Tu tienes reloj, yo tengo tiempo

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Las revueltas del norte terminaron con la toma de la fortaleza de los cielos por parte de un grupo rebelde. No se hicieron esperar las respuestas por parte de sus vecinos y el norte de dividió en dos, los que apoyaban el gobierno actual y los que apoyaban a los rebeldes comandados por un caudillo que afirmaba ser de un linaje real.


Mientras, los reinos del sur enviaron diplomáticos y emisarios para conocer mejor las intenciones de los nuevos regentes.



Manis golpeó el tronco del árbol con sus puños desnudos con toda su fuerza. La piel se le resquebrajó con los primeros golpes y la sangre seca oscureció sus nudillos pero aun sentía ganas de descargar toda su furia. Fue uno de los peores momentos de su vida desde que estaba en ese mundo.


Tras esperar un par de semanas, fue con el curtidor a reclamar lo que le correspondía, la piel del animal muerto. Sin embargo el curtidor se desentendió de ello y le cerró la puerta en las narices. Al darse cuenta de que le habían estafado golpeó la puerta con toda su fuerza. El curtidor salió enfadado y le reclamó por ello, pero Manis le exigió sus pieles.


La acalorada discusión llamó la atención de la esposa del curtidor y de su hijo, quien se unió poco después. Cansado de discutir con toda la familia de estafadores, sintió ganas de hacerlos pedazos y reclamar lo que era suyo a la fuerza, pero se contuvo porque en el fondo sabía que si los asesinaba no podría hacer frente a las consecuencias de tener que lidiar con los soldados, el conde y el resto del pueblo.


Sin llegar a ninguna parte regresó a la casa de su cuidadora, donde le contó todo a Laiska omitiendo ciertos detalles, pero en vez de apoyarle le echó una bronca por acercarse a la valla del bosque.


Como guinda del pastel, no faltó la parte donde el artesano daba su opinión satírica.


Cada recuerdo claro como el agua agregaba gasolina a las llamas de su furia.


Se detuvo cuando el árbol perdió su corteza dejando libre la blanca madera interior, y porque el dolor de sus nudillos y codos desgarrados superó su rabia, pero en un último arrebato redujo el árbol a tablones con sus cables.



Sumergió las manos en el río sintiendo como el frío apaciguaba el dolor.



Las sacó y las miró. Los nudillos estaban raspados, ensangrentados e inflamados con un fuerte color rojo. Frunció el ceño aun más volviendo a enfadarse.



—Si lo dejo así se va a infectar y no tengo nada a mano para limpiarlo. Joder, haciendo la pulsera, la armónica y demás he perdido mucho tiempo y ahora que necesito cosas básicas de higiene no las hay. Asco de época, asco de mundo ¿Qué clase de tarado fantasearía vivir en una puta edad media? Si no hay nada— Tomó aire y soltó un fuerte suspiro que se llevó todo su malestar —A ver, necesito antinflamatorio. Obvio que no voy a encontrar una farmacia normal con su personal cualificado, aquí solo hay un barbero que quiere amputar cada extremidad inflamada y receta alcohol para todo. Que maldito desgraciado—


Se secó las manos zarandeándolas.


—Si no tengo medicinas, entonces necesito plantas—

Isekai genérico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora