Capítulo XVIII: La bruja de mirada triste

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Suelto un suspiro cansado, después del extraño encuentro con Scarlett decidimos instalar un pequeño campamento a las afueras del reino, realmente el castillo me da escalofríos y me siento más segura con Phaos a mi alrededor. El capitán ha estado renuente a aceptar la invitación de Lourdes, él está completamente seguro de que es una trampa para atraparnos. Mi mirada no se aparta de la piedra que me dio Scarlett; puede ser nuestro único boleto de regreso a casa, pero también pudiese ser una elaborada trampa de Lourdes, realmente no sé qué pensar; quisiera con toda mi alma que la bondad de Lourdes fuese cierta, pero yo misma he visto con mis propios ojos la maldad que ha desatado en el reino, toda esa oscuridad y crueldad con la que reina; mientras más pienso, más rápido se desvanece la esperanza de que ella no sea malvada. Pero sea lo que sea, necesitamos verla; ella es la única que nos puede dar respuestas. George se acerca a mí con una sonrisa, sus manos esconden algo detrás de su espalda, su sonrisa es feliz y emocionada, como si le acabasen de dar la mejor noticia del mundo. Yo le miro con una sonrisa curiosa. La luz de la fogata ilumina su semblante infantil.

-¿Qué tienes allí? -le pregunto, él me sonríe nuevamente.

-Si estuviésemos en Londres habría ahorrado para comprar un pastel, pero aquí no se puede hacer mucho. -dice con gracia, yo le miro sin entender.

-¿Un pastel? -cuestiono.

-Feliz cumpleaños Eli. -dice mientras saca una manta detrás de su espalda, la desata y miro varias frutillas deliciosas. Abro mis ojos con sorpresa; han pasado tantas cosas que había olvidado por completo que hoy cumplo años. Él me mira con diversión.

-George. -exclamo.

-Lo olvidaste ¿No es así? -cuestiona divertido, yo simplemente me acerco a abrazarlo.

-Pero tu no. -le digo en un susurro, él acaricia mi espalda con cariño.

-No podría. -dice al separarse de mi con una sonrisa. Yo le devuelvo la sonrisa. Veo como el dragón se levanta de su lecho y me mira fijamente.

-Mis mejores deseos por sus veintiún primaveras Princesa Eliana. - escucho la inconfundible voz de Phaos, yo le dedico una sonrisa de agradecimiento, aunque realmente aun no me acostumbro a ser llamada de esa forma. El capitán se acerca con lentitud, puedo ver como juega con sus manos, en señal de nerviosismo. Yo le dedico una sonrisa amable.

-Felicidades princesa. -dice haciendo una reverencia hacia mí. Mi sonrisa se borra completamente al ver su actitud, no puedo evitar sentirme decepcionada de su actitud formal y fría, como si el título de princesa me hiciera una completa desconocida para él.

-Gracias capitán. Si me disculpan, iré a tomar un poco de aire fresco. -digo con una sonrisa fingida, no espero la respuesta de nadie y me alejo del campamento.

Se que el bosque es peligroso, pero realmente estoy cansada de tener miedo todo el tiempo. No sé cuánto tiempo he caminado, pero encuentro un lugar realmente hermoso; un campo de flores silvestres de todos colores, el roció las hace brillar y por la oscuridad de la noche los colores son un poco más opacos, el aire es cálido, me siento en la colina a observar el campo de flores que parece extenderse hacia el infinito. No recuerdo haberlo visto cuando veníamos hacia el castillo, aunque bueno, no disfrute de la vista del paisaje de Arthegón precisamente cuando veníamos, estaba más ocupada torturándome con los recuerdos de la muerte del señor Colin.

-Precioso ¿No es así? -escucho una voz a mis espaldas. Volteo para encontrarme con una persona desconocida, por lo menos a simple vista. Ella se sienta a mi lado, viste un vestido de manga larga color azul oscuro, su cabello dorado está preso en una trenza gruesa y larga trenza y dos mechones de cabello claro enmarcan su rostro. Ella me resulta conocida, bastante familiar; demasiado familiar. Abro mis ojos con sorpresa y le miro, ella me dedica una sonrisa cálida. Su parecido con mi madre es sorprendente, trago en seco con fuerza.

La Princesa del Reino PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora