regla no había ningún lámparo blanco, la inocencia rota desde mi infancia, forjó mi carácter, y me hizo quien soy hoy.

Quizás se debía a que mi madre engaño a mi padre, y todos éramos testigos de su infamia, o tan solo él no la quería al desposarla, nunca le mostro ningún respeto, o amor hacia ella. Desconocía la razón del porqué de su actitud, las únicas palabras de ambos retumbaban mi mente una, y otra vez; taladrando mi cerebro; en una gran telaraña perfectamente construida; para evitar que sintiera algo, impidiendo alguna emoción de mí parte, y repitiéndome a mí mismo que estaba dañado.

-¿Disculpa?- resopló un tono de voz por encima de mi hombro, lleve mi mirada al cuerpo que había producido aquel sonido, y su rostro reflejó duda, como sí mi presencia la dejaba sin aliento, Podía observar en sus ojos de avellana algo de terror, lo que me resultaba costumbre en los que me rodeaban, Tanto ella como todos en el instituto; deducían que yo había matado a mis padres. (Hace algún tiempo atrás la gran empresa familiar ardió en llamas...)

En un pueblo pequeño como este, la empresa petrolera de los Montero sustentaba muchos trabajos para la comunidad.

-Una gran pérdida.- imito el tono de voz de mi tío para mis adentros, la observé, e hice un gesto inexpresivo al ver su rostro.

Ella mordió su labio inferior esperando escuchar algún sonido de mi parte.

No recordaba que nadie me hubiera hablado desde aquel entonces.

Apretó los dientes, y recuerdo...

Las llamas más altas que las puertas, los gritos ensordecedores del personal, y todos tratando de evacuar el lugar para salvar sus propias vidas.

En ese momento estaba en la parte superior del edificio, el fuego siguió su camino hasta alcanzarnos. Nos encontrábamos en la oficina de mi padre; el estruendo de unas cajas contra la puerta de salida, hizo que mi madre chillara de terror, ambos abrazados como una sola masa, dejaban mi cuerpo a la deriva de mi propia suerte.

Regreso al presente, y aquella aún me observaba, aguardaba mi respuesta, mientras yo indagaba en mis recuerdos...

-¿Qué pasa?- sonreí, su asombro no me llevo por sorpresa, quizás ella nunca me había visto sonreír, o está creía en esa estúpida leyenda que habían hecho con mi sonrisa. Tragó saliva, y articulaba palabras sin sentido.

Justo como mi madre lo hacía en aquel lugar...

Atestigüe aquel llamado; miedo retratado en sus rostro, me encontraba tranquilo, estaba prácticamente seguro que no iba a morir, y si así era; No me importaba. El plan de mi padre fue pasarme por una ventanilla para abrirles la puerta de salida. Pude salir sin problemas, y al mismo tiempo el fuego salió con migo. Mi padre índico el segundo paso de su plan, pero cuando las llamas alcanzaron la puerta tuve que retroceder dos pasos por el vapor emitido, realmente ardía aquel lugar.

Él quería que siguiera con el plan, y rompiera la puerta, daba órdenes y gritos de súplica que acompañaban las ardientes llamas.

Recuerdo oírlo mencionar; Joseph ayúdame, ten piedad. Lo decía una, y otra vez. Pero; ¿Por qué me molestaría en ayudarlos? me repetía a mí mismo; desde aquel entonces, ya me encontraba a salvo, y realmente no sabía que quería decir con tener piedad, nunca me enseñaron a tenerla.

Almas oscuras: La sonrisa del ocasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora