[...]
"Imagina que..."
Un dia despiertas, agitado ante tus extraños sueños. Miras a tu alrededor casi en pánico, deseando con tu vida estar solo y que nadie pudiera verte en tan lamentable estado.
Suspiras al darte cuenta de que, efectivamente, estabas solo en tu habitación.
Sales de la cama, aún con el corazón agitado y el rostro sonrojado en dirección a tu baño. Miras tu reflejo y el latente problema matutino que tienes entre las piernas y sientes deseos de golpearte contra la puerta.
La culpa te invade y solo te apresuras a tomar una ducha rápida para ir a la escuela.
Sales con una toalla envuelta en tu cintura y mientras secas tu cabello, que notas a crecido más de lo que acostumbras, ves que la pantalla de tu celular se enciende con una notificación que logra acelerar tu pulso nuevamente.
—No llegues tarde, Sam...— lees en voz baja, dejando que una sonrisa se escape sin permiso.
Te vistes más rápido de lo normal, casi cayendo al suelo por tratar de ponerte los zapatos de pie y ni siquiera piensas en desayunar. Lo único en tu mente es llegar a la escuela y poder verle de nuevo, llegar antes que él para poder presumir y regañarle por su impuntualidad.
Y le esperas, sentado en los laterales de las escaleras en la entrada principal. Devuelves pequeños y fugaces saludos que compañeros sueltan, porque saben que cuando estás solo eres más amigable y atento con desconocidos. Sonríes y tratas de ignorar las insistentes miradas de las chicas de grados inferiores.
Ves la hora en tu celular y notas que faltan diez minutos para el inicio de clases; la hora exacta en la que su limusina llega y él baja con su típica cara de pocos amigos. Ríes, al ver su molestia y desagrado porque esa es la hora en la que Mario también llega y sin quererlo siempre terminan encontrandose al subir los escalones.
—Buenos días, Samuel...— saluda el azabache.
—No lo saludes como si fuera tu amigo, Dios, que asco.— reclama.
—Buen día, Mario. — devuelves el saludo, porque sabes que eso le exaspera a tu mejor amigo.
El más bajo le mira desafiante porque ha recibido respuesta y le muestra la lengua en un gesto infantil. Rueda los ojos y le hace señas para que siga caminando y deje de molestar; el otro obedece, pero solo porque Aly le ha llamado desde dentro.
—Buen día, Mario...— arremeda, en un tono chillante y burlesco. —No sé porque te empeñas en ser buena persona.
Tu sonrisa se borra un poco, por un segundo, porque sabes mejor que nadie que no lo eres; no eres una buena persona.
—¿Debo ignorarle entonces?
—Podrías hacerlo. — comienza a caminar, dandote la espalda.
—¡Colín!— llamas. Gira su cabeza levemente, dandote a entender que te escucha. —Buen día para ti también.
Da la media vuelta y camina hacia ti nuevamente, te da un pequeño golpe en la frente con el dedo. Duele, y se lo haces saber soltando un quejido.
Entonces sonríe; sus pómulos se colorean de un casi inexistente color y ese pequeño hoyuelo se forma en su mejilla izquierda.
Sientes un latido fuerte, uno que logra provocarte un escalofrío debido a la repentina punzada.
"Imagina que estás enamorado de tu mejor amigo..."
—Pudiste decírmelo primero.— regaña. —No saludes al estúpido panadero antes que a mi.
—¿Por qué?
—Me molesta.
"E imagina que a veces, solo de vez en cuando, parece que eres correspondido."
[...]
POR FIIIIIIN, ya tengo esto. Esta casi acabada, así que me permito repúblicar los primeros caps.
Será una historia pequeña, pero les juro que va a doler y que va a ser tan intensa. Valdrá la pena ♡
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Imagine.
FanfictionImagina que estás enamorado de tu mejor amigo. Que un día logras confesarlo. Y que por más irreal que parezca, y sea, te corresponde. Samuel lo hacía.