Lo ve y no logra creerlo. Ya es de mañana y está en la clase de Jeremy, pero y la negación, recordando la inusual charla:
—¡¿Cómo que eres gay?! —Le exclama alterada.
El muchacho se muestra cohibido y encorvado, como si el espacio del exterior lo apretase.
—L-lo soy...
—¡¿Pero cómo?! —No puede tragarse que el bello joven que tiene al frente le gusta los hombres, que es marica. ¡Es marica! Su cabeza no consigue conectar lo que está viendo con aquella palabra que dijo: gay. Su rostro no es como los de los gais, su actitud tampoco -nada afeminado- y menos la manera en que la sostiene mientras danzan. No puede ser. —No... No entiendo. Tú no luces como ellos... No eres como Bastian.
Liam permanece cabizbajo. En cada pestañeo que realiza, una idea nueva surge en su mente pero la cambia por otra. Porque al vivir un gran tiempo de sufrimiento por parte de gente obtusa, entre tantos maltratos en que no pudo rebelarse o defenderse, uno con el tiempo, lamentablemente, se acostumbra a quedarse callado. Se acostumbra al dolor.
Transcurren unos largos minutos en silencio, en donde ninguno de los dos cambia de posición. Nina tiene el torso inclinado y las manos apoyadas a la mesa, con los ojos bien abiertos a él: su postura es intimidante y recriminatoria; el muchacho continúa sin dirigirle la mirada. El ambiente es muy tenso e incómodo.
Una vez que la realidad de la situación esfuma sus expectativas, el enojo comienza a hervirle los pensamientos: el chico con quien planeaba acostarse prefiere hacerlo con los hombres.
—¡¿Estás seguro?! —La ira hace que su voz suene más dura que de la cuenta.
Liam apreta sus ojos con fuerza y luego los abre hacia Nina, decidido y temeroso a la vez.
—Por favor, Nina, no se lo cuentes a nadie. Vine aquí para empezar con el pie derecho. No quiero que se repita mi pasado: volver a estar inundado en la tristeza por lo que soy. No, por favor, no. Nina, necesito que lo mantengas en secreto... Te lo ruego...
Lo expresó con tal desesperación y angustia que llega a menguar el temperamento de la bailarina por completo. Estando totalmente perpleja, sólo puede musitar:
—Está bien.
—¡Nina, Nina!
Cameron la trae a la actualidad de sobresalto.
—Uh, Liam otra vez. Creí que haber estado en vela contigo había servido de algo.
Claramente, la bailarina de rizos dorados sabe que Liam es homosexual.
A la madrugada, cuando Nina llegó a su habitación, sus pensamientos estaban igual de revoltosos que sus acciones; ya que no lograba conciliar el sueño, hacía repetidas caminatas en la cocina, en la sala de estar... Causaba ruido. Por lo que la muchacha rubia, totalmente adormilada, se despertó.
El hecho de que Nina trasnochara no era algo común, al menos que estuviese repasando algunas coreografías para una competencia pero no había una próxima. Entonces le preguntó que le sucedía. Cuando le contó sobre su nefasta noche con el joven texano, a Cameron no le sorprendió que Liam sea gay, sino, conociendo lo homofóbica que es su amiga, no lo haya golpeado.
—¿Impresionante? ¡Sí! Pero esto te enseña que no debes guiarte por las apariencias, porque no representan casi nada de una persona. Sólo tienes que conocerla y ya, te darás cuenta que una imagen es sólo una imagen —argumenta, tratando que su compañera deje de ser selectiva con la gente a su alrededor.
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CAMBIA DE OPINIÓN
General FictionNina Salvin, estudiante de último año de Juilliard, la famosa universidad de artes escénicas ubicada en Nueva York. Atractiva, egocéntrica y orgullosa de cabello marrón como el chocolate; es la más destacada y prestigiosa en el terreno de la danza...