Fᴀᴍɪʟʏ (Wᴀɴɢxɪᴀɴ)_Tʀᴀᴅᴜᴄᴄɪᴏɴ

↪ CAPITULO 8 ↩

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A Lan Wangji se le dio una habitación.

Eso en sí mismo no era algo malo. Pensándolo bien, sin embargo...

"¿Por qué todos insisten en mantenernos separados?" Wei Wuxian frunció el ceño a la puerta de la ofensiva habitación, que evidentemente no era su propia habitación. "¡Estamos casados! ¡Ellos saben que estamos casados! ¡Deberíamos poder dormir juntos como lo hacen las personas casadas!"

"Mm. Todavía no", dijo Lan Wangji.

"¿Qué?"

"No estamos casados ​​todavía. Sin embargo, lo estaremos".

"¿Oh?" Wei Wuxian parpadeó. "Espera, ¿me estás proponiendo matrimonio ahora mismo?"

"¿Necesito hacerlo?" Lan Zhan respondió.

Wei Wuxian inmediatamente espetó: "¡Sí!"

Lan Wangji hizo una pausa, haciendo y rehaciendo ciertos planes en su cabeza antes de asentir. "Entonces lo haré."

Wei Ying farfulló. "¡Espera, no, espera, Lan Zhan! Lan Zhan ¡Solo estaba bromeando! ¡No tienes que hacerlo! Obviamente ya estamos casados, podemos renovar nuestros votos en cualquier momento, no es necesario... todas esas, eh cosas oficiales", le aseguró apresuradamente, pero para su sorpresa, Lan Zhan negó con la cabeza.

"Son necesarias", afirmó.

"¿Cómo es eso?" Wei Ying preguntó estupefacto, inclinando adorablemente la cabeza hacia un lado. Lan Wangji nunca antes había insistido en seguir el camino tradicional con él. En cambio, estaba contento de tomar la ruta más rápida, eso es cierto, por lo que su confusión era comprensible.

"He hablado con la señorita Jiang hoy. Ella está más que ansiosa de verte casado", dijo Wangji, bromeando un poco. Wei Ying estaba siendo muy lindo.

Los ojos de Wei Wuxian se iluminaron. Se quedó en silencio por unos segundos, recordando todas las promesas infantiles de estar en las bodas de los demás y la desastrosa cadena de eventos que impidieron cumplirlas en el futuro pasado, antes de soltar una pequeña carcajada. "Ah, ¿no debería desear casarse primero? Ese fue siempre el plan..."

"Ella desea tu felicidad", dijo Lan Wangji y eso hizo que su amor se callara para siempre. Wei Ying nunca aprendió realmente cómo tomarlo cuando alguien expresa su sincero amor por él. Cada vez que tenía que luchar contra la oleada de felicidad tan feroz que era doloroso, Wangji solo se alegraba de no sentir la necesidad de ocultar esta vulnerabilidad bajo la risa frente a él. "También hay otros beneficios", agregó, extendiendo una mano para acunar la cara de Wei Ying con ella. "Todo el mundo sabrá que Wei Ying es mío y yo soy de Wei Ying".

Wei Ying se tragó sus emociones y sonrió con una sonrisa temblorosa de picardía suavizada por el cariño. "De hecho, vale la pena enfrentarse a cualquier anciano del clan que lo desapruebe".

"No desaprueban a Wei Ying en este momento", le recordó Wangji dolorosamente. Nunca dejaba de clavar una daga en su corazón, pensando en lo acostumbrado que estaba Wei Ying a tener la desaprobación de la gente, lo automático que era asumir su mala voluntad. En todo el mundo, la única persona cuyo amor Wei Ying nunca cuestionó fue el de Jiang Yanli. Incluso su propia devoción no le fue aclarada hasta después de su muerte.

"Tienes razón, tienes razón. ¡Deberíamos darnos prisa entonces, antes de que se den cuenta de cómo soy y empiecen!" Bromeó Wei Ying. "Ah, pero tenemos que detener una guerra primero", recordó, soltando un suspiro.

Lan Wangji dejó que sus labios se curvaran en una pequeña sonrisa ante su futuro esposo y su aparente entusiasmo. "Mn. Mañana le enviaré un mensaje a mi hermano. Una vez que regresemos de Pingtao, estará listo", le aseguró a Wei Ying.