capitulo 1 inicio

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Una vez más, había llegado ese día tan especial para la pequeña del mechón turquesa. Desde que tenía memoria, sus padres habían hecho hasta lo imposible para hacer de cada uno de sus cumpleaños dignos de recordar, y este en particular, no iba a ser la excepción.

La suerte la acompañaba este año, pues finalmente tendría todo un sábado para celebrar. Tenía vagos recuerdos de la última vez que no tuvo que asistir a la escuela en su día especial, y no porque sus amigos no la celebraran o felicitaran, pues era todo lo contrario, pero simplemente no era lo mismo celebrar un poco y regresar a hacer el examen de matemáticas, caso particular de su cumpleaños del año pasado.

Mientras el sol de la mañana matizaba en su habitación con tenues rayos entrando por la ventana del mismo modo que la ligera brisa de la temporada, un par de personas se escabullían dentro para intentar sorprenderla.

Ambos, cada uno de un lado de la cama, se preparaban para cantar a todo pulmón el clásico "feliz cumpleaños", sin embargo, antes de comenzar, notaron que sus oídos se encontraban bloqueados por un par de artefactos que su padre pudo reconocer.

—Chica lista —mencionó su padre con sarcasmo—. ¿De dónde los habrá sacado?

—No eres el más hábil intentando esconder cosas, amor —agregó su esposa burlonamente—.

—¡Esta vez no, chicos! —Saltó de la cama la peliblanca, sorprendiendo a ambos y rompiendo en risas—. Sabía que no harían algo diferente este año así que pensé en cómo evitarlo este año—señaló victoriosa—.

—¡Esa es mi niña! —dijo Lincoln orgullosamente—. Inteligente y sagaz como su padre.

Tanto su madre como Lina compartían miradas escépticas. No era secreto que sus padres eran muy jóvenes al momento de su nacimiento.

—No fuiste muy sagaz hace 12 años, amor.

El peliblanco no pudo ocultar su indignación ante el comentario de Sam, lo que también había provocado en su hija una risa nerviosa al deducir a qué se refería ella.

—Sí, bueno. ¿Quién tiene hambre? Preparé un desayuno súper especial para la niña más especial de la tierra. Mi princesa, mi motor, mis ganas de vivir, mi...

—Se te acabarán los adjetivos, papá —interrumpió ella, enternecida por las palabras de su padre—. Además, ya no soy una niña, ya tengo doce, justo... ahora. 9:06 de la mañana.

—Esa es mi niña, la más inteligente.

—La consientes demasiado cariño. Solo son matemáticas y saberlas es su obligación.

Sam terminó para darse cuenta de que ni su esposo ni su hija le prestaban atención dados todos los mimos que la chica recibía por parte de su padre, indignándose solo un poco, pero cambiando rápidamente su expresión por una de felicidad, alegrándole el hecho de que su esposo y su hija sean tan unidos. Y dadas las circunstancias, decidió resignarse y salir de la habitación dirigiéndose a la cocina y terminar de preparar todo para el desayuno.

—Volveré a la cocina. Linc, dale a tu hija algo de tiempo para que se prepare para el desayuno.

—En un momento, cielo —contestó el peliblanco mientras su esposa salía de la habitación—. Ya oíste a mamá, amor. Anda, prepárate que en el desayuno te contaremos como planee tu día. Te amo, cariño —finalizó plantándole un tierno beso en la frente—.

—Yo igual, papi —los veo abajo—.

Dicho eso, Lincoln abandonó la habitación de su primogénita dándole la privacidad requerida para que se pudiera vestir.

—Este será un gran día —dijo para si con volumen moderado—.

Ya en la mesa, desayunando, ambos le explicaban que era lo que le tenían planeado. Actividades, obsequios, bocadillos, y también... invitados, aunque realmente es cuestionamiento había nacido de la misma niña peliblanca.

—¿Y quién vendrá? —Preguntó con expectación mientras terminaba los huevos a la Lincoln, especialidad de su padre adaptada de un platillo de su abuelo Lynn—.

Sam respondió a eso.

—Oh, bueno cariño. Ya sabes, tus abuelos, tus tías...

—¡¿Vendrá la tía Luna?! —Preguntó nuevamente, solo que se le veía más ansiosa—. Por favor, digan que sí.

La manera como Lina rogaba apoyada en la mesa y con las manos juntas enternecía a la joven pareja. Su visita era inevitable, pero querían que su llegada fuera una sorpresa, pues desde que tenía memoria, ella había sido para Lina más que una tía, se había convertido en una amiga más, sin embargo, el paso del tiempo le trajo a Luna una oportunidad invaluable poco después de terminar sus estudios universitarios, lo cual además de tiempo, le exigía viajes constantes, por lo cual las visitas de ella se habían convertido en algo poco frecuente en los últimos tres años.

No pudieron... Lincoln no pudo soportar ver a su princesa de ese modo, por lo que no tardó en revelar la sorpresa, la cual se trataba de uno de los obsequios para Lina, ganándose la mirada lasciva de Sam y, en contraparte, desatando la completa alegría de su pequeña expresada en todo su rostro.

—Si... vendrá tu tía Luna —comenzaba Sam con calma—, y también vendrán algunos de tus amigos de la escuela.

La declaración captó una vez más la atención de la niña.

—Ah, entonces, ¿vendrá Nathan?

—Sí.

—No.

Respondieron ambos padres, contradiciéndose el uno con el otro e intercambiando miradas acusatorias y con los brazos apoyados firmemente en la mesa con las manos cerradas.

Lincoln no sabía que algún día reaccionaría de esa manera cuando llegase a tener hijas, pero siempre es buen momento para cambiar de opinión.

—Vamos papi, Nathan es un buen chico —dijo Lina al ver y sentir que un poco de humo salía de las orejas de Lincoln—. Además, ya no soy una niña y puedo tener novio —sentenció—.

—¡Sobre mi cadáver! —Se sobresaltó el peliblanco, levantándose de golpe de la silla— ¡Ningún vago se acercará a mi bebé mientras esté con vida!

—Lincoln, cielo —lo llamaba su esposa, quien parecía haberse tranquilizado—, ¿no crees que estás exagerando solo un poquito.

—No soy un bebé —agregó la menor indignada—.

—Claro que lo eres —respondió el de los blancos mechones. Hizo silencio un momento mientras parecía perderse en sus pensamientos antes de hablar una vez más—. Nunca olvidaré el día que llegaste a este mundo... Mi princesa

Lina se avergonzó por la forma tan paternal en que Lincoln acariciaba sus mejillas. Le encantaba que hiciera eso, aunque prefería que no lo hiciera en público.

—Lo sé papi. Lo cuentas cada vez en mi cumpleaños —replicó ella aborrecida más no molesta—. ¿Podríamos escuchar algo diferente esta vez? —Rogó—.

Ambos se vieron con expectación. Había en particular una historia que se estaban guardando para cuando Lina fuera un poco mayor, pero aparentemente, al fin había llegado el momento.

—Claro que sí, cariño —respondió Sam, suspirando antes de volver a hablar—. Creo que es tiempo de que escuches esto y... y tal vez veas todavía mejor a tu tía Luna, ¿qué dices?

—¡¿Todavía más?! ¿Es eso posible?

—Cuando la escuches verás que no es tan imposible, princesa —agregó su padre—. Bueno, creo que comenzaremos por...

XXX

Pasado Complicado (TLH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora