Sus nervios se incrementaban a la par que su miedo. Fue difícil con los señores Loud, y esto no sería más sencillo. No tenían idea de cómo comenzar ni quién lo daría a conocer, pero ya en ese momento no hay vuelta atrás. Afrontarían las consecuencias, no solo por ser lo correcto, también había una persona a quien se lo debían.
—Bien, estamos aquí —dijo Lincoln temeroso—.
Aproximó su mano temblorosa al timbre, dudando para accionar el botón, pero finalmente lo hizo después de un par de segundos.
—¿Estás lista? —Preguntó a Sam—.
—Para nada —respondió ella con un nudo en la garganta—. Pero si no es ahora, será más difícil después.
—Sí... tienes razón.
Los momentos en que esa puerta no abría les parecieron eternos. Tenían la necesidad de apresurar todo, querían que fuera rápido para poder continuar. Habría reprimendas, obviamente, pero ni él ni Sam se encontraban seguros de cómo podrían reaccionar.
Según lo que Sam le había contado a Lincoln, sus padres solían ser relajados en cuanto a su actitud, sin embargo, eso no significaba que fueran despreocupados. Trataban de tomarse las cosas con calma, pero cuando las situaciones lo requerían, debían poner mano dura.
Sus corazones se detuvieron un segundo cuando escucharon quitar el cerrojo de la puerta, había llegado el momento.
Tras la puerta, un hombre, a la vista apenas mayor que Lynn padre, no muy alto como él, pero con el mismo problema capilar, un poco robusto y con anteojos. Vestía un chaleco marrón con una camisa blanca debajo, y unos pantalones también marrones haciendo juego.
—Ah, querida. Regresaste —habló el hombre amablemente—. ¿Este es el chico a quien le das tutorías?
La chica rubia había pensado en como excusarse en caso de ser vista con el de los blancos mechones. Se trataba de un argumento sencillo pero contundente, apoyándose del hecho de ser una gran estudiante.
Al comentario de su padre, ella rió nerviosamente, forzando una sonrisa.
—Sí, es... él.
—Bueno, no sé qué estas esperando para hacerlo pasar —comentó nuevamente el hombre—. Bernard Sharp, un placer, hijo.
—Gra... gracias. Soy Lincoln, un placer señor —dijo Lincoln manteniendo la calma y con cortesía—.
Entrando a la residencia Sharp, Lincoln notó que no era muy diferente a su hogar. No parecían ser económicamente privilegiados, pero tampoco parecía que fuera una familia a la que se le dificultaran demasiado las cuentas a fin de mes.
Al entrar, fueron interceptados por una mujer. Tenía el mismo tono de cabello que Sam, de complexión delgada, luciendo una figura más esbelta que la mayoría de las mujeres de su edad. Vestía una blusa azul claro, con un pantalón blanco y un delantal de cocina encima, también blanco.
—¿Quién era...? Ah, Sam, y traes un invitado —mencionó ella tranquila y amigablemente—. Hola pequeño, soy Samantha Sharp, madre de Sam.
—Lincoln es a quién Sam ha estado ayudando a estudiar —complemento Bernard—. Supongo viene a lo mismo.
—Bueno, Lincoln. Estábamos a punto de cenar. ¿Por qué no comen antes? Ayúdame a terminar la cena, cariño —dijo dirigiéndose a Sam—.
Se le notó nerviosa. No estaba cómoda dejando a Lincoln solo, y tampoco quería alargar la situación. No podían decirlo en la cena y hacerlo después estaba descartado. Se encontraban acorralados. Sí querían decirlo, debía ser en ese momento.
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Pasado Complicado (TLH)
RomanceDisfruta esta magnifica historia llena de entretenimiento y esta completa