— ¡Kagome, por dios, levanta! — una voz muy conocida me trae de vuelta. Trato de ignorarla y me hago una bolita con mis sábanas —. ¿Es que no me oyes? Vamos, levanta. Por dios, tienes todo esto peor que un estercolero, ¿se puede saber qué narices te montaste anoche? — me regaña Koga. Una vez más.
De pronto, mi pequeña cuevita oscura desaparece por una asquerosa y potente luz de mediodía. La cabeza me está matando, ojalá pudiera cambiarla como un Pinypon, la mitad de mis problemas se resolverían. Me pongo boca abajo y cubro mis oídos con la almohada.
— ¡Es sábado, déjame dormir! ¡Tengo derecho! — me quejo enfadada en el mismo instante en que me quita las sábanas. Me incorporo con mala gana, haciendo un esfuerzo por abrir los ojos entre tanta claridad. Cuando logro verle, me lo encuentro de brazos cruzados y con mala cara —. Recuérdame por qué razón te di las llaves de mi piso — comento en un suspiro. Se viene bronca.
— Ya eres mayorcita para saber lo que estás haciendo, no pienso volver a repetirte lo que pienso sobre las botellas que acabo de encontrarme en la sala. Aunque al menos, no están vacías. ¿Cuánto tomaste anoche? — dice sentándose a mis pies. Trata de parecer enfadado, pero sé que, en esa supuesta capa de ira, solo hay preocupación.
— Lo siento, anoche no podía dormir. Me tomé un par de copas mientras veía la tele para despejar la mente. Te juro que no fue nada más allá — trato de excusarme. Realmente me pasé de la cuenta, pero eso no tiene por qué saberlo.
— Bueno, pues espero que la resaca no sea tan grande, porque vas a venir conmigo de compras — responde con calma, poniéndose de pie.
— ¿De qué estás hablando? Pero si a ti no te gusta ir a tiendas — pregunto extrañada. Esto sí que es una novedad.
— Ya, bueno, pero necesito que te compres algo para esta noche — comienza a ponerse nervioso y un leve rubor cubre sus mejillas. Ahora voy entendiendo...
— No me fastidies. ¿Va a venir? ¿Por qué no me habías dicho nada? Por cierto, aún no me has contado cómo fue tu cita. ¡Exijo detalles! — ahora soy yo la exigente. Me levanto y voy hacia él, pero huye hacia la sala.
— ¡Date una ducha y vístete! ¡No servirá de nada la ropa si sigues oliendo a mofeta! — grita desde la cocina.
Por una vez, cierro el pico y obedezco sus órdenes. No tengo ganas de que se moleste aún más. Mi experiencia en la vida con este tema de la bebida no es que haya sido muy buena. Se pone de los nervios cuando apenas me ve con una copa en las manos, me imagino lo que debe haber pensado cuando vio las botellas de alcohol en medio de la sala. Realmente no bebí tanto, tan solo mezclé un poco, es por eso que encontró varias. Aunque, creo que él no sabía que aún las tenía, habíamos acordado tirarlas después de la única y última fiesta que organizamos con sus amigos. Resumen: no acabó bien.
Pero anoche necesitaba detener un poco mi mente. No podía dejar de darle vueltas a lo infantil, incoherente e inmaduro que había sido mi comportamiento. Dios mío. Se supone que soy una adulta. No sé en qué lugar de mi cabeza ir hasta su casa era una buena idea. Sólo no quiero encontrarme con ninguno de ellos. Imagino que Inuyasha le contará todo a Rin y, si soy sincera, como la vea se me va a caer la cara de vergüenza. Quería quitarme el remordimiento del pequeño accidente y solo consigo añadir otro a la lista.
Así soy, metiendo la pata hasta el fondo incluso en las cosas más sencillas.
Una vez lista, me tomo una pastilla para aliviar el dolor de cabeza. Si voy a pegarme la tarde con este hombre mirando cosas, necesitaré una ayudita para mantenerme en pie. Solo quería dormir lo que queda de semana, pero será para otra ocasión. Cuando entro a la sala, la encuentro mucho más ordenada de lo que recordaba haberla dejado anoche. Los sillones no están llenos de ropa, los vasos y botellas de la mesita de la tele han desaparecido. A la derecha, la pequeña mesa de madera en la que había dejado los restos de mi cena, está impecable.
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Inuyasha y Kagome "Niégame"
أدب الهواةKagome ha decidido no confiar en nadie que no sea ella misma. El pasado ha marcado sus pasos y la ha obligado a guardar sus sentimientos bajo llave. Sin embargo, unos intimidantes ojos dorados pondrán a prueba todas sus fortalezas. Ella quiere senti...