Anacronía fantástica

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La situación en el reino del sur no podía ser peor. La muerte del rey dejó un vacío de poder, que en situaciones normales lo ocuparía un descendiente o un familiar, pero en su caso la situación era distinta, pues fue colocado por una poderosa familia, los Savanger, que intentaron ganarse el poder de la realeza por medio de mantener un antiguo linaje real ya diluido.

Su idea era formar su nueva línea sucesora conectándola con aquella, algo muy común entre la nobleza que desea elevar su estatus. Sin embargo, la traición del rey, la purga de casi todos los líderes de la familia Savanger, sumado al hecho de que el rey murió en batalla, dejó el vacío de poder que ahora todos los altos nobles buscaban llenar, ya sea apelando a una genealogía ficticia o a un derecho autoproclamado.

Siendo conscientes unos de otros, empezaron a reclutar fuerzas para alzarse por encima de sus rivales, desentendiéndose de la invasión, pues a sus ojos los territorios perdidos pertenecían a la competencia, y la caída de los mismos significaba menos gente con la que disputarse el derecho de gobernar.

Y en esa misma situación, Valian estaba desamparado.

Había perdido su trabajo y puesto en el palacio, mas su abandono prematuro de su familia para salvarse de la purga, le hizo perder su rango de noble y lo que quedaba de los Savanger no le permitirían volver, pues pertenecía a una rama baja de la misma. Para ellos él era un traidor, eso sí se dignarán a considerar su existencia.

Se hallaba viendo en medio de los mismos refugiados que logró sacar de Portobriga quienes aún le seguían porque aparte de hacerles creer que tenía derechos nobiliarios, les prometió devolverles su ciudad y con su dinero se aseguraba de mantenerlos alimentados. Veía en ellos una oportunidad surgida de la crisis y no la iba a dejar pasar.

Los refugiados se movían en carromatos donde llevaban las pocas pertenencias que lograron rescatar. Pero en raras ocasiones se desplazaban, pues el viaje era peligroso a la vez que costoso y consumía mucha energía, tanto de las personas como las de los pocos animales de tiro. Preferían estacionarse cerca de fuentes de agua y pastos abundantes, pero eran incapaces de asentarse, porque o bien el terreno no ofrecía recursos a largo plazo o porque la tierra pertenecía a otro señor que no quería más gente a su cargo.

Dormían en tiendas de tela que se empapaban con la lluvia, o en el interior de los carromatos, los cuales vaciaban previamente a riesgo de ser desvalijados.

Comían todos juntos una vez al día, priorizando a los niños, mientras los ancianos y los enfermos se resignaban a aceptar su ocaso, pues un estilo de vida nómada desgastaba rápidamente la salud y los médicos no siempre podían elaborar nuevas medicinas.

Era un estilo de vida que nadie deseaba, pero tampoco había lugar a donde regresar o asentarse. Inconscientemente sabían que si se separaban acabarían siendo esclavizados o muertos a manos de los bandidos que volvían a organizarse. Pero a pesar de vivir todos juntos, el sentimiento de soledad y desamparo no hacía más que incrementarse.

Durante una cena con ellos, les propuso una idea.

—¿Dices que tomemos Portobriga nosotros mismos?— Preguntó uno de los refugiados llamado Septus, quien desde hace varios meses se había vuelto cercano a Valian.

—Eso es— Respondió Valian —El ejército real que debía salvarnos ha muerto y todos los demás nobles se volvieron egoístas y ya no piensan en la gente que perdió su casa, como vosotros, por eso es momento de tomar las armas y luchar—

La idea no pareció convencer a la gente, pero Valian siguió hablando.

—No solo hay que luchar por nosotros mismos, sino por ellos— Señaló a los niños que comían todos juntos en una mesa en el centro del círculo, despreocupados de la situación en la que se encontraban, pues confiaban en que sus padres les protegerían.

Isekai genérico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora