Lejos del cielo [EN CURSO]

2. Sofía

Canción: Walking on sunshine - Katrina & The Waves

Sábado 18 de marzo, 2017

La voz de Katrina & The Waves me dio la bienvenida a la vida una vez más. Despertar con un clásico como Walking on sunshine garantizaba un buen día y no había manera que yo evitara esa certeza si podía elegir mis alarmas el día anterior. Mi madre solía creer que ninguna jornada sería tan larga si podías conseguir la canción correcta. Ella afirmaba que la calidad de la música elegida determinaría la de tu vida y yo había adoptado ese dogma.

Salí de mi cama, recogiendo la toalla y mi teléfono; tampoco podía ducharme sin música. Sin embargo, antes de mi rutina revitalizadora de la mañana, pasé por la habitación de mi hermano y golpeé su puerta con fuerza.

—¡Levántate, Louis! ¡Tenemos reunión con tu profe! —grité y aporreé la puerta varias veces más, hasta que un gruñido molesto y el golpe de un zapato contra la madera fueron mi respuesta.

Coloqué la habitual radio de Girls just want to have fun por la que llevaba años dejándome sorprender y, como ya era costumbre, me bañé cantando.

Para cuando salí de la ducha, mi hermano ya esperaba tras la puerta con la cara larga. Le sonreí, pero un resoplido fue todo lo que me dio antes de pasar a mi lado y empujar la puerta detrás de mí.

—¡Buenos días pa' ti también, pelao!

Y así empezó mi día. Me vestí con unos jeans, maldiciendo frente al espejo al subirlo por mis muslos gordos, y un blusón solo ajustado en mis pechos y suelto en la barriga para disimular los evidentes resultados de que comiera fritos toda la mañana en el restaurante de Doni, donde trabajaba desde que estaba en bachillerato. Me maquillé, cubriendo las evidencias de mi falta de sueño, y recogí todo mi salvaje cabello rizado en un rodete apretado para verme mayor y respetable al recibir el llamado de atención del mes de Louis.

Suspiré, más preocupada que cansada, y fui a preparar el desayuno. Faltaba un poco más de una hora para que tuviéramos que estar en su colegio, así que me puse manos a la obra con un plato completo para un adolescente rebelde en crecimiento.

Terminaba de poner los huevos, salchicha y papas fritas en la mesa para mi hermano, cuando se dignó a aparecer por la puerta con su uniforme desencajado. Caminaba sin ganas y con el ceño más fruncido de lo habitual. Gemí en mi cabeza. Tenía la postura de "odio al mundo" una vez más y el problema era que se estaba haciendo una costumbre.

Irene Cara sonando desde mi móvil no me mantendría lo bastante feliz con mi pequeño Grinch en casa. Louis tenía trece años apenas, pero también la errónea creencia de que debía comportarse como el adulto de ambos y aquello terminó por convertir su bonita cara redonda en una aterradora. No había manera de que sus rizos oscuros, heredados de mamá, compensaran la cara de culo constante que no abandonaba. Estaba cansada de fingir que no importaba, pero no dañaría la mañana discutiendo con él o preguntándole qué ocurría y cómo podía ayudarlo, porque no estaba lista para recibir su abierto rechazo una vez más.