Capítulo 7

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«En el día de hoy hay que mantenerse impasible», es lo que se repite a cada rato desde que despertó. Pero al ingresar al salón, ya con ver los semblantes de sus compañeros, sabe que eso será muy difícil. Todos aterrorizados esperando al mismo verdugo: Donovan Sullivan. Aunque algunos estén conversando eufóricamente, se nota que es una energía sobrecargada que sirve como una distracción de las siguientes horas. Como él, siendo principiante, quedó totalmente impactado por las inclementes palabras del coreógrafo, creyó que los más avanzados están acostumbrados a su tortura. Quizá debió acompañar a su amigo, que ya se recuperó de los dolores musculares pero prefirió seguir durmiendo. Por muy mal vista y criticada que sea, la pereza es bastante oportuna a veces.

Y con un largo suspiro, Liam se apoya al suelo a entrar en calor, recordando que las clases del profesor Sullivan son abusivamente estrictas. Mientras que se dispone a bajar el torso de forma recta con los brazos extendidos y teniendo las piernas separadas en segunda posición, un pie con ampollas reventadas y zonas enrojecidas aparece frente a sus ojos. El muchacho se endereza por tal espanto.

-Disculpa -dice la joven y corre su extremidad a su lado.

-Espera -Agarra su mochila y saca de ella un neceser. -Siempre traigo un pequeño botiquín conmigo.

Ambos se olvidan del ambiente nervioso, charlan amablemente a la vez que el bailarín le pone tiritas al pie lastimado de la chica.

-La clase de puntas no fue creada para los humanos, te lo aseguro.

-Y no, éstos pies lo confirman. ¡Mírate, eres una extraterrestre!

Los dos ríen.

-Tú estabas con aquel chico de cabello negro y un tanto fisgón, ¿no es así? El día de las pruebas. ¿Cuál es su nombre? ¿Johnny?

-Tony -afirma sonriendo-, por lo que oí, debes ser Florence.

-Sí.

-Soy Liam.

-Encantada. ¿Y a quién se está entrometiendo ahora tu amigo? No lo veo por aquí.

-Al quinto sueño en su cama.

A medida que se acerca la hora estipulada que llegaría el coreógrafo Sullivan, más son los estudiantes que se encuentran precalentando. Y al mismo tiempo que la ansiedad se incrementa colectivamente. Cada sector del salón está ocupado; Liam y Florence se ubican en la puerta, tratando de ayudarse en hacer el detiré y, realizando eso, esforzar la elasticidad del coxofemoral. Pero la trigueña no posee la suficiente fuerza para mantener la temblorosa pierna del muchacho elevada.

-Por favor, Florence...

-Estoy intentándolo...

Aun soportando la dificultad física, entre inhalaciones y exhalaciones largas, él alienta a la chica a que prosiga. Está así por un rato hasta que finalmente, en un momento donde siente que su compañera va a desistir, recibe la energía necesaria. Liam gira la cabeza para agradecerle pero se lleva una gran sorpresa.

-Hay cosas que sólo los hombres saben cómo complacer a otros hombres -expresa con suficiencia Bastian.

-¡Liam no es gay! -exclama con convencimiento la bailarina de cabello color chocolate- ¿Cómo puede estar seguro de serlo si nunca estuvo con una mujer? ¿Cómo sabes que no te gusta el helado de vainilla si ni siquiera lo probaste?

-Nina no puedes reducir a las personas a un gusto de helado -comenta su amiga rubia, algo harta.

Las dos están en un corredor, se dirigen a la clase del coreógrafo Sullivan. A Cameron le resulta cómico que por primera vez Nina tome importancia a un chico, además de las teorías de por qué es homosexual.

CAMBIA DE OPINIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora