Valian

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Era de noche, en la urbe de Ostrobriga, una de las ciudades más pobladas al oeste del reino del sur. A pesar de que el cielo estaba nublado y amenazaba con una fuerte lluvia, reforzada con los constantes relámpagos, se respiraba una sensación de frescor unida a la fragancia liberada por las plantas que creían en los jardines de una de las casas nobiliarias y el palacio ubicado en la parte alta de la urbe.

A diferencia de otros asentamientos contaba con calles modernas, las cuales estaban pavimentadas por losas de piedras cortadas y encajadas, un trabajo hecho por los antiguos habitantes a petición por un olvidado emperador. Esto favorecía el tráfico de carrozas de comerciantes que llegaban cada vez con mayor frecuencia.

Las casas más humildes se encontraban en la parte baja de la ciudad, colindando con las altas murallas de mampostería. Esas casas contaban con hasta tres pisos y abarcaban comunidades de individuos que vivían cerca de las fábricas de artesanía y hostelería de la ciudad.

La urbe también contaba con un antiguo acueducto que distribuía agua traída directamente desde las montañas y los pozos subterráneos. La distribuía en fuentes localizadas en puntos clave, como el mercado de abastos, el palacio, los baños, así como a los templos.

Las posadas y tabernas se ubicaban en los alrededores del mercado, permitiendo a comerciantes nómadas, viajeros y aventureros repostar y compartir historias. He aquí en una de ellas donde un joven llamado Valian cenaba tranquilamente. Pertenecía a la aristocracia, concretamente a la familia Savanger, cuyo cabeza de familia apoyaba al actual rey a conservar su trono. Sin embargo, el chico no pertenecía a la línea principal, sino de una de las ramas más alejadas. Aquellas familias de noble cuna, pero de bajo linaje podían portar el apellido de la familia y tener el honor de presidir a los banquetes y reuniones, pero no gozaban de todos los privilegios de los principales linajes. Valian conocía su lugar en el mundo, pero a su manera tenía grandes sueños, lo que le llevó a numerosos enfrentamientos con su propia familia.

Sentado a la mesa, disfrutaba de un sabroso jabalí asado en acompañamiento de una guarnición de verduras; una rebanada de pan de centeno al lado de un cuenco con mantequilla para untar y de beber un vaso de sidra.

Dos hombres de aspecto intimidante se acercaron a él, quien se sorprendió al verlos.

—Salud señor ¿Podemos sentarnos?—

—Faltaría más— Respondió Valian —Oí que llegaríais, pero no me esperaba que vuestra llegada fuese tan repentina ¿Puedo invitaros a algo? ¿Comer, beber?—

—Le agradecemos por su amabilidad, pero venimos servidos—

—A mí me apetece una cerveza— Hablo su compañero, quien de inmediato se ganó una mirada severa por su falta de respeto, aunque Valian le sonrió con indulgencia.

—Pide lo que quieras— Valian llamó a un camarero.

—Traemos nuevas, señor. Entre ellas están buenas noticias y malas noticias ¿Cuál le apetece oír?—

Valian meditó su respuesta mientras degustaba un pedazo de carne.

—Dime las buenas primero, vuestra llegada cuenta entre ellas—

El calvo se rio y luego continuó.

—Resulta que el archiduque Eigeins ha terminado de reunir a sus ejércitos y se dispone a plantar cara a los invasores del norte—

—Esa es una gran noticia, después de haber perdido una gran parte del territorio por fin vamos a recuperarlo—

—Pero la mala noticia es que las tropas imperiales no van a acudir a ayudarles—

Isekai genérico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora