Durante una noche como cualquier otra, los dos tienen la suerte de encontrarse frente a frente.
Lo que parecía terminar en puñetazos y destrozos, terminó en una charla decente, cosa que ninguno se esperaba.
Además de una promesa que pensaban cumplir...
Llegó a su departamento de madrugada, quitó sus zapatos y los dejo en la entrada.
Cambio su ropa por algo más cómodo y se dejo caer en la cama. Juraría que estuvo unas dos horas debatiendo consigo mismo sobre si llamar o no, hasta que se cansó de todo y marcó el número.
Como era de esperarse, éste lo mando al correo de voz.
- Gin soy yo, creo que necesito un consejo... llámame pronto por favor y cuidate...
Mañana tendría trabajo hasta la tarde, así que podía desvelarse cuanto quisiera. Bajó a la cocina y preparó té de canela, se sirvió en una taza y encendió el televisor.
No había nada interesante esa noche pero tampoco importaba si eran dibujos animados o un documental de animales, sólo quería ruido de fondo para no sentirse tan solitario.
Sus pensamientos eran un lío, y el fantasmita idiota parado en una esquina tampoco ayudaba. Sorbió el té y se dejó caer en el sillón viendo el techo.
¿Por qué dijo eso? Él no quería ser tan grosero. ¿Por qué se fue? Él no quería dejar a su suerte al otro. ¿Por qué preocuparse por él? Ni siquiera sabía si llego bien a su casa o algo así.
- Se que soy de lo peor, pero quiero intentar cambiar... si así consigo por lo menos la aprobación de Dazai-san lo haré
Empezó a hablar solo, como si el director fuera su terapeuta. Pasaron tantas cosas en tan poco tiempo que se estaba volviendo un manojo de nervios.
Pero lo hecho, hecho estaba. Ya no podía ir y decirle a su yo del pasado que hacer y que no hacer. Se sentía de la mierda, igual que siempre, pero esa noche fue aún peor.
- Seguro te burlas de mi desde tres metros bajo tierra...- Se burló de si mismo
¿Que pretendía el idiota de Jinko? ¿Ser mejores amigos y deja su rivalidad de lado para luego ir a comer pastel de fresas? Un carajo pretendía.
No logro nada... ¡excepto contarle todo su maldito pasado lleno de tragedias y desgracias! Ese era el problema, actuar sin pensar. Dió un jodido salto de fé sólo porque se sintió "compadecido" ¡Ese no era Akutagawa Ryunosuke!
- Me lleva la...- Se dejo de quejar al escuchar las llaves abriendo la puerta principal
- Cuéntame que pasó- Pidió su hermana
- ¿Juras no reírte?- Preguntó sentándose en el sillón y dejando que su hermana hiciera lo que quisiera
- Las únicas veces que me llamas así de preocupado es porque la cagaste, y muy feo... así que, habla
Explicó todo, cada detalle, cada palabra, cada acción, con cada parte su rostro se volvía más culpable.
Al contrario de lo que esperaba, Gin lo abrazo por los hombros y le dio unas palmaditas en la espalda.
- El chico abrió su corazón contigo y tu hiciste lo mismo, ¿después fuiste malo con él otra vez?- Cuestionó intentando comprender el comportamiento de ambos
- Y ahora el director me persigue... ¡es una puta pelicula esto!- Se quejó por milésima vez en la noche
Tomó un cojín del sofá y lo golpeó con el, recibiendo una mirada de fastidio por parte de su hermano.
- ¡El chico es ingenuo, pero tu eres idiota!idiota- Regañó aguantando las ganas de lanzarlo por la ventana
- Te pedí un consejo, no un sermón...
Gin suspiró, sabía que su hermano podía llegar a ser muy imbécil. ¿Tan difícil era aceptar que ya no quería matar al chico tigre igual que antes?
- Me parece que el problema, es que te estás precipitando mucho... ¿no sería mejor tratar de llevarse bien?
- Si, eso creo...- Contestó decaído y volviendo a tomar de su té
- Así que quita esa cara, discúlpate y haz un esfuerzo por llevarte mejor con Atsushi- Pidió usando ese tono tan dulce y comprensible
- Lo intentaré, pero aún no estoy seguro de que sea lo correcto Gin- Dijo recargando su cabeza en el hombro de la chica
- Puede que lo sea hermanito, por lo menos para sus misiones juntos y si es que tiene que proteger Yokohama de nuevo- Mencionó imitando las acciones del mafioso
La visita duró poco, pues tal y como dijo Chuuya esta mañana, Gin tenía mucho trabajo estos días. Aunque si le dio la caja de Ramen que compró.
Y cuando menos se lo esperó, el director ya no estaba, lo buscó por todos lados y al no encontrarlo suspiró aliviado. Se tiró en la cama otra vez, dispuesto a dormir y ordenar sus ideas, pensando en como pediría disculpas.
Sonará fácil, pero el estaba acostumbrado a obtener lo que quería, no a pedir perdón. Por eso, sería de las primeras, únicas y últimas veces que lo haría.
Tenía que reconocer que el chico tigre era "especial" pues logró hacerlo sentir tan miserable en un solo minuto. Y aunque no lo admitiera, también tenía sus encantos.
Como el resplandor de su cabello a la luz de la luna o el brillo de sus ojos tan peculiares... y la maravillosa habilidad de sonreír a pesar de estar destrozado por dentro.
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La verdad tuve un fin de semana increíblemente estupido, pero un estupido malo, no se si me entienden xd
Pero mis problemas no me impedirán traer el capítulo de hoy juasjuas