—¿En serio te tienes que ir?
—Todo es culpa del tonto de Lincoln.
Escuchaba decir a las gemelas, que entre lágrimas y enojó, demostraban su pesar ante la noticia que Luna les acababa de soltar, y de igual forma a Lisa y Lily, la primera, permaneciendo con su clásica postura de estoicismo y neutralidad, pero sintiendo por dentro la tristeza de una despedida más; mientras que Lily, por su corta edad apenas y podía comprender la situación.
—Está bien, hermanitas —contestaba Luna con una sonrisa nostálgica en su rostro y voy maternal—. Este día llegaría tarde o temprano. Y bueno, la oferta que me llegó tal vez no se presentaría otra vez.
—Hermana, aunque discrepo de tus argumentos, no tengo más opción que aceptar tus decisiones —dijo Lisa—.
—Lis, chicas, hermanita. Me es más fácil pensar que es por la beca y no por... ya saben. Vengan acá.
Se colocó sobre una pierna flexionada para quedar a la altura de todas ellas, pidiendo con los brazos abiertos un abrazo antes de retirarse.
—Vamos a extrañarte —mencionaron las gemelas al unísono con melancolía—.
—Y yo a todas ustedes, pequeñas. Hey Lis, asegúrate de la casa esté de pie cuando venga.
—No prometo nada, hermana —respondió ella simpáticamente—.
—Una, Una —se escuchaba balbucear a la más pequeña—...
—Hey, pequeñita —Luna alzó a Lily y le dio otro abrazo—. Estarás enorme cuando vuelva a verte. Cuídense, ¿sí?
Finalizó para salir de la habitación de las gemelas en donde se habían concentrado, recibiendo las despedidas de las más jóvenes de la casa Loud.
Al salir, vio fugazmente la puerta de su único hermano. Había pensado seriamente en despedirse también de él.
Aún se encontraba molesta, pero seguía siendo su familia.
—Muy bien, Luna. Entras, lo dices y te vas —se dijo a si misma—.
Al acercarse a la puerta, a instantes de golpear levemente la puerta, se detuvo cuando escuchó que, dentro de la habitación, alguien se encontraba llorando.
Pegó su oreja para tratar de escuchar mejor, pues al parecer, Lincoln tenía compañía, y el llanto tenía el timbre de una... chica, un timbre que le sonó conocido, y que confirmó al escucharla hablar, aún si está se encontraba llorando.
—Lo lamento tanto —escuchó decir a su hermano, evidentemente afligido—. Debí... debí...
—No, Linc. Yo también lo siento —decía Sam aun llorando—. Yo soy mayor, se supone que yo debía... ambos sabíamos que podía pasar —terminó con resignación—.
—Sí... ¿Qué crees que debamos hacer? —Preguntó el de los blancos mechones—.
—Bueno —continuó ella, calmándose un poco—. Creo que ya sabes que hay una solución si no podemos.
—¿Te refieres a... al aborto?
Sam asintió con el miedo en su rostro.
Al escuchar eso, Luna cubrió su boca tratando de reprimir lo más posible el grito de asombro que le ocasionó el escuchar eso.
¿Lincoln y Sam...? ¿Ellos...?
No había otra explicación para usar esa palabra y teniendo en cuenta el hilo de lo que había escuchado momentos antes.
Su cabeza comenzó a palpitar en un sin fin de emociones encontradas. Tristeza, ira, dolor, pero sobretodo... decepción. Dirigió su mano al picaporte y así encarar a ambos, tratando de controlarse y no entrar a que sus emociones actuarán por ella. Dejó pasar unos cuantos segundos para tranquilizar su cabeza.
Y finalmente...
La puerta se abrió dejando ver a la pareja, ambos sentados en la cama y Lincoln abrazando a Sam, tratando de consolarla, pero al escuchar la puerta abrirse de forma tan inesperada, ambos dirigieron la mirada a quien estaba bajo ese umbral.
Sentían miedo, no solo porque se trataba de esa persona a quien ambos dañaron. A eso se sumaba el hecho de que prácticamente ella lo sabía todo.
Entró a la habitación con serenidad y volvió a cerrar la puerta lentamente, apoyando la cabeza en la madera, tratando de mantener la calma antes de hablar.
—Así que... ¿incluso llegaron a eso? —Les habló con voz tenue y de espaldas, solo asegurándose de ser escuchada—.
Ambos sentían como el miedo corría por sus cuerpos. Ahora ella tenía información para hacerles el mismo o tal vez un mayor daño que el que ambos le causaron a ella.
No tenían nada que decir.
—Al menos... al menos pudieron esperar a que me fuera, ¿no creen? —Decía Luna ahogando el llanto en su voz—.
Las miradas de los dos se alternaban entre ellos y el suelo.
—Luna, lo...
—No hermano. No digas ahora que lo lamentas —interrumpió molesta—.
—Luna, por favor. Dale una oportunidad. No... no fue su culpa —rogaba Sam—. Sabes que fue mí... todo fue mi culpa.
Luna aguardó un momento.
—¡Yo culpo a ambos! —Gritó casi sin darse cuenta para inmediatamente cubrir su boca esperando no haber alertado a todos en casa—.
Después de eso, hubo un breve lapso de silencio donde apenas y eran audibles los sollozos de la Loud musical.
—Yo te quería, Sam... te quise mucho —decía mientras intentaba que sus palabras no quedarán opacadas por el llanto—... Tal vez lo hubiese podido superar, incluso perdonar. Se esmeraron en que no lo hiciera —finalizó totalmente resentida—. En fin, solo quería despedirme de Lincoln.
—Espera. ¿Despedirte? ¿Qué ocurre? —Preguntó Lincoln con sorpresa—.
—Me voy al campus, chico. Ahí terminaré la preparatoria y tendré menos problemas para ingresar a la universidad —contestó fríamente—.
Estaba anonadado. Ahora ya sabía que era lo que habló con Luan hace unas horas y como las propias palabras de Luna cobraban sentido. Era por ellos. Por su culpa ella se iba de casa antes de que realmente tuviera que hacerlo.
Lincoln bajo una vez más la mirada al entender eso, sin poder decir mucho, solo musitó:
—Lo siento... realmente lamento todo lo que te hice... todo lo que les hice —alegó con vergüenza—. Supongo que no te irás sin decirlo, y bueno... creo que está bien... me lo tengo bien merecido.
Sam, ante la expectativa de todo, solo abrazó a su novio tratando de consolarlo del mismo modo que él lo hizo con ella momentos antes.
—Absolutamente no —dijo aún molesta—. Esta es tu responsabilidad... enfréntala como un hombre —finalizó con un fuerte suspiro—. En fin, se me hace tarde, debo irme.
—¡Luna! —La llamó Sam, deteniéndola un momento—. Yo también te quería... pero me enamoré de tu hermano. Sé que no es excusa, pero solo quiero que sepas que también lo lamento.
Luna volvió a suspirar, está vez menos prolongadamente.
—Lo sé chicos, lo han dicho todo el tiempo —pausó un segundo—. Superar no es fácil, perdonar es aún más complicado... pero lo voy a intentar. ¿Bien? Entonces me despido. Lincoln, Sam.
Dio media vuelta para seguir su camino, pero una vez más se detuvo para decirles una última cosa.
—Ah, por cierto, chicos. Si vuelvo y no veo una linda criatura en sus brazos... eso nunca se los perdonaré —sentenció severamente—. Ahora sí. Adiós chicos.
XXX
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Pasado Complicado (TLH)
RomanceDisfruta esta magnifica historia llena de entretenimiento y esta completa