↪ CAPITULO 27 ↩

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Wei Wuxian y Lan Wangji intentaron pasar con Jin Zixuan el mayor tiempo posible, pero ni siquiera pasaron tres días antes de que los exploradores comenzaran a llegar con noticias de que Wen Ruohan iba rumbo a Qinghe. Afortunadamente, Jiang Yanli, recién regresada de Meishan, se encargó de ofrecerle su suave apoyo y sopa curativa.

Wei Wuxian juró de todas la maneras, que sanó su alma y Lan Wangji se vio obligado a estar de acuerdo, al ver los resultados (eso, o que ella era simplemente el ser humano vivo más grácil y compasivo, lo cual era igualmente posible para ser perfectamente honesto). Jin Zixuan apareció en el consejo de guerra convocado apresuradamente después de pasar días en relativa soledad con el dolor grabado profundamente en toda su persona y una banda blanca de luto en su cintura, pero con la cabeza en alto, desafiante. Las brasas de fuego en sus ojos seguían siendo apagadas por lágrimas que no habían caído, que todo el mundo fingió unánimemente no ver, pero estaba allí, casi listo para rugir y devorar a Wen Ruohan entero.

Wei Wuxian tenía la intención absoluta de mantener esa promesa.

Se necesito otro día para terminar los preparativos y el ejército aliado se apresuró a ir hacia Qinghe, siguiendo a Nie Huaisang, quien exigió al ayudante de su hermano que lo llevara cuando sus propias fuerzas le fallaron y no se detendría por más de una hora a la vez.

Qingheng-Jun y Madam Yu mantuvieron el ritmo fácilmente, al igual que la mayoría de sus discípulos, seleccionados entre los mejores que sus sectas habían entrenado para lo que seguramente seriá una batalla para todas las edades.

Jin Zixuan flaqueó, su fuerza se agotó por el gran peso de su pérdida, pero sus propios discípulos se aseguraron de fortalecerlo cuando lo necesitaba. Su oficial, Luo Qingyang (a quien Wei Wuxian llamó Mianmian por puro hábito e inmediatamente fue golpeado por su impertinencia) siempre estaba cerca, su mirada aguda y su corazón dedicado.

(N/T: para quienes preguntaban por mi mujer...digo la dama Luo, aqui esta)

Siempre que era posible, siempre que Jin Zixuan lo permitiera, Lan Wangji se mantenía al día con las sesiones diarias de música relajante e impregnada de poder espiritual que había comenzado en Lotus Pier. Su guqin llenó el campamento con una sensación de paz y fortaleció la determinación en todos los corazones que temblaban ante la idea de enfrentarse al propio Wen Ruohan en la batalla.

Se decía que el hombre estaba en la cúspide de la inmortalidad, después de todo. El Cultivador Principal era innegablemente poderoso y, sin embargo, Wei Wuxian no se sentía ansioso, ni podía sentir tales sentimientos en su esposo.

Lan Zhan estaba inquebrantablemente confiado en su victoria e hizo que su música y su mera presencia entre la gente fueran sorprendentemente alentadora.

Su título, Hanguang-Jun, se repitió en todas partes con tonos agradecidos e incluso reverentes y el corazón de Wei Wuxian se llenó de adoración cada vez que veía a su esposo sentado recatadamente en su guqin y esparciendo su luz por todos los corazones del campamento, brillando cada vez más con cada persona a la que tocaba.

Se sintió privilegiado de ser la primera persona que buscaron los ojos de Lan Zhan después de que terminaba de tocar y de ser uno de los pocos que podia reconocer las pequeñas sonrisas que su esposo le enviaba en respuesta a sus propias sonrisas amorosas.

Y luego encontraron a Wen Ruohan a las puertas del Reino Inmundo.


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Wei Wuxian sintió su presencia primero, incluso desde la parte posterior de la columna donde él y Lan Zhan vigilaban sutilmente al nuevo líder de la secta Jin. Wen Ruohan tenía cantidades exorbitantes de poder e hizo un esfuerzo por anunciarlo en voz alta para que todos lo vieran y sintieran. Además de eso, había tanto resentimiento a su alrededor, Wei Wuxian estaba sorprendido de no haberlo notado. Por otra parte, explicaba mucho sobre su actitud.

Fᴀᴍɪʟʏ (Wᴀɴɢxɪᴀɴ)_TʀᴀᴅᴜᴄᴄɪᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora