Capítulo 12

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Si tiene que ser sincero, pensaba que una buena noche estando solo y tratando de olvidarse de lo que pasó ayer serviría de algo, pero no. No cuando se encuentra en un ambiente tan nefasto en el cual debe asistir casi toda la semana.

Tony está sentado en el piso del salón, mientras que muchos bailarines están entrando en calor por su propia cuenta, él los observa y escucha con cierta contrariedad:

—¿Acaso tienes el alta por parte del médico? —pregunta uno.

—Por supuesto que no —responde el otro con obviedad.

—¡Pero tienes una costilla fisurada! ¡Podrías perforarte el pulmón!

—No va a pasar tal cosa —expresa restándole importancia al asunto— ¿Y tú fuiste al cumpleaños número ochenta de tu abuelo?

—¿Y perder una clase? —Niega efusivamente la cabeza. —Esos festejos se celebran cada año además.

—Pero no todos los días se cumplen ochenta años.

—Como recompensación haré una fiesta y lo invitaré si finalmente logro la maldita secuencia que me llevó a lesionarme. Sin pastel, por supuesto —añade muy seguro—. A todo esto, ¿qué tal la dieta?

—Perfecta. Frutas y verduras en mi barriga y dulces y harinas solamente en mi mente.

Y ambos estudiantes chocan los cinco como signo de victoria.

Un gran y rotundo revoltijo de espanto se apodera profundamente en su ser, haciendo que el rechazo y el disgusto tomen una presencia bastante potente. Tony no puede sentirse más horrorizado porque la emoción no se le permite. ¿Cómo algo que consideres tan lindo puede arriesgar tu salud y menospreciar tu relación con tus seres queridos? ¿Es sacrificio u obsesión? El joven pelinegro se mira en el espejo, y una determinación certera se refleja en sus ojos: no quiere ser como ellos.

—Hey...— Aparece Liam, algo tímido. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no se percató de su presencia.

—Hola...

—Bebí todo el café del mundo que me pediste —comenta en un tono gracioso, para luego hablar realmente con honestidad—: Y quiero saber cómo te encuentras.

Tony suelta un gran suspiro de rendición.

—Bien... Quería disculparme contigo por mi comportamiento, pero no volviste a la habitación. ¿Dónde dormiste Liam? No tienes que buscar otro lugar para dormir si estoy de malhumor. No es justo, también es tu cuarto.

—Descuida, dormí con Nina —responde despreocupado y emocionado a la vez.

—¿Ah, sí? —indaga Tony, curioso de si Nina dejó de hacer sus acciones malintencionadas con su mejor amigo— ¿Y qué hicieron?

Y esa pregunta provoca que salga el entusiasmo entero del chico de ojos verdes.

—¡Estuvimos toda la madrugada viendo vídeos divertidos de bailarines perdiéndose o chocándose uno con  el otro! Lo peor que puede pasarle a un bailarín es caerse en el escenario —cuenta Liam muy animado, sin notar el gran semblante serio y pensativo de Tony.

—¿Estás segura que anoche no ocurrió nada entre ustedes dos? —interroga Cameron a Nina, al ver que ésta no despega su mirada al estudiante Kennion. Ambas se encuentran a un rincón distanciado del par de texanos.

—Uy, te dije que no. —Logra contestar su amiga entre el medio de un bostezo.

—Es que esta mañana los vi juntos, durmiendo en la misma cama... Pensé que...

—¡Ay, Cameron! ¡No pasó nada! —exclama molesta— Si hubiese pasado algo yo no tendría este humor. Es virgen, ¿puedes creerlo? Virgen y gay.

—¿Qué hay con eso?

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⏰ Última actualización: Sep 22 ⏰

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